Ensayo Sobre El Orgullo

Bendito y maldito orgullo

El orgullo. El bendito y maldito orgullo. A la vez tan venerado y tan odiado. ¿Usted realmente sabe si es bueno o malo? En realidad, ¿realmente sabemos qué es el orgullo?

Luego de las lecturas relacionadas con el Realismo (“Las novelas de Torquemada”, “El abanico”, la novela “Lo que el mar nos trajo”, la novela “El pan de la serpiente”) reflexioné mucho sobre el orgullo, sobre qué es realmente, sobre cómo se presenta, sobre como crea problemas, o si realmente sirve para algo.

La Real Academia Española define el orgullo como “arrogancia, vanidad, exceso de estimación propia, que a veces es disimulable por nacer de causas nobles y virtuosas”. La misma Real Academia lo define como un exceso. Ningún exceso está bien. Ningún exceso es correcto. Ningún extremo es bueno. Siempre tiene que haber un punto medio. Un punto en el que podamos ser abiertos de mente, en el que podamos escuchar los dos extremos y pensar sobre cada uno de éstos de una manera justa.

Hablemos sobre un ejemplo de estos extremos que también está relacionado con el orgullo. El nacionalismo. El nacionalismo es definido por la Real Academia Española como “apego de los naturales de una nación a ella y a cuánto le pertenece”. No sé si en realidad es el nacionalismo algo malo. Es cuando el nacionalismo extremo comienza a funcionar.

Los habitantes de una nación deben y pueden querer a su país, respetarlo y cuidarlo, y hablo de país por sobre todo para referirme a los habitantes de este país. Pero no es por esto que no se deba respetar y querer a los demás habitantes. Podemos estar orgullosos de nuestro país, de nuestras creencias, pero no hay por qué esperar que todo el mundo esté orgulloso y comparta con ello. Podemos respetar a nuestros habitantes, pero siempre hay un punto medio.

¿En qué piensa la gente cuando habla de que los inmigrantes “vienen a sacarnos el trabajo a los argentinos? Estados Unidos nos instaló un orgullo nacional falso. Un orgullo nacional teñido de violencia y discriminación. En que según con qué país estén en guerra en el momento son los “malos” de sus películas. ¿A nosotros que nos hacen los inmigrantes? No vienen a matarnos, no vienen a hacernos mal. Vienen a buscar una mejor vida. Y en vez de emplear este orgullo nacional en pensar que bueno es que la gente elija venir a vivir a nuestro país lo empleamos en algo negativo, lo empleamos en discriminar. Y así es como Augusto Comte refleja esto en una sola expresión “Mucho más que los intereses es el orgullo que nos divide”.

Además, es algo hipócrita. En nuestro país, la mayoría somos hijos de inmigrantes. Descendientes de alguien que algún tiempo atrás vino a la Argentina buscando algo mejor, una vida mejor. Y los que no son hijos de indígenas, que tan poco son los que son mejores tratados y reconocidos en nuestro país.

Como esta historia es la de novela leída “El mar que nos trajo” donde relata la historia de un joven italiano que viaja a Argentina como marinero en busca de más dinero y una mejor vida. Que llega a la Argentina y se encuentra con los jóvenes del resto del mundo, que como él, vinieron en busca de una mejor vida, a trabajar en casa de gente que previamente ya había venido al “nuevo mundo”. Entonces, en realidad estos inmigrantes son los que vinieron a profanar. A profanar a los indígenas y la discriminación fue instalada hipócritamente de una manera al revés. Son estos inmigrantes que luego se hacen argentinos los que vinieron “a sacarle al trabajo” a los indígenas, y en cambio los indígenas son los discriminados. Y esta discriminación es plasmada en “El pan de la Serpiente”: Cuando la protagonista española, Felisa, comienza a trabajar en una casa de una familia adinerada comienza una amistad con una compañera de trabajo, una indígena.

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