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Globalización, Economía y Ambiente: Reflexiones en torno al concepto de la Sociedad del Riesgo

amaya4444Tesis7 de Julio de 2015

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Globalización, Economía y Ambiente: Reflexiones en torno al concepto de la Sociedad del Riesgo

Introducción

La idea fuerza del presente ensayo es el concepto de Ulrich Beck acerca de la Sociedad del Riesgo. El concepto de riesgo caracteriza un peculiar estado intermedio entre la seguridad y la destrucción; el discurso sobre los riesgos comienza donde termina la confianza en nuestra seguridad y deja de ser relevante cuando efectivamente ocurre el daño. Desde la visión de Beck, el concepto de riesgo cuando es considerado científicamente (riesgo=accidente x probabilidad) adopta la forma del cálculo de probabilidades, y nunca puede excluir el peor caso posible. Consideramos adecuado este abordaje en tanto este autor expuso una serie de cambios que no estaban siendo advertidos por las ciencias sociales y que afectaban notablemente a las nuevas generaciones.

En la fase inicial de la sociedad del riesgo, los riesgos y la percepción de los mismos son “consecuencias no deseadas” de la lógica de control que domina la modernidad; en la medida que la naturaleza se industrializa, surgen nuevos tipos de incertidumbre denominadas “incertidumbres fabricadas”. Estos tipos de riesgos y peligros internos presuponen una triple participación de expertos científicos en el papel de productores, analistas y beneficiarios de las definiciones de riesgos; los riesgos únicamente sugieren cuáles cosas no habrían de hacerse, pero no qué se debería hacer.

A medida que los riesgos se convierten en el escenario desde el que se percibe el mundo, la alarma que provocan crea una atmósfera de impotencia y parálisis. En esta línea de análisis, nos proponemos indagar estos fenómenos a la luz de los importantes problemas ecológicos y ambientales, visibles en estos primeros años del siglo XXI, y la forma en que repercuten según se trate de países dominantes o no, ya que constituyen un interesante aspecto de la modernidad, donde la producción social de riqueza va acompañada sistemáticamente por la producción social de riesgos, cambiando así la lógica del reparto de la riqueza por la lógica del reparto de los riesgos.

Globalizando los riesgos

Partiendo de su definición de sociedad del riesgo, Beck [3] se refiere a la “globalización del riesgo” de la siguiente manera: (…)”en la civilización desarrollada surge una novedosa asignación global y mundial de peligros frente a la cual las posibilidades individuales de decisión apenas existen” (…) “la igualación mundial de la situaciones de peligro no puede engañar sobre las nuevas desigualdades sociales dentro de la sociedad del riesgo. Estas surgen en especial allí donde (a escala internacional) las situaciones de clase y las situaciones de riesgo se solapan”.[4]

Debido al proceso de globalización que atraviesan todos los países, los nuevos riesgos tienen características diferenciadoras con respecto a los anteriores, éstos son simultáneamente locales y globales, es decir, “glocales” y atraviesan todos los ámbitos y espacios. Esta concepción de globalización es válida, ya que considera que el proceso globalizador es superador de lo local y que al mismo tiempo lo incluye, destacando de este modo la obligación de articular instancias de regulación locales, nacionales y supranacionales. Por su parte, Robertson [5] reafirma la necesidad de introducir en la teoría social el concepto de glocalización, para sustentar su argumento general que señala: (…) “la globalización ha implicado la reconstrucción y en cierto sentido la producción de hogar, comunidad, localidad” (…) “desde un punto de vista analítico no es visto como contrapunto de lo local”. Esta afirmación es correcta ya que lo local puede ser considerado con algunas reservas, como un aspecto de la globalización. En este sentido y a título de ejemplo, el proceso de globalización en la agricultura puede manifestarse en la masiva difusión, distribución y uso de paquetes tecnológicos, uno de cuyos componentes son las tecnologías químicas desarrolladas por empresas transnacionales quienes se convierten en los principales agentes en el desarrollo de esta tendencia, no obstante las características para su uso, intensidad etc. son netamente locales de las zonas en donde se las aplica.

Los riesgos que se generan en el nivel más avanzado del desarrollo de las fuerzas productivas, causan daños sistemáticos, a menudo intangibles y definitivos, que al repartirse provocan situaciones sociales de peligro; los riesgos de la modernización afectan tanto a los que los producen como a quienes se benefician de esta última, se trata de un “efecto bumerang” que ocasiona más tarde o más temprano la unidad del culpable y de la víctima.

La observación de las consecuencias del cambio climático [6] constituye un claro ejemplo de lo que estamos afirmando. Los desastres naturales causan pérdidas de tal magnitud que retrasan considerablemente los esfuerzos por mejorar las condiciones de vida de la población. Los casos de inundaciones de la región pampeana y del litoral son emblemáticos en este sentido, ya que la Argentina ha perdido el 1,1% de su PBI en los últimos años por esa causa, sin contar los efectos perjudiciales sobre los sistemas productivos agropecuarios. Por lo tanto, el “efecto bumerang” no es sólo una amenaza a la vida, sino también a los medios delegados, como el dinero y la propiedad.

En cuanto a las consecuencias sociales, es importante señalar que la población más pobre tanto de las zonas rurales como de las urbanas, no sólo soporta una cuota desmedida del impacto de los desastres, sino que se encuentra en desventaja en el posterior período de recuperación y reconstrucción. De esta forma, los riesgos y sus consecuencias impactan de modo diferencial entre países desarrollados y subdesarrollados, y también al interior de éstos, ya que los sectores más pobres son más frágiles y vulnerables frente a los desastres ambientales, que los de mayores ingresos, cuyas estrategias para hacer frente a tales circunstancias son más eficaces.

La nueva modernidad

La sociedad del riesgo sintetiza un momento de la historia moderna, en el cual se reformulan sus componentes y aparecen nuevas estrategias de dominación. De acuerdo con Beck, en la actualidad estaríamos frente a una sociedad posindustrial, en el sentido que las matrices básicas de la modernidad, sus formas de organización, los modos de producción, la organización económica y las formas en las cuales se ejercía lo político, característicos de la sociedad industrial, se han modificado sustancialmente. Al respecto, Beck señala que (…) “mientras que en la sociedad industrial la lógica de la producción de riqueza domina a la lógica de la producción de riesgos, en la sociedad del riesgo se invierte esta relación” (…) “la ganancia del poder del progreso técnico-económico se ve eclipsada cada vez más por la producción de riesgos”.[7] En la actualidad, la prevención de los cambios climáticos adversos, se ha constituido como una de las herramientas más importantes para el sostenimiento del desarrollo. Estos cambios climáticos adversos, tanto los de rápido desarrollo como las inundaciones, los vientos de alta velocidad y el fenómeno “El Niño”, y los de lento desarrollo como la sequía, la desertificación y la degradación de los suelos, se muestran cada vez más recurrentes y con mayor impacto.

Desde la década de los setenta, el ecologismo ha ido avanzando en las distintas capas de la sociedad bajo una premisa fundamental: "el crecimiento tiene un límite”. La aparición en escena de distintos conceptos relacionados con la protección del ambiente, motivó reacciones muy adversas, ya que ecología y crecimiento eran metas opuestas y, necesariamente el logro de una conllevaba al deterioro de la otra. Esto fue así al punto de considerarse que cualquier posición a favor del ambiente implicaba tomar partido en contra del crecimiento y por ende un peligro para la rentabilidad y la competitividad económica. Es recién en la década de los ochenta que comienza a difundirse la idea del desarrollo y/o crecimiento sustentable, como una forma de la racionalidad impuesta sobre la actividad económica, que permite no extraer de la naturaleza más de lo que es necesario para satisfacer las necesidades de las generaciones actuales y sin comprometer la disponibilidad de los recursos para las generaciones futuras. El Reporte Brundtland, (1987) generado por una Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente que estableció la Organización de las Naciones Unidas, es considerado el documento más esclarecedor de lo que iba a sobrevenir en los siguientes 20 años. En él se destaca que “la humanidad debe cambiar sus estilos de vida y la forma en que se hace el comercio, pues de no ser así, se iba a esperar un padecimiento humano y una degradación ecológica inimaginables”.

Globalización, Estado, procesos de reforma y consecuencias ambientales

Las tensiones que conlleva el proceso globalizador nos lleva a reflexionar sobre el rol del Estado; la concepción y definición del mismo están sujetas a la tensión de dos requerimientos: el individual y el colectivo. La cuestión ambiental tiene, quizás como ninguna otra, componentes de alta conflictividad en estos aspectos. El derecho de un empresario a desmontar su tierra tropieza con el deseo colectivo de proteger la biodiversidad presente en el ecosistema del bosque, prevenir la posible ocurrencia de inundaciones por falta de barreras naturales a la escorrentía del agua, y preservar el suelo de la erosión a la que será expuesto y que lo sustraerá al capital natural

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