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El mundo vivía en una época por mucho más moderna


Enviado por   •  16 de Noviembre de 2015  •  Exámen  •  2.590 Palabras (11 Páginas)  •  127 Visitas

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El mundo vivía en una época por mucho más moderna, países como Italia o Estados Unidos comprendían el significado de Google y aceptaban de buena manera el que las mujeres usaran pantalones, de hecho gozaban de la preferencia hacia los shorts y minifaldas, pero dos pequeñas naciones “recién descubiertas” permanecían envueltos en la era de los castillos, lores y temporadas sociales.

Uno de esos territorios portaba el nombre de Zarendel en el escudo real, sus costumbres tenían amplia similitud con el Londres del siglo XVIII, en su compañía una extensión de terreno un poco mayor denominado Arendia compartía sus tradiciones.

Ambas naciones estaban claramente en desacuerdo con el modo de vida “contemporáneo” y se negaban bajo toda razón a adoptar ninguna de las libertinas y vulgares formas del resto del globo terráqueo.

Para Arendia no existían mejores gobernantes que el rey Filipo y la reina Anastasia, sus hijos, Dalton y David tenían un comportamiento ejemplar como príncipes del reino.

La princesa Olimpia, su hermana menor se había casado con tan solo 16 años con Federico “El Esplendido” el nuevo monarca de Zarendel uniendo así ambos territorios, y había partido a la hermana nación tres semanas después de la boda.

El regocijo era general en todo rincón, los bailes se daban cada noche y los clubes estaban a rebosar de caballeros felices y derrochadores.

Lady Anabelle Coulton, archiduquesa de Rotherland nada menos haría su debut esa noche en su primer baile, que debido a la muerte repentina de su padre había sido retrasado dos años por respeto al periodo de duelo.

Su madre había muerto 3 años antes que su padre, no tenia hermanos ni ningún otro familiar, salvo claro su tutora, la hermana de su progenitora, solterona consumada, Veruska Lathier.

Una excepción, así había llamado el rey a su situación, después de recorrer la totalidad de su árbol genealógico y no encontrar ni un solo caballero vivo, a la cámara de los lores no le quedo más remedio que otorgárselo a ella.

La primera mujer del reino en heredar un título de nobleza de forma distinta al matrimonio.

Como archiduquesa las cosas no eran sencillas, siquiera por el hecho de haber ido a la universidad, la joven muchacha paso los dos años de luto aprendiendo todo lo que necesitaba saber para llevar la enorme cantidad de propiedades de su familia, así como las obligaciones adquiridas con la sociedad.

Ella misma no sabía, como su padre, estando solo en el mundo había tomado el puesto del hombre más poderoso y adinerado del reino.

Justamente ese pensamiento rondó la mente de Ana cuando su ayuda de cámara ajusto la última cinta de su corsé.

-Voy a ponerme azul… -se quejó-

-Su tía nos ha pedido que lo ajustáramos bien, excelencia…

-Pues ya que…-Acepto sosteniéndose del pequeño barandal dispuesto para la tarea mientras la criada daba un tirón final cerrando con un sutil lacito.

La duquesa alzo los brazos y metros de tela perfectamente diseñada y cosida pasaron por las sugerentes curvas de su cuerpo adaptándose a él como un guante.

Al terminar de arreglarla permitieron que se viera en el espejo, la sorpresa obnubilo sus pensamientos y sus ojos se cristalizaron debido a las lagrimas que pugnaban por salir.

El vestido de color escarlata abrazaba su celestial figura, no acorde con lo normal entre la sociedad, pero magnifica según ella misma.

Sus pechos de talla mayor a la media eran adorados por el escote terminado en encaje, su cintura pequeña y doblemente ajustada por el corsé daba un toque delicado y finalmente sus caderas bien definidas eran el inicio de un trasero firme y respingón que hacía que la seda se elevara solo un poco más de lo que dictaba la moda.

Por otra parte su piel dorada y cremosa contrastaba magníficamente con sus ojos negros como la noche, y su rostro cincelado y seductor era la base perfecta para un cabello negro como la noche, que rozaba el final de su espalda cuando estaba suelto, pero para la ocasión, había sido recogido en un trenzado glamoroso pero sencillo, coronado con una diadema pequeña.

-Estas preciosa mi niña…

La dulce voz de su tía la arranco de su inspección personal, se giro al tiempo de ver a la anciana sonreír con ternura y abrir los brazos a los que ella corrió resguardándose en un protector abrazo.

-Oh tía!

-Esta noche es tuya Anabelle… -Aseguro la mujer tomando los hombros de su sobrina- Hoy conocerán a la Archiduquesa de Rotherland, no dejes que te intimiden.

-No lo harán.

-Bien, no sabes cómo me encantaría acompañarte, ver a todos esos hombres volverse locos por ti.

-Tía, no voy en busca de marido.

-Pamplinas! que la cámara te haya dado el titulo no significa que debas terminar tan sola como yo.

-Solo tengo 18 años tía Veruska, me queda mucho por vivir.

-Yo también dije eso alguna vez Ana querida… complace a tu tía, inténtalo…

-Lo hare, pero no prometo nada…

-Con eso me basta para quedarme tranquila chiquilla… ahora ve, no debes llegar tarde a tu debut.

Tras una sonrisa la duquesa salió de la estancia y llego hasta el carruaje familiar que la esperaba, subió tras saludar al cochero y partieron entre las oscuras calles de la ciudad.

Un marido! Eso quería su tía para ella, para qué? Para que sufriera como su madre, Lady Katherine Lathier, hija de un marques, se casó profundamente enamorada del duque de Rotherland y paso 20 años llorando en silencio, siendo golpeada y maltratada, tomada a la fuerza y humillada por un hombre que tenia por vicio la bebida y que amaba a las prostitutas como jamás amó a su madre.

Conocer la realidad del matrimonio, le abrió los ojos a lo falso que era el amor, y se comprometió a no sentirlo nunca.

Recordaba claramente la cara de su madre morada por los golpes, el dolor que sentía cuando la abrazaba por el maltrato a su cuerpo, las horas que pasaba derramando lagrimas después de que la insultara, el sufrimiento por no poder darle un varón debido a que en una de las golpizas perdió la posibilidad de volver a concebir.

Una lágrima corrió por su mejilla y la limpio de inmediato respirando profundamente intentando recomponerse.

No! Lo había decidido desde que cumplió los 11 años, no se casaría ni se enamoraría nunca, el miedo de su tía a que fuese una solterona jamás había pasado por su cabeza.

De hecho si ningún hombre se fijaba en ella no tendría problemas, pero sabía que eso sería difícil, en el sepelio de su padre, al menos tres nobles intentaron acercarse con segundas intenciones.

Que desesperación! Rechazarlos era difícil, sobre todo por lo insistentes que podían llegar a ser.

Apenas si se dio cuenta de que el carruaje se había detenido, sacudió la cabeza borrando sus inseguridades y volviendo a ser la archiduquesa de Rotherland, con su mirada altiva y su pose desafiante.

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