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Enfermeria

yancarlo5 de Febrero de 2013

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La vida es sueño

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La vida es sueño

Pedro Calderón de la Barca

La vida es sueño

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Personas que hablan en ella:

ROSAURA, dama

SEGISMUNDO, príncipe

CLOTALDO, viejo

ESTRELLA, infanta

SOLDADOS

CLARÍN, gracioso

BASILIO, rey

ASTOLFO, príncipe

GUARDAS

MÚSICOS

Jornada primera

Sale en lo alto de un monte ROSAURA en hábito de hombre, de camino, y

en representando los primeros versos va bajando.

ROSAURA:

Hipogrifo violento,

que corriste parejas con el viento,

¿dónde rayo sin llama,

pájaro sin matiz, pez sin escama

y bruto sin instinto

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natural, al confuso laberinto

de esas desnudas peñas te desbocas,

te arrastras y despeñas?

Quédate en este monte,

donde tengan los brutos su Faetonte

que yo, sin más camino

que el que me dan las leyes del destino,

ciega y desesperada,

bajaré la cabeza enmarañada

deste monte eminente

que arruga el sol el ceño de la frente.

Mal, Polonia, recibes

a un extranjero, pues con sangre escribes

su entrada en tus arenas;

y apenas llega, cuando llega a penas.

Bien mi suerte lo dice;

mas ¿dónde halló piedad un infelice?

Sale CLARÍN, gracioso:

Di dos, y no me dejes

en la posada a mí cuando te quejes;

que si dos hemos sido

los que de nuestra patria hemos salido

a probar aventuras,

dos los que entre desdichas y locuras

aquí habemos llegado,

y dos los que del monte hemos rodado,

¿no es razón que yo sienta

meterme en el pesar y no en la cuenta?

ROSAURA:

No quise darte parte

en mis quejas, Clarín, por no quitarte,

llorando tu desvelo,

el derecho que tienes al consuelo;

que tanto gusto había

en quejarse, un filósofo decía,

que, a trueco de quejarse,

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habían las desdichas de buscarse.

CLARÍN:

El filósofo era un borracho barbón.

¡Oh, quién le diera

más de mil bofetadas!

Quejárase después de muy bien dadas.

Mas ¿qué haremos, señora,

a pie, solos, perdidos y a esta hora

en un desierto monte,

cuando se parte el sol a otro horizonte?

ROSAURA:

¡Quién ha visto sucesos tan extraños!

Mas si la vista no padece engaños

que hace la fantasía,

a la medrosa luz que aún tiene el día

me parece que veo

un edificio.

CLARÍN:

O miente mi deseo,

o termino las señas.

ROSAURA:

Rústico nace entre desnudas peñas

un palacio tan breve

que el sol apenas a mirar se atreve;

con tan rudo artificio

la arquitectura está de su edificio

que parece, a las plantas

de tantas rocas y de peñas tantas

que al sol tocan la lumbre,

peñasco que ha rodado de la cumbre.

CLARÍN:

Vámonos acercando;

que éste es mucho mirar, señora, cuando

es mejor que la gente

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que habita en ella generosamente

nos admita.

ROSAURA:

La puerta

(mejor diré funesta boca) abierta

está, y desde su centro

nace la noche, pues la engendra dentro.

(Suena ruido de cadenas).

CLARÍN:

¡Qué es lo que escucho, cielo!

ROSAURA:

Inmóvil bulto soy de fuego y yelo.

CLARÍN:

Cadenita hay que suena.

Mátenme, si no es galeote en pena;

bien mi temor lo dice.

Dentro SEGISMUNDO:

SEGISMUNDO:

¡Ay mísero de mí! ¡Y ay infelice!

ROSAURA:

¡Qué triste voz escucho!

Con nuevas penas y tormentos lucho.

CLARÍN:

Yo con nuevos temores.

ROSAURA:

Clarín...

CLARÍN

Señora...

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ROSAURA:

Huigamos los rigores

desta encantada torre.

CLARÍN:

Yo aún no tengo

ánimo de huir, cuando a eso vengo.

ROSAURA:

¿No es breve luz aquella

caduca exhalación, pálida estrella,

que en trémulos desmayos,

pulsando ardores y latiendo rayos,

hace más tenebrosa

la obscura habitación con luz dudosa?

Sí, pues a sus reflejos

puedo determinar (aunque de lejos)

una prisión obscura

que es de un vivo cadáver sepultura;

y porque más me asombre,

en el traje de fiera yace un hombre

de prisiones cargado,

y sólo de la luz acompañado.

Pues hüir no podemos,

desde aquí sus desdichas escuchemos;

sepamos lo que dice.

(Descúbrese SEGISMUNDO con una cadena y a la luz, vestido de pieles).

SEGISMUNDO:

¡Ay mísero de mí! ¡Y ay infelice!

Apurar, cielos, pretendo

ya que me tratáis así,

qué delito cometí

contra vosotros naciendo;

aunque si nací, ya entiendo

qué delito he cometido.

Bastante causa ha tenido

vuestra justicia y rigor;

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pues el delito mayor

del hombre es haber nacido.

Sólo quisiera saber,

para apurar mis desvelos

(dejando a una parte, cielos,

el delito de nacer),

qué más os pude ofender,

para castigarme más.

¿No nacieron los demás?

Pues si los demás nacieron,

¿qué privilegios tuvieron

que yo no gocé jamás?

Nace el ave, y con las galas

que le dan belleza suma,

apenas es flor de pluma,

o ramillete con alas

cuando las etéreas salas

corta con velocidad,

negándose a la piedad

del nido que deja en calma:

¿y teniendo yo más alma,

tengo menos libertad?

Nace el bruto, y con la piel

que dibujan manchas bellas,

apenas signo es de estrellas,

gracias al docto pincel,

cuando, atrevido y crüel,

la humana necesidad

le enseña a tener crueldad,

monstruo de su laberinto

¿y yo con mejor distinto

tengo menos libertad?

Nace el pez, que no respira,

aborto de ovas y lamas,

y apenas bajel de escamas

sobre las ondas se mira,

cuando a todas partes gira,

midiendo la inmensidad

de tanta capacidad

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como le da el centro frío:

¿y yo con más albedrío

tengo menos libertad?

Nace el arroyo, culebra

que entre flores se desata,

y apenas, sierpe de plata,

entre las flores se quiebra,

cuando músico celebra

de las flores la piedad

que le dan la majestad,

el campo abierto a su ida:

y teniendo yo más vida

tengo menos libertad?

En llegando a esta pasión

un volcán, un Etna hecho,

quisiera sacar del pecho

pedazos del corazón.

¿Qué ley, justicia o razón

negar a los hombres sabe

privilegio tan süave,

excepción tan principal,

que Dios le ha dado a un cristal,

a un pez, a un bruto y a un ave?

ROSAURA:

Temor y piedad en mí

sus razones han causado.

SEGISMUNDO:

¿Quién mis voces ha escuchado?

¿Es Clotaldo?

CLARÍN:

(Aparte)

(Di que sí).

ROSAURA:

No es sino un triste, ¡ay de mí!

que en estas bóvedas frías

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oyó tus melancolías.

(Ásela).

SEGISMUNDO:

Pues la muerte te daré,

porque no sepas que sé,

que sabes flaquezas mías.

Sólo porque me has oído,

entre mis membrudos brazos

te tengo de hacer pedazos.

CLARÍN:

Yo soy sordo, y no he podido

escucharte.

ROSAURA:

Si has nacido

humano, baste el postrarme

a tus pies para librarme.

SEGISMUNDO:

Tu voz pudo enternecerme,

tu presencia suspenderme,

y tu respeto turbarme.

¿Quién eres? Que aunque yo aquí

tan poco del mundo sé,

que cuna y sepulcro fue

esta torre para mí;

y aunque desde que nací

(si esto es nacer) sólo advierto

este rústico desierto,

donde miserable vivo,

siendo un esqueleto vivo,

siendo un animado muerto;

y aunque nunca vi ni hablé

sino a un hombre solamente

que aquí mis desdichas siente,

por quien las noticias sé

de cielo y tierra; y aunque aquí,

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porque más te asombres

y monstruo humano me nombres,

entre asombros y quimeras,

soy un hombre de las fieras,

y una fiera de los hombres;

y aunque en desdichas ta[n] graves

la política he estudiado,

de los brutos enseñado,

advertido de las aves,

y de los astros süaves

los círculos he medido,

tú sólo, tú, has suspendido

la pasión a mis enojos,

la suspensión a mis ojos,

la admiración al oído.

Con cada vez que te veo

nueva admiración me das,

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