Ensueño y literatura

1. La literatura construye realidades alternas de la cotidianidad

La representación de situaciones, la expresión de emociones y estados de ánimo, la posibilidad de capturar momentos inasibles, la inclusión de fantasías, sueños e ilusiones como parte de la existencia humana, hicieron posible la ficción literaria en todas sus formas. También sucesos que pueden no acomodarse a las pautas de la realidad, pero que - esta vez, por contrario - no se proyectan desde la voluntad creadora de un artista, de un escritor. La tangente ficticia se dispara, por tanto, hacia universos distintos que gobiernan un extraño azar (el de los sueños) y una voluntad expresiva (la literatura).

2. La imaginación puede ser concebida como una facultad capaz de reproducir mentalmente las causas y soluciones de los problemas reales, es por esto que los autores la usan para crear su mundo ideal  y modificar su entorno. Por medio de la imaginación inagotable, se transforma la realidad en la que vive.

3. Para Martha Craven, filósofa norteamericana nacida en Nueva York, la literatura no es sólo un entretenimiento consumible ni un producto burgués, sino que ésta desarrolla la imaginación, y al mismo tiempo va formando las capacidades que ayudan al hombre a poder realizar un mejor análisis de la realidad, y a partir de ella transformarla.

4. Uno de los medios a través de los cuales el hombre ha manifestado, expresado y revelado su historia, su deseo y pensamiento es la Literatura. Ella lleva consigo la esencia de la existencia humana, su dolor, su triunfo, su aprendizaje y su crecimiento. Sus palabras desdoblan historias fascinantes, revelando los enigmas de la vida, rescatando nuestras raíces ancestrales y trasladando nuestra imaginación a mundos indescriptibles.

5. En los primeros tiempos de nuestra cultura, el autor aprovechaba la aparente libertad de la imaginación como recurso artístico. Imaginaba, entonces, un sueño, es decir, controlaba artísticamente lo que le había sucedido al margen de su voluntad, y lo trasponía simbólicamente en correspondencia simple con los anhelos, las tristezas y otras aventuras del corazón humano.
Al lector no se le solicitaba mayor ejercicio de su inteligencia que el de la lectura y la comprensión ya masticadas por el autor, en modo alguno se le introducía en un mundo de significados imposibles.

6. El sueño abría un espiral de las contemplaciones lejanas en el tiempo y en el espacio de los anhelos, cumplía su labor para explicar lo maravilloso. No acechaba ninguna trampa al lector u oidor: sabía que se podía acceder a un mundo de fantasías, que habría que interpretar racionalmente, en correspondencia con la realidad. Los autores no nos cuentan realmente sus sueños, sino que utilizan ese accidente de la condición humana para contarnos otras cosas. El Marqués de Santillana - uno de los soñadores más empedernidos de nuestra historia literaria - abre el sueño en la Comedieta de Ponza.

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