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El personaje de Bernarda Alba como reflejo de su contexto histórico


Enviado por   •  13 de Febrero de 2023  •  Trabajos  •  2.024 Palabras (9 Páginas)  •  49 Visitas

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El personaje de Bernarda Alba como reflejo de su contexto histórico.

Federico García Lorca escribió La casa de Bernarda Alba durante el año 1936. A ésta, su última obra dramática, el poeta no pudo verla en escena, ya que en ese mismo año fue fusilado por los fascistas. El ambiente español en estos años se había vuelto cada vez más intolerante y violento. Comenzaba por entonces la guerra civil española en la que se enfrentaron las fuerzas republicanas (gobierno democrático) y los nacionalistas (fuerzas de derecha, conservadores) bajo un clima de insatisfacción, crisis económica, desigualdades sociales y con la sociedad empobrecida y los derechos humanos subsumidos se imponía una uniformidad cultural. En este contexto, la mujer, mediante el trabajo, se independiza económicamente y lucha por sus derechos civiles.

En esta obra su autor pone en un primer plano las diferentes voluntades, pasiones y deseos de las protagonistas. Justamente, la tensión dramática se produce por la lucha de individualidades dentro de la casa: a Bernarda, la madre intolerante, se le enfrentan las hijas, con sus distintos matices personales, buscando desatar el yugo de la tradición, el qué dirán y los mandatos sociales. Asimismo, se produce tensión entre las hermanas, ya que cada una tiene una personalidad delimitada y todas luchan por el mismo varón.

Lorca se encarga de ilustrar muy bien en este trabajo la falta de libertad de la mujer justificada por la tradición, las relaciones interfamiliares que la relega a un segundo plano y el conflicto entre individuo y la sociedad. Algunas mujeres buscan realizar sus deseos y tomar sus propias decisiones, ser las legisladoras de sus vidas. Bernarda Alba es la contracara de este tipo de mujer, ella es conservadora y, tal como hicieron sus antepasados, sus hijas debían llegar vírgenes al matrimonio. Este aspecto y el luto de ocho años, que tras la muerte de su marido impone a sus hijas son al menos dos temas tradicionales y populares que desarrolla y critica la obra. En esta pieza se representa la cotidianeidad de una casa de la España rural, pueblerina, en la que estas tradiciones eran limitantes para la mujer. El encierro en casa impuesto por Bernarda va a ir fermentando en sus hijas el odio causado por la represión “En ocho años que dure el luto no ha de entrar en esta casa el viento de la calle. Haceros cuenta que hemos tapiado con ladrillos puertas y ventanas” (Lorca, 1973, pág. 25).

El personaje de Bernarda Alba es quien mejor refleja algunos aspectos del contexto histórico de aquel entonces. Ella es de carácter fuerte, autoritario, dominante y brutal, típico reflejo de aquella sociedad española. Sumamente estricta y preocupada por el qué dirán, le preocupa que descubran sus intimidades. Así es que Bernarda entra en escena a los gritos, pidiendo silencio “BERNARDA (A la Criada): ¡Silencio!” (Lorca, 1973, pág. 18). Del mismo modo culmina su letra en la obra “BERNARDA: Y no quiero llantos. La muerte hay que mirarla cara a cara. ¡Silencio! (A otra Hija.) ¡A callar he dicho! (...)” (Lorca, 1973, pág. 123). La muerte es un aspecto cíclico en la obra: inicia con la muerte del segundo marido de Bernarda, Antonio María Benavidez, y culmina con la muerte de su hija, Adela. Es decir que la muerte, al igual que el pedido de silencio, está conectado a Bernarda, es el comienzo y el fin de su letra y acción.

Bernarda se siente rica, odia a los pobres y para poner orden da fuertes golpes con su bastón dado que simboliza el poder y el autoritarismo masculino:

Bernarda: Menos gritos y más obras. Debías haber procurado que todo esto estuviera más limpio para recibir al duelo. Vete. No es éste tu lugar. (La Criada se va sollozando) Los pobres son como los animales. Parece como si estuvieran hechos de otras sustancias. (Lorca, 1973, pág. 18)

 Asimismo, Bernarda tiene un poco más de dinero y eso la hace sentir superior a las otras mujeres. Además, la hija más grande, Angustias, tiene un poco más que sus hermanas y eso causa diferencias y conflictos. Entonces, se puede ver esa necesidad de diferenciación entre las hermanas e incluso entre la Poncia, que sería una especie de ama de llaves, la Criada y la Mendiga. Esto nos conduce a pensar que, en una sociedad rural como ésta, también están bien marcadas las diferentes clases sociales. De manera que, cada una reproduce la violencia recibida con la que le sigue en la “cadena de mando”. Bernarda, quien parece la causante de todos los males, oprime a la Poncia, la Poncia reproduce esa violencia con la Criada, y la Criada con la Mendiga:

Mendiga: Vengo por las sobras. (Cesan las campanas)

Criada: Por la puerta se va a la calle. Las sobras de hoy son para mí.

Mendiga: Mujer, tú tienes quien te gane. ¡Mi niña y yo estamos solas!

Criada: También están solos los perros y viven.

 (Lorca, 1973, pág. 17)

La postura tradicionalista, perfectamente representada por la figura de Bernarda Alba, que pretendía que la mujer viviera “puertas adentro”, acallando sus deseos y sueños personales, es el reflejo de lo que se vivía en la España de principios del siglo XX. Por aquel entonces, las mujeres sólo podían aspirar a ser madres y amas de casa, siendo instruidas en estos oficios desde muy pequeñas:

La monarquía de los Borbones había constituido para ellas una época de sometimiento; la Constitución de 1876 produjo la restauración de la alianza de la corona y el altar y restableció el catolicismo como religión de Estado, que se superponía al código civil, heredado del código napoleónico, y al código penal, particularmente represivo, para mantener a las mujeres en la doble dependencia de la Iglesia y de la ley. Los derechos políticos brillaban por su ausencia (…)”. (Bussy Genevois, 1990, pág. 227)

Por tanto, el amor imposible y el matrimonio por imposición, es donde se posiciona este autor, trasluciendo en sus obras una fuerte crítica social frente al rol de la mujer en esta sociedad.

Bernarda, mujer de actitud conservadora y machista, muestra sus pensamientos cerrados en algunas sentencias, como cuando dice “Aquí se hace lo que yo mando. Ya no puedes ir con el cuento a tu padre. Hilo y aguja para las hembras. Látigo y mula para el varón. Eso tiene la gente que nace con posibles” (Lorca, 1973, pág. 26). En esta afirmación queda evidenciada la realidad de aquellos tiempos, en los que como una designación natural, la mujer estaba destinada al hilo y a la aguja, y los hombres, como si fueran superiores, son los que tienen el látigo, una metáfora que se podría relacionar con el poder y el sufrimiento.

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