Gamaliel Bernal

El hombre perfecto: Gamaliel

19 de mayo de 1920

Por Sánchez Orduña Julio César

La novela que estamos abordando a continuación es de verdadera calidad. Las considerables dificultades que plantea su lectura no obedecen a un deseo gratuito de experimentalismo narrativo, sino que son verdaderas exigencias del relato tal como lo ha concebido Carlos Fuentes. Lo que presentare a continuación en este texto, es un breve análisis del capítulo 11919:20 de mayo de (Fuentes, Carlos, (1962) La muerte de Artemio Cruz, México, Fondo de Cultura Económico, 4ªEdicion, 444pp)

El autor pretende conseguir un efecto de acumulación de recuerdos, visiones, sensaciones, en un plazo de tiempo objetivamente muy breve, durante el cual el protagonista pasa revista a toda su vida y la valora globalmente al tiempo que se nos revela como personaje. La técnica retrospectiva y la corriente interior de la conciencia desgajada en dos obedecen a este propósito, que se cumple plenamente. La muerte de Artemio Cruz presenta indudables inconvenientes de índole moral. El tono general de la novela, de la vida de AC, es el de un materialismo a ultranza en el que no cabe otra cosa que el provecho personal a cualquier costo. En el fondo, Artemio Cruz es un miserable egoísta al que ha sonreído la fortuna y que se ha aprovechado de todo porque no cree en nada.

El contexto de la victoria revolucionaria desplaza el carácter accidental de la herida y le resigna un valor dramático: “esa cicatriz de sable en la frente” (Fuentes, 1962:156) de acuerdo a lo que comendo don Gamaliel. Su herida apócrifa se torna en el boleto que el abrirá las puertas de los círculos exclusivos del poder. Sin saberlo Artemio Cruz regresa al pueblo para celebrar la inauguración irónica de un cuerpo valeroso que no le pertenece. En esa herida que puedo llamar como “superficial “radica la fundación y el auge social del personaje.

Así como el cuerpo que lo agobia en su vejez está presente, el de su juventud se sintoniza. Artemio Cruz parece tener para los demás signos los de fortaleza portentosa. Sus ojos te hipnotizan como a la vez su mirada es cortante. Cuando el padre Páez lo ve acercarse a la Iglesia por primera vez, el padre nota que nuestro personaje desprende una fuerza de autoridad muy imponente a simple vista que deja inquietud. Más adelante, en el primer encuentro de Artemio con Catalina, un deliberado contacto de piernas tendrá efectos muy perturbadores. Catalina se descubrirá a si misma mientras se desnuda en su cuarto tratándose de negarse lo inevitable atracción que provoco en ella tras ese contacto al que me ando refiriendo. La lectura táctil de Catalina se centra en la fortaleza del pie que supongo adquiere una esencia bestial, algo así como indomable, de Artemio. Y justo antes del contacto con su pie, la hija de don Gamaliel ya había observado en Artemio una infinidad de rasgos físicos que le atrajeron aún más.

Para Artemio, Don Gamaliel, padre de Gonzalo y Catalina., aquél era un hombre de honor, con porte aristocrático y de en gran parte con clase, por lo que quise recalcar su opinión sobre el:

"Él no perdía de vista los ojos ambarinos del anciano, demasiado resueltos a crear un ambiente de cordialidad, demasiado seguros detrás de la máscara de dulzura paternal. Quizás esos movimientos señoriales de las manos, esa nobleza fija del perfil y del mentón barbado, esa inclinación atenta de la cabeza, eran naturales. Él pensó que, no obstante, aun la naturalidad puede fingirse; a veces, la máscara disimula demasiado bien los gestos de un rostro que no existe fuera o debajo de ella. Y la máscara de don Gamaliel se parecía tanto a su verdadero rostro, que inquietaba pensar en la línea divisoria, en la sombra impalpable que podría separarlos: lo pensó y también que algún día podría decírselo al viejo sin tapujos” (:55)

En mi opinión, me pareció algo inadecuado los pensamientos del moribundo, que conocemos como egoístas, materialistas, reflejo a cualquier sentimiento religioso, y la administración de los sacramentos por parte del sacerdote, que cree inconsciente a nuestro personaje. No falta tampoco la consideración

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