Experiencias de una docente recién egresada

La sorpresa en 5° grado.

Había una vez una maestra  con apenas un año de servicio que fue enviada a trabajar a una escuela de organización completa en lo alto de  la sierra de Aquismón, el paisaje en el que estaba inmersa la institución era verdaderamente hermoso, altos pinos,  cedros y otros árboles, una fauna que se podía apreciar al caminar por las veredas, porque para llegar hasta ahí se tenía que cruzar por pura terracería accidentada. Al llegar al edificio escolar se pudo dar cuenta que era un lugar que contaba con la infraestructura necesaria para atender a 117 niños. Al principio sentía un poco de miedo porque era un lugar totalmente diferente a  donde había laborado anteriormente, pero aun así decidió que sería el sitio  donde tenía que poner todo su esfuerzo y obtener buenos resultados

El grupo que le fue asignado para su quehacer fue 5° ‘’A’’, 21 rostros nuevos para ella, pero todos con una carita deseosa por conocer a su nueva maestra, los niños muy tímidos, pero todos muy respetuosos y nobles, poco a poco fue conociendo las características de cada uno sus debilidades y fortalezas era un grupo muy heterogéneo, con necesidades muy notorias. Una de las debilidades que llamaron su atención fue que de los 21 alumnos 4 de ellos no sabían leer y escribir, mucho menos operaciones matemáticas.

La maestra se sintió muy triste al ver que esa situación le presentaría gran dificultad para poder trabajar los contenidos, además que los niños eran aislados por la otra parte del grupo. Decidió poner manos a la obra y se propuso sacar adelante a esos niños que ciclos atrás habían quedado olvidados y así se fueron rezagando.

Comenzó por hacer un diagnóstico para saber en qué etapa de lectoescritura se encontraban, y así poder crear actividades y situaciones que le permitieran avanzar, pidió apoyo de su director y sus compañeros los cuales le proporcionaron materiales, día a día destinaba cierto tiempo de lleno para ellos porque no podía descuidar al resto del grupo, así los alumnos se fueron apropiando de la lengua escrita e integrándose a las actividades que los demás hacían,.

En ocasiones la maestra se ponía triste porque los niños se ausentaban y eso retrasaba el avance, además los padres no mostraban interés en el aprendizaje de sus hijos, aun así no se rindió y la maestra siguió trabajando con esos alumnos que un día no sabían leer.

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