Ejemplo De Ensayo
melissamra22 de Marzo de 2015
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Enrique Parejo González
¿Conviene legalizar las drogas en Colombia?
En el país se discute de manera recurrente, y cada vez con mayor insistencia, si conviene legalizar las drogas que producen dependencia física o psíquica en el ser humano. Ahora, ese debate ha adquirido mayor intensidad después de habérsele encontrado a un miembro de la junta directiva del Banco de la República, una papeleta de marihuana en su maletín de viaje. Examinemos, pues, este tema de indiscutible interés nacional.
Los partidarios de la legalización de las drogas dicen que estas son peligrosas por ser prohibidas y que dejarían de serlo si se permitiera su tráfico y consumo. Quienes así razonan, consideran que la prohibición ha sido la causa de la violencia que ha desatado entre nosotros el narcotráfico. La legalización -dicen- haría que el narcotráfico se volviese un negocio ordinario, que solo daría utilidades modestas. Perdería así su atractivo actual, que se basa en las enormes ganancias que produce.
No falta quienes defienden la legalización dentro del marco de los principios neoliberales. Milton Friedman, uno de los defensores del neoliberalismo, cree que la prohibición del consumo de drogas es una indebida limitación de la libertad del individuo. Para él, toda persona es libre de drogarse. Su salud es asunto individual en el que no tiene por qué intervenir el Estado. La libertad estaría por encima de cualquier consideración sobre los daños que puedan derivar de su ejercicio.
También se afirma que el estado, por razón de la prohibición, tiene que gastar cuantiosas sumas de dinero en combatir el trafico y el consumo de drogas, sumas que podrán emplearse con mayor beneficio en campañas de prevención y educación. Sin embargo, cabe preguntarse ¿Qué sentido tiene que el Estado le permita drogarse a una persona y que, una vez enferma, se dedique a curarla?
No es cierto que las drogas son peligrosas porque están prohibidas. Se ha establecido científicamente que causan daño, a veces irreparable, a quienes las usan. El individualismo no puede llegar al extremo de coartar a la sociedad el derecho de impedir que la salud de los asociados sea alterada, colectivamente, por el empleo de sustancias nocivas. Así como una persona no es libre de incendiar su propia casa, porque atentaría contra la seguridad, al menos, de sus vecinos, tampoco lo es para consumir droga si con ello pone en peligro la tranquilidad y la seguridad ciudadanas.
Es difícil hacer que el narcotráfico no sea un buen negocio desde el punto de vista de las ganancias que produce. Suponiendo que, para hacerlo menos atractivo, se legalizaran algunas drogas -los más firmes partidarios de la legalización solo piden que se legalicen las drogas blandas-, el negocio se desplazaría hacia las drogas duras, de efectos mucho más nocivos. Y el tráfico de éstas seguiría siendo un negocio muy lucrativo.
Si se legalizaran todas las drogas actuales, incluyendo las más peligrosas, se podrían presentar varias situaciones. El Estado podría ejercer el monopolio de la producción y venta de drogas. En este caso, no tardarían en surgir organizaciones que se dedicaran a traficar con sustancias adulteradas y la acción del Estado contra esas organizaciones haría surgir la violencia. O el Estado podría dejar a los particulares la producción y el comercio de las drogas, actividades sobre las cuales cobraría impuestos, y en tal caso, se correría el riesgo de que las drogas se produjeran y vendieran de contrabando. Es indudable que se generaría violencia en la medida en que el estado trataría de reprimir ese contrabando.
La legalización de ese tipo de droga -blandas y duras- tendría necesariamente un carácter transitorio. Siempre existiría el riesgo de que salgan al mercado nuevas sustancias cada vez más
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