Ensayo

Me regalaron la vida, la he vivido con intensidad, he explotado los dones que me dio  Dios que son muchos y me he hecho un mejor ser humano.

En el sol de hoy se conoce como el puente de la 92. Pero antes era un potrero con pasto grueso. Aquel pasto criollo  hace parte de un recuerdo prístino. Mi madre a un lado, junto a ella un mantel sobre el suelo y sobre el mantel una caja de picnic. Dos objetos que protagonizaban la situación. Y yo ahí, con año y medio de edad  sentado junto a mamá. Viendo a mis hermanas y mi prima corriendo a lo lejos. Tan distantes como siempre al igual que mi padre. Tan pasivo y tan distante. Pero a pesar de su distancia impuso su educación victoriana. Donde el niño era visto más no escuchado.      

Y hoy en día un gobierno que no es gobierno. Más bien es un desgobierno total.

Pues se trata de manejar al país como si fuera un Reality Show. En donde no hay actos de gobierno sino es el pueblo quien decide. ¡Cosa espantosa! Nos estamos volviendo un estado de opinión y un estado de opinión… no es viable.  

Sus objetivos más no los míos

Me gusta pintar, la historia y comprender. Esto último  nació a temprana edad cuando hacia mis propios juguetes. De todas aquellas cosas bellas, un barco de cartón labrado por mis manos hace parte de mis recuerdos más agradables. Este barco conformado por un carrete de madera, ese que utilizaban las señoras para cocer, un caucho y un palo incluidos en el carrete daban origen a una regata imaginaria. Esta historia de recuerdos nublados es acompañada por la memoria de una casa con piso de madera antigua, dos patios, cuartos y cocina como una casa normal de aquella época. Acompañada del olor a chocolate y la corteza de los árboles de la casa de mi abuela.

Los tejidos que han labrado mi camino, han traído disgustos por parte de mi padre y mi madre y la religión. Pues al parecer yo era Bohemio toma trago de la colina de la deshonra del barrio La Perseverancia; ya que no tenía cualidades de doctor, abogado o cura y por eso no lo aceptaron ¡pero bueno tampoco lo impidieron! Y gracias a dios tengo diferentes dones que me han permitido experimentar mi vida con mis objetivos y no con los suyos, a los de mis padres me refiero.        

Y entonces el instinto destructivo

El juego es una condición; y este juego seducido y condicionado por  una caja de madera propiedad de mi padre, muy seductora con olor a tabaco, me llevaron a una condición adicta a los once años. Posteriormente la moda en los años 60’s juega el rol de hacer parte del ciudadano, y entonces todos fumábamos y las mujeres enloquecían. Aquel ayer de una juventud sin preocupaciones, brota el recuerdo de un cigarrillo escolar clandestino, poco deporte y  grandes fiestas.  

En ese entonces la ciudad se desdibujaba por el hollín. Los buces, los cines, los salones de clase y los ascensores eran un humazo. Hasta que un día intentaron civilizarnos jugando con la realidad. Ya no se podía fumar en lugares cerrados y se debía respetar la cebra peatonal.  

Dos mujeres cuatro hijos

En un camino indeciso, donde el jugador que labra el destino soy yo. A manera abstracta quise una familia. Y la abstracción de este querer me llevo a aceptar a dos mujeres y esto mismo llevo a que  ellas me aceptaran. De este proceso brota una relación, con su umbral primordial que es la aprobación y el gusto.

Esta historia de gustos y aprobaciones trajo consigo enlaces sociales. Un primo y una hermana como mediadores en el conocimiento de dos mujeres, quienes actualmente son madres de mis cuatro hijos, que siempre orgulloso de ellos me he  sentido. Y en el ayer al que hoy  me inclino fueron buenas amigas mías en un principio.  A Christine la conocí por su primo y a Victoria mediante su hermana clemencia.  Dos relaciones; una magnifica y la otra buena.  Este declive relacional se da igual que el mundo social. Donde todo pasado siempre fue mejor.

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