Felisberto Hernández
fefadelamarEnsayo13 de Junio de 2019
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Antonella Berretta
Federica Chalar
Literatura Uruguaya II
He decidido leer un cuento mío, no solo para saber si soy un buen intérprete de mis propios cuentos, sino para saber también otra cosa: si he acertado en la materia que elegí para hacerlos: yo los he sentido siempre como cuentos para ser dichos por mí, esa 199 era su condición de materia […]. Y lo diré de una vez: mis cuentos fueron hechos para ser leídos por mí, como quien le cuenta a alguien algo raro que recién descubre, con lenguaje sencillo de improvisación y hasta con mi natural lenguaje lleno de repeticiones e imperfecciones que me son propias. Y mi problema ha sido: tratar de quitarle lo más urgentemente feo, sin quitarle lo que le es más natural; y temo continuamente que mis fealdades sean siempre mi manera más rica de expresión [Felisberto Hernández. O C, Tomo III, 214].
El recuerdo en la narrativa de Felisberto Hernández
El presente trabajo trata del autor Felisberto Hernández, el cual nació en 1902 en Montevideo, Uruguay y falleció en 1964. En este lapso de tiempo se desempeñó como compositor, pianista y como escritor. Es importante tener presente estas múltiples facetas de su persona, ya que todas ellas se reflejarán en su obra literaria.
En lo que refiere a Hernández y su obra literaria, podemos enumerar ciertas características que hacen que sus narraciones se encuentren todavía vigentes. En este sentido, Luis Miguel Madrid, en su trabajo Acerca de Hernández Pensamientos Largos, reconoce como elementos representativos el hecho de que varios de sus personajes hacen referencia a Felisberto Hernández persona, así como también los relatos surgidos de anécdotas y recuerdos que crean un universo paralelo en donde los objetos se ven humanizados puesto que son el vehículo para la rememoración.
Creador de la narración-pensamiento y de la narración “de la memoria”, Felisberto Hernández consigue, con sus “autoficciones”, que el lector naufrague en sus recuerdos y, a través de la sencillez de su lenguaje, logre captar la esencia misma de las sensaciones que estos le producen al mismo autor. Cabe destacar que su narrativa está netamente influenciada por su veta como pianista ya que sus relatos se asemejan a un músico improvisando una pieza, sus pensamientos y recuerdos van brotando, amalgamándose y fluyendo al igual que las notas musicales.
Con respecto a lo anterior, Madrid sostiene lo siguiente:
Se sabe que Felisberto no corregía sus obras —a través de sus cartas y manifestaciones de sus amigos—, pero el desorden y la divagación no parten de ahí: son utilizados como técnica, ellos nos acercan al misterio y sustentan la ficción a través de un lenguaje poético novedoso, en el que se incorporan elementos cotidianos a un mundo de ensoñación sin conflictos ni dramatismos. Y ello se expone dejando claro que el narrador no lo sabe todo. El cuento es un proceso de búsqueda, una fórmula para llegar al conocimiento en la que el autor participa por medio de su álter ego. Pero no hay llegada ni existe conclusión. La gracia del relato está en el viaje, en ese recorrido que inicia la nostalgia y mantiene la imaginación. (Pág. 1)
En relación a estas improvisaciones, a estas desordenadas creaciones, Sebastián Miras aporta que: “ Felisberto padeció, desde ciertos sectores de la crítica montevideana, un rechazo hacia su obra que mantuvo reducida su estatura literaria durante muchos años.” (Miras, pág. 2) Contará en sus comienzos con críticos que descalifiquen su obra por entender que hay en ella algunas fallas desde lo sintáctico pero también estarán quienes se animan a alagar el contenido de las mismas.
Tal es el caso de María Chiara D’Argenio, esta autora destaca la singularidad de los temas, sobre todo el límite de las obras de dicho autor:
Su versión de lo fantástico se ha definido como onírica, por el carácter ensoñador de sus ambientaciones y las celadas transgresiones que la caracterizan. Sus obras están impregnadas de atmósferas oníricas, irreales y surreales, mundos donde se establecen extrañas correspondencias entre los distintos elementos que los componen, frecuentemente grávidos de sutiles simbolismos. (D’ Argenio, pág.1).
Todas estas peculiaridades que menciona la crítica serán parte de toda la narrativa de Felisberto y harán de ella su carácter singular.
Luego de esta breve introducción sobre el autor y las características de su obra, entendemos pertinente comenzar con el desarrollo del tema a analizar El recuerdo en la narrativa de Felisberto Hernández, para ello nos basaremos en los cuentos El corazón verde y Por los tiempos de Clemente Colling así como también lo vincularemos con la inteligencia emocional basándonos en el psicólogo Paul Ekman, para facilitar la comprensión de este punto utilizaremos la película Intensamente.
En primera instancia, realizaremos un breve abordaje de aspectos literarios de las obras de Felisberto Hernández. En ambas estamos ante un narrador protagonista en primera persona, que se sitúa en el presente, aunque a medida que nos adentramos en la narración se verá que los tiempos en los que el protagonista se mueve, van cambiando. Con respecto al estilo discursivo de este autor, D´ Argenio asegura que: “Los textos de Felisberto se revelan una inmejorable ejemplificación de este fantástico “discursivo”, donde el sentido fantástico es producto del acto narrativo.” (D’ Argenio, pág.3). La crítica, deja claro que el aspecto fantástico del uruguayo se crea a partir de la forma en la que son relatados los hechos y en cómo los elementos cotidianos adquieren una simbología especial dentro de la narración.
Por otro lado, se establecen relaciones entre diversos objetos a lo cual Sebastián Miras agrega que todos ellos funcionan en conjunto para evitar la realidad. “El modo de articular la relación entre su persona y el entorno, personificando los objetos, cosificando a las personas, o haciendo que partes del cuerpo funcionen de manera independiente, constituyen su manera de evitar la realidad.” (Miras, pág.5).
Con respecto a lo anterior, en el caso de El corazón verde, el elemento a destacar en esta narración será el alfiler debido a que el protagonista de la historia lo personificará y lo utilizará como un portal a sus recuerdos.
Al principio, mientras yo lo daba vuelta entre mis dedos, pensaba en cosas que no tenían nada que ver con él; pero de pronto él me empezó a traer a mi madre, después a un tranvía a caballo, una tapa de botellón, un tranvía eléctrico, mi abuela, una señora francesa que se ponía un gorro de papel(…) (Hernández, O.C. pág.116).
Sin embargo, en Por los tiempos de Clemente Colling, los elementos u objetos serán varios (por la extensión misma del relato) pero en ambas narraciones la enumeración sobre los acontecimientos son cada vez más detalladas y no responden a una linealidad temporal.
Siguiendo con el punto expuesto, cabe destacar que, es una característica de la narrativa de Felisberto Hernández el incluir elementos inanimados que dan a los personajes un motivo de disgusto o de placer. En relación a lo último, D’ Argenio aporta lo siguiente:
En los cuentos de Felisberto los ambientes están definidos por una mirada que rebasa las fronteras entre lo animado y lo inanimado (este es el aspecto más significativo desde el punto de vista semántico), otorga vida real a los objetos y deshumaniza a las personas.(D’ Argenio, pág.3).
El hombre pierde la noción de su realidad al entrar en contacto con el alfiler (El corazón verde) porque interactuar con él le permite traer al presente cosas de su pasado.
En segunda instancia, entendemos necesario realizar un breve acercamiento a la teoría de Paul Ekman en referencia a la inteligencia emocional. Dicho psicólogo plantea que el ser humano cuenta, de manera innata, de seis emociones básicas: la alegría, la tristeza, la furia, el miedo, el asco y la sorpresa. Sin embargo, a partir del año 2014 se establecieron solamente cuatro como básicas dejando fuera a las dos últimas. Dichas emociones influyen en lo que pienso y hago, y viceversa, lo que pienso y hago influyen en lo que siento. Estas emociones determinan el pensamiento, por ejemplo condicionando los recuerdos por lo que cada recuerdo puede estar asociado o despertar alguna de las emociones anteriormente mencionadas. Las mismas sirven para establecer si algo merece ser recordado o no, cuanto más fuerte es la emoción más vívido es el recuerdo, y, a su vez cada recuerdo genera una emoción.
Ahora, ¿qué tiene que ver esto con la obra de Felisberto Hernández? Pues bien, como ya lo mencionamos con anterioridad, el uruguayo escribe a partir de la memoria, de sus recuerdos, y tiene una filosofía del mismo semejante a la teoría psicoanalítica planteada. Es decir, la forma en que el autor describe y construye los recuerdos se corresponde con las emociones básicas.
Tal es el caso de Por los tiempos de Clemente Colling donde el autor expone lo siguiente:
Los recuerdos vienen, pero no se quedan quietos. Y además reclaman la atención algunos muy tontos. Y todavía no sé si a pesar de ser pueriles tienen alguna relación importante con otros recuerdos; o qué significados o qué reflejos se cambian entre ellos. Algunos parece que protestaran contra la selección que de ellos pretende hacer la inteligencia. Y entonces reaparecen sorpresivamente, como pidiendo significaciones nuevas, o haciendo nuevas y fugaces burlas, o intencionando todo de otra manera. (Hernández, O. C. pág 223)
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