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En México NADIE LEE

30 de Junio de 2015

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¿POR QUÉ EN MÉXICO NO LEEMOS?...

En México nadie lee. No hace falta repetir las tristes cifras sobre el número de libros per cápita que se leen al año en este país y, después, seguir el juego masoquista de compararnos con otros países y decir que estamos mal, muy mal, que se requiere muchísimo más dinero para promocionar la lectura y la escritura. Este texto pretende una serie de aspectos sociales y decisiones individuales que llevan a responder negativamente a las cuestiones: leer, ¿es importante?, ¿para qué sirve?

Si uno platica con cualquier persona en este país, desde traileros y secretarias hasta ingenieros y empresarios, tal vez se sorprenda al encontrar que todos, o casi todos, dirán que la lectura es buena, buenísima, que leer incrementa nuestra cultura y nos hace mejores personas. Asimismo, también se puede sorprender al enterarse de que se tiene muy clara la diferencia entre leer y leer –dicho esto último con tono soberbio de profesor con lentes y caspa–: el trailero sabe que no es lo mismo leer el Sensacional que leer “un libro”, la secretaria sabe que no es lo mismo leer una revista de chismes que leer “un libro”, el ingeniero sabe… etcétera. En resumen, a la mayor parte de la población ya le queda claro que 1) leer es bueno y 2) tiene una noción diferencial entre “lo que sí es bueno leer” y lo que es, por decirlo de algún modo, “una lectura de segunda categoría”.

Entonces, ¿qué es lo que falla? ¿Por qué los individuos deciden no hacer algo que ya saben que es bueno para ellos?

¿POR QUÉ EN MÉXICO LEEMOS TAN POCO?

Los mexicanos nos reímos cuando escuchamos el dato de que no leemos ni 2 libros por persona al año, como si fuera muy gracioso el ser ignorante.

El 12.7% nunca ha leído, 30.4% leyó alguna vez pero no lo ha vuelto hacer,

54.3% no compra ningún libro al año.

El 69% no lee nada por falta de tiempo, sólo el 9.2% lee por gusto y 6.8 por diversión. (Estadísticas de CONACULTA)

Yo he detectado 3 razones primordiales del por qué leemos tan poco en México.

1.- Porque en el hogar no se lee, ni se compran libros.

El niño no ve a papá o mamá leer.

El chico observa que mamá adquiere un perfume de $500.00; pero no puede comprar un libro de $50.00

Los hijos ven que papá malgasta su dinero en una pantalla gigante de $20,000.00; sin embargo le sigue pidiendo prestado el diccionario al vecino, porque en casa no hay uno.

Mamá desperdicia su dinero en una porcelana o cristal cortado; pero no quiere invertir en una enciclopedia para niños. Al año, o dos a más tardar, uno de los pequeños rompe la porcelana, mamá se enoja, le pega a su hijo y todo termina en tristeza.

Mamá cuenta con muchos zapatos, muchos vestidos, bolsas, blusas; pero no tiene una pequeña biblioteca.

Papá se hizo de un carro más nuevo; pero no lograron convencerlo de comprar toda la colección de cuentos de C. S. Lewis.

Le colocaron al pequeño una televisión en su cuarto, para que se cultive; pero no le pudieron comprar El Quijote ilustrado.

En muchos hogares de nuestro país encontramos una surtida cantina, para agradar, presumir o impresionar a los visitantes; pero si recorremos toda la casa, no hayamos una pequeña biblioteca, ya no digamos biblioteca siquiera ¿POR QUÉ EN MÉXICO LEEMOS TAN POCO?

Los mexicanos nos reímos cuando escuchamos el dato de que no leemos ni 2 libros por persona al año, como si fuera muy gracioso el ser ignorante.

El 12.7% nunca ha leído, 30.4% leyó alguna vez pero no lo ha vuelto hacer,

54.3% no compra ningún libro al año.

El 69% no lee nada por falta de tiempo, sólo el 9.2% lee por gusto y 6.8 por diversión. (Estadísticas de CONACULTA)

Yo he detectado 3 razones primordiales del por qué leemos tan poco en México.

1.- Porque en el hogar no se lee, ni se compran libros.

El niño no ve a papá o mamá leer.

El chico observa que mamá adquiere un perfume de $500.00; pero no puede comprar un libro de $50.00

Los hijos ven que papá malgasta su dinero en una pantalla gigante de $20,000.00; sin embargo le sigue pidiendo prestado el diccionario al vecino, porque en casa no hay uno.

Mamá desperdicia su dinero en una porcelana o cristal cortado; pero no quiere invertir en una enciclopedia para niños. Al año, o dos a más tardar, uno de los pequeños rompe la porcelana, mamá se enoja, le pega a su hijo y todo termina en tristeza.

Mamá cuenta con muchos zapatos, muchos vestidos, bolsas, blusas; pero no tiene una pequeña biblioteca.

Papá se hizo de un carro más nuevo; pero no lograron convencerlo de comprar toda la colección de cuentos de C. S. Lewis.

Le colocaron al pequeño una televisión en su cuarto, para que se cultive; pero no le pudieron comprar El Quijote ilustrado.

En muchos hogares de nuestro país encontramos una surtida cantina, para agradar, presumir o impresionar a los visitantes; pero si recorremos toda la casa, no hayamos una pequeña biblioteca, ya no digamos biblioteca siquiera un librero con buenos libros. Un librero con buenos libros.

¡Peligro! Una especie rara y muy valiosa se está extinguiendo, luchemos por su conservación ¿Cuál es? Los padres que les leen cuentos, fábulas, historias a sus hijos; antes ellos los arrullaban en sus brazos con una de estas lecturas; pero ahora dejan que los arrulle, el adulterio, el engaño, la venganza, la mentira, el crimen de las telenovelas.

El infante en su infinita curiosidad, toma todo aquello que hay en casa, si hay instrumentos musicales toca los instrumentos, si hay herramientas de carpintería, las usa.

El niño que es imitador por naturaleza, copiará las actividades de papá o mamá; si él ve a papá tomar o fumar, el tratará de hacerlo; si ve a mamá pegada a las telenovelas, el estará junto a ella. Si los padres están leyendo ¡Oh maravilla el pequeño querrá leer! Aunque agarre el libro al revés.

2.- Porque en la secundaria o preparatoria, los maestros que impartían la clase de literatura, no era su especialidad, maestros que no tenían el gusto por la lectura, ni siquiera el hábito; yo creo que impartían su clase por necesidad personal o de la institución.

Como no aman el mundo de la literatura, pues no saben contagiar al alumno de este gusto. Yo recuerdo en la secundaria en uno de mis exámenes de español, era una columna de 20 autores y la otra columna de sus escritos y había que relacionar el autor con su obra; me saqué un diez; pero nunca leí o leímos en clase un solo relato, ni idea de qué trataba.

Como el maestro no está tan en contacto con las obras y su contenido, pues pide al alumno que lea algo, para cumplir con su programa y que dizque para iniciar al alumno en la lectura, por ejemplo; mis 2 primeras obras que yo leí ya estando en la Normal para maestros fueron: 2 Aura” de Carlos Fuentes, confieso que no la disfruté porque no le entendí. La otra fue “Pedro Páramo” de Juan Rulfo, que tampoco me gustó con su montón de personajes que yo no supe si estaban vivos o muertos. Que distinto hubiera sido si de entrada me dan a leer “El llano en llamas”, del mismo autor y como jalisciense me haya podido relacionar un poco más con los contenidos de sus cuentos.

Otro quizás pudiera ser el rumbo de muchos antipáticos a la lectura si les encargaran leer cuentos, leyendas, mitos, algo que cautivara su atención y les dejara el sabor de seguir leyendo; o una lectura muy contemporánea o que tenga que ver con su contexto social. Que terrible si de entrada quieren que lean “La Iliada”, cuando el joven no sabe ni qué tiempo, ni nada de Troya, de los espartanos, de Helena, nada de su contexto histórico.

Yo no recuerdo a mis profesores de literatura que nos hayan leído con sabor y tono, un cuento, un poema, una fábula.

En cambio nunca olvidaré mi maestro de Español en el seminario Teológico, que cada que entraba al salón leía algo bonito, sabroso, interesante; por mencionar alguno, en una ocasión leyó tan bien leído “Oda a los calcetines” de Pablo Neruda, que después de 20 años no lo he olvidado.

Aunque el propósito del seminario era formar ministros al servicio del Señor; éste maestro logró en la mayoría el gusto por la lectura de temas generales que no tenían que ver con lo teológico o bíblico. En la buena biblioteca del seminario además de los libros religiosos había muchos más de literatura general y este maestro siempre nos estaba checando si leíamos alguna obra de estas, nos subía puntos si comprobaba que en verdad lo hicimos.

Que distinto maestro a mis profesores de español en la secundaria y la normal; con esto puedo comprobar que un buen perito de literatura sí puede hacer la gran diferencia en los alumnos.

3.- En nuestro contexto sociocultural. Es muy poca la participación social en círculos o talleres de lectura; de todo hay talleres hasta de ocultismo, menos de lecturas comentadas, analizadas; de todo hay agrupaciones menos de lectores de buenos libros; en los medios de comunicación masivos de todo hay programas, desde pornografía hasta espiritismo; pero transmisiones que se relacionen con los buenos libros, sus contenidos, sus autores son muy escasos. Los productores nos pueden alegar que es muy poco el público pero si siguen en esa tónica ¿Cuándo aumentará? Si no se motiva, inquieta, se provoca en lugar de aumentar disminuirá, porque algunos programas parece que están hechos para personas con algo de retraso mental; así como nos provocan a creer en los horóscopos,

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