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El antes y el después


Enviado por   •  19 de Enero de 2016  •  Ensayos  •  671 Palabras (3 Páginas)  •  134 Visitas

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 UNIVERSIDAD APEC

UNAPEC

Asignatura

Variedades del español

Facilitadora:

Ana Rivera, M.A

Sustentante

Carmen Johanny Encarnación Mateo

 Matricula

20153033

Grupo:

Especialidad en Lengua Española con aplicación a la Lengua Materna

Santo Domingo, República dominicana, 18 de septiembre de 2015  

El antes y el después

 Dice una antigua sentencia griega que “a los hombres les atormenta la opinión que tienen de las cosas más que las cosas mismas”, sería fácil mentir, decir que no me han impactado mucho ninguno de los planteamientos de este libro, que soy una hablante culta y que nunca padecería alguno de los males presentados en este texto; pero lamentablemente esa no es la realidad, lo cierto es que antes de tener el primer contacto con esta joya titulada “Cómo hablamos los dominicanos” mi visión del español dominicano, mi español, era muy parecida a la que mantiene la mayoría de los hablantes de nuestro país. Tengo que reconocer que estaba afectada por algunos de los males citados en dicha obra, por ejemplo: la inseguridad lingüística. Es por todo lo anterior que el impacto que ha tenido en mí la lectura de este libro ha sido tan significante. Confieso que estoy fascinada con  él.

Después de haber leído los planteamientos de Orlando Alba en su obra, muchas cosas han cambiado respecto a mi percepción del español dominicano como tal y sobre todo en la manera de abordarlo con mis estudiantes. Tuve la oportunidad de trabajar el tema con mis discentes de 4to de secundaria y fue increíble para mí la manera en que las ideas al respecto fluían en mi cabeza y como pude aclarar todas las dudas planteadas por ellos.

Por otro lado, como maestra en ocasiones he sentido que es muy difícil hablar el español como “se supone” que debe ser o que es la forma correcta,  sin embargo  ahora sé que muchas de mis inquietudes estuvieron fundamentadas en modelos foráneos que no siempre se corresponden con  la realidad de nuestra lengua y que por tanto  mi modelo a emular debe y tiene que ser el español culto de la Republica Dominicana, como atinadamente señala el autor en sus conclusiones “el español ideal de los dominicanos debe ser la modalidad culta, la utilizada por las personas instruidas o educadas del país, y no un modelo extranjero”

En cuanto al equilibrio, que según el autor,  se da entre la inseguridad y la lealtad lingüística debo decir que antes era partidaria de la idea de que el dominicano tiene una pobre identidad lingüística. Basaba mis ideas en el hecho de que con frecuencia se puede constatar en  nuestros hablantes la adopción de palabras y expresiones que no son autóctonas, o cuando los emigrantes dominicanos abandonan los rasgos característicos de su lengua para asumir los de la lengua del lugar al cual emigran.           Ahora corroboro con el autor cuando afirma: “Casi siempre, esa sustitución es considerada por los demás como un acto de arrogancia y de traición al grupo, a la región, al país. Consecuentemente, la condena social no se hace esperar y la persona afectada recibe como sanción las burlas y el rechazo de familiares, amigos, vecinos, compañeros de trabajo y de la comunidad en general”, de ahí que aunque muchas veces no se considere la lengua propia como la mejor al final preferimos su uso porque es la nuestra y no aceptarla significaría renunciar a esa parte indiscutible de nuestra identidad.

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