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El hombre muerto Horacio Quiroga


Enviado por   •  3 de Abril de 2018  •  Exámen  •  1.773 Palabras (8 Páginas)  •  678 Visitas

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Departamento de Español

Undécimo grado

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Nombre: _____________________________ Grupo __________ Fecha: ___________________

Prevanguardia

I Lee el siguiente fragmento y contesta las preguntas correspondientes.

El hombre muerto

Horacio Quiroga

El hombre y su machete acababan de limpiar la quinta calle del bananal. Faltábanles aún dos calles; pero como en éstas abundaban las chircas y malvas silvestres, la tarea que tenían por delante era muy poca cosa. El hombre echó, en consecuencia, una mirada satisfecha a los arbustos rozados y cruzó el alambrado para tenderse un rato en la gramilla. Mas al bajar el alambre de púa y pasar el cuerpo, su pie izquierdo resbaló sobre un trozo de corteza desprendida del poste, a tiempo que el machete se le escapaba de la mano. Mientras caía, el hombre tuvo la impresión sumamente lejana de no ver el machete de plano en el suelo.

[…]

El hombre intentó mover la cabeza en vano. Echó una mirada de reojo a la empuñadura del machete, húmeda aún del sudor de su mano. Apreció mentalmente la extensión y la trayectoria del machete dentro de su vientre, y adquirió fría, matemática e inexorable, la seguridad de que acababa de llegar al término de su existencia. La muerte. En el transcurso de la vida se piensa muchas veces en que un día, tras años, meses, semanas y días preparatorios, llegaremos a nuestro turno al umbral de la muerte. Es la ley fatal, aceptada y prevista; tanto, que solemos dejarnos llevar placenteramente por la imaginación a ese momento, supremo entre todos, en que lanzamos el último suspiro. Pero entre el instante actual y esa postrera expiración, ¡qué de sueños, trastornos, esperanzas y dramas presumimos en nuestra vida! ¡Qué nos reserva aún esta existencia llena de vigor, antes de su eliminación del escenario humano! Es éste el consuelo, el placer y la razón de nuestras divagaciones mortuorias: ¡Tan lejos está la muerte, y tan imprevisto lo que debemos vivir aún! ¿Aún…?

[…]

Va a morir. Fría, fatal e ineludiblemente, va a morir.

[…]

¡Muerto! ¿pero es posible? ¿no es éste uno de los tantos días en que ha salido al amanecer de su casa con el machete en la mano? ¿No está allí mismo con el machete en la mano? ¿No está allí mismo, a cuatro metros de él, su caballo, su malacara, oliendo parsimoniosamente el alambre de púa? ¡Pero sí! Alguien silba. No puede ver, porque está de espaldas al camino; mas siente resonar en el puentecito los pasos del caballo… Es el muchacho que pasa todas las mañanas hacia el puerto nuevo, a las once y media. Y siempre silbando… Desde el poste descascarado que toca casi con las botas, hasta el cerco vivo de monte que separa el bananal del camino, hay quince metros largos. Lo sabe perfectamente bien, porque él mismo, al levantar el alambrado, midió la distancia.

[…]

El hombre muy fatigado y tendido en la gramilla sobre el costado derecho, se resiste siempre a admitir un fenómeno de esa trascendencia, ante el aspecto normal y monótono de cuanto mira. Sabe bien la hora: las once y media… El muchacho de todos los días acaba de pasar el puente.

[…]

…Muy fatigado, pero descansa solo. Deben de haber pasado ya varios minutos… Y a las doce menos cuarto, desde allá arriba, desde el chalet de techo rojo, se desprenderán hacia el bananal su mujer y sus dos hijos, a buscarlo para almorzar. Oye siempre, antes que las demás, la voz de su chico menor que quiere soltarse de la mano de su madre: ¡Piapiá! ¡Piapiá!

[…]

…Muy cansado, mucho, pero nada más. ¡Cuántas veces, a mediodía como ahora, ha cruzado volviendo a casa ese potrero […]Puede aún alejarse con la mente, si quiere; puede si quiere abandonar un instante su cuerpo […] Y al pie de un poste descascarado, echado sobre el costado derecho y las piernas recogidas, exactamente como todos los días, puede verse a él mismo, como un pequeño bulto asoleado sobre la gramilla -descansando, porque está muy cansado.

Pero el caballo rayado de sudor, e inmóvil de cautela ante el esquinado del alambrado, ve también al hombre en el suelo y no se atreve a costear el bananal como desearía. Ante las voces que ya están próximas -¡Piapiá!- vuelve un largo, largo rato las orejas inmóviles al bulto: y tranquilizado al fin, se decide a pasar entre el poste y el hombre tendido que ya ha descansado.

______1. El título del cuento es –

a. literal, guarde relación con la temática de la lectura.

b. simbólico, presenta un símbolo relacionado con un sujeto.

c. simbólico, presenta un símbolo relacionado con un objeto.

d. ambos, literal y simbólico.

______2. ¿Cuál oración resume el asunto del cuento?

        a. Un muchacho que pasa silbando todos los días, se encuentra un hombre muerto.

        b. Un hombre tiene un accidente y agoniza unos minutos antes de su muerte.

        c. Un hombre que está muriendo llega a su casa justo a tiempo para salvarse.

        d. Un niño está en busca de su padre, pero cuando lo encuentra está muerto.

______3. En el cuento, ¿dónde ocurre la acción?

        a. en un pueblito de Argentina

        b. en un campo de trigo en Chile

        c. en la selva en la región de Misiones

        d. en un bananal en la región de Misiones

______4. ¿A quién oye el hombre silbar en el cuento?

        a. su hijo

        b. un muchacho

        c. otro campesino

        d. su mejor amigo


______5. ¿Qué tipo de lenguaje se emplea el cuento?

        a. de la ciudad

        b. regional

        c. juvenil

        d. culto

______6. ¿A qué hora se desarrolla la acción en el cuento?

        a. por la tarde

        b. al mediodía

        c. por la mañana

        d. la medianoche

______7. ¿Cuál es el tema central del cuento?

        a. el amor

        b. la muerte

        c. el suicidio

        d. la naturaleza

______8. ¿Qué tipo de conflicto se desarrolla en el cuento?

        a. externo, hombre versus naturaleza

        b. interno, hombre versus sí mismo

        c. externo, hombre versus hombre

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