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El Ensayo. Ejercicios de asimilación


Enviado por   •  3 de Febrero de 2015  •  1.732 Palabras (7 Páginas)  •  279 Visitas

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SEMANA

UNIDAD XII El ensayo

Ejercicios de asimilación

I- Desarrolla las cuestiones siguientes:

1.- ¿Qué es un ensayo?

El ensayo es una redacción en la que se plantea una tesis (idea primaria), que se desarrollará a lo largo del escrito, afirmándola, refutándola o moderándola.

Se define ensayo como un escrito breve en el que el autor expone su punto de vista acerca de un tema o aspecto determinado de análisis. Y que se caracteriza por la utilización de un lenguaje acorde con el tipo de lector al cual está dirigido, así como el tratamiento que se le da al tema en cuestión. En tal sentido pueden existir ensayos de tipo filosófico, coloquial, literario, entre otros, dependiendo de la intención investigativa del autor, y lo más importante, teniendo en cuenta el tipo de lector al que va dirigida la escritura. (Blanco, 2006)

Para redactar un ensayo es necesario determinar con claridad cuál es el propósito, qué se pretende demostrar, cómo y por qué. Por ello es crucial el momento de plantear una tesis o hipótesis, puesto que da origen al texto. Después de definir nuestra hipótesis y de acuerdo con el tipo del ensayo que se trate, hay que considerar que lo más recomendable es realizar una investigación bibliográfica previa a la escritura, pues servirá para desarrollar la argumentación y demostrar nuestros planteamientos. De igual manera, se debe tomar en cuenta que el ensayo responde a la lógica propia de cualquier texto: una estructura IDC, es decir, introducción, desarrollo y conclusión.

2.- Describe el papel de las funciones denotativa y connotativa del lenguaje en el ámbito del ensayo.

3.- El ensayo es una reflexión personal del autor. Sin embargo, se recomienda hacer una documentación del tema antes de empezar a escribir. ¿Por qué?

4.- ¿Cuáles son las características del ensayo?

II.- Lee detenidamente el siguiente ensayo. Responde las interrogantes que aparecen al pie del mismo:

Para un arte de escribir

Jorge Mañach

Cubano (1898 – 1961)

Evidentemente, escribir es sólo cuestión de tener algo que decir y de decirlo lo mejor posible. Por lo tanto, de substancia y de forma.

Prescindamos por el momento de lo que resulta anterior aún a eso, que es la preparación general, el fondo de cultura y de adiestramiento específico indispensable para tener algún depósito contra el cual girar. Sobre eso vendremos luego, aunque sea previo. Asumamos que ese fondo existe en mayor o menor medida, y que nuestro escritor en ciernes experimenta unas ganas irresistibles de expresarse literariamente. Lo primero, repito, en ese trámite, es lo que se quiere decir: la substancia.

La substancia puede ser de índole muy variada; substancia de pensamiento, substancia de cosas o substancia de emoción. En otras palabras: el escritor se pone ante la cuartilla como un meditador, como un “reportador” o como un poeta…aunque sea en prosa. Obviamente, el trance menos severo es el del que llamo “reportador”. Tiene éste el mundo, o una parcela de él, frente a sí. Las cosas que se propone entresacar de él y revelar o destacar al lector están ahí: es sólo cuestión de elegirlas con acierto, por lo que tienen de insólitas o, al contrario, de características; por lo que tienen en todo caso, de significativas. Si no ve eso, no vale la pena que escriba. El escritor es por definición, un señor que cree ver más o mejor que los demás. No hay modo de quitarle al oficio esa vanidad. Y ya el ver claras las cosas significativas, el verlas con su propio perfil, no es poca substancia. De los buenos informadores, entran pocos en libra.

Otro modo de substancia es la emoción que se experimenta ante las cosas o por la ausencia y nostalgia de ellas. Es la materia del poeta; del escritor de sensibilidad o el escritor de fantasía. El primero es el que se conmueve con presencias; el segundo, el que se emociona con ausencias. Aquél podrá informar primero de las cosas que le impresionan, como en el caso del cronista o del narrador, pero lo más importante de su materia será siempre la herida que ellas hacen en su sensibilidad, y su acierto expresivo consiste en respirar por esa herida. El segundo se crea un mundo a su gusto o su angustia. Tendrá que ser un mundo interesante, un mundo en que el aleteo de su fantasía sea bastante vigoroso para despertar la fantasía que los demás hombres llevan dormida.

Y finalmente, está el escritor cuya materia es el pensamiento. Se parece mucho al escritor emotivo; sólo que en él la sensibilidad es de la inteligencia y de la conciencia, y consiste en la aptitud para reaccionar con ideas ante las cosas del mundo, o ante las ideas mismas de él y de los demás.

Es evidente que esas substancias _ imágenes de cosas, emociones, ideas_, se tienen o no se tienen cuando se va a escribir. No sé que haya ninguna fórmula para hacerse de ellas, para agenciárselas a la fuerza. La cultura contribuye mucho a esa dotación, pero si no va acompañada de sensibilidad, la cultura por sí sola no vale. Hay mucha gente cultísima que no sabe escribir, no ya porque carezca de la técnica del caso, a que luego me referiré, sino porque tiene lo que pudiéramos llamar la cultura pasiva, sin vibración de sensibilidad bastante para irradiar

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