ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Hamlet. Рríncipe de dinamarca


Enviado por   •  16 de Marzo de 2015  •  Informes  •  5.179 Palabras (21 Páginas)  •  223 Visitas

Página 1 de 21

HAMLET. PRÍNCIPE DE DINAMARCA

ACTO I

Salón de Palacio.

CLAUDIO.- Aunque la muerte de mi querido hermano Hamlet está todavía tan reciente en nuestra memoria, he recibido por esposa, a la que un tiempo fue mi hermana y hoy reina conmigo. Y tú, Laertes, ¿qué solicitas?

LAERTES.- Respetable Soberano, solicito la gracia de su permiso para volver a Francia. De allí he venido voluntariamente a Dinamarca a manifestarle mi leal afecto, con motivo de su coronación.

CLAUDIO.- ¿Has obtenido ya el permiso de tu padre? ¿Qué dices Polonio?

POLONIO.- A fuerza de importunaciones ha logrado arrancar mi tardío consentimiento.

CLAUDIO.- Elige el tiempo que te parezca más oportuno para salir. Y tú, Hamlet, ¡mi amigo, mi hijo!

HAMLET.- Algo más que hijo, y menos que amigo.

CLAUDIO.- ¿Qué sombras de tristeza te cubren siempre?

HAMLET.- Al contrario, señor, estoy demasiado al sol.

GERTRUDIS.- Mi buen Hamlet, no busques con abatidos párpados entre el polvo a tu generoso padre. Tú lo sabes, común es a todos, el que vive debe morir, pasando a la eternidad.

HAMLET.- Sí señora, a todos es común.

GERTRUDIS.- Pues si lo es, ¿por qué aparentas tan particular sentimiento?

HAMLET.- ¿Aparentar? No señora, yo no sé aparentar. Aquí, aquí dentro tengo lo que es más que apariencia.

CLAUDIO.- Bueno y laudable es que tu corazón pague a un padre esa lúgubre deuda, Hamlet; pero, no debes ignorarlo, tu padre perdió un padre también y aquel perdió el suyo. El que sobrevive, debe limitar la filial obligación de su tristeza a un cierto término. Modera, pues, yo te lo ruego, esa inútil tristeza, y considera que tienes un padre en mi puesto. Por cierto, tu resolución de volver a los estudios de Witemberg es la más opuesta a nuestro deseo, y antes bien te pedimos que desistas de ella; permaneciendo aquí, estimado y querido a vista nuestra, como el primero de mis Cortesanos, mi pariente y mi hijo.

GERTRUDIS.- Yo te ruego Hamlet, que no vayas a Witemberg; quédate con nosotros. No sean vanas las súplicas de tu madre.

HAMLET.- Obedeceré en todo, madre.

HAMLET solo

HAMLET.- ¡Oh! ¡Si esta carne, demasiado sólida, pudiera ablandarse y liquidarse, disuelta en lluvia de lágrimas! ¡Oh! ¡Dios mío! ¡Que esto haya llegado a suceder a los dos meses que él ha muerto! No, ni tanto, aún no hace dos meses. Aquel excelente Rey, tan amante de mi madre, ella, que se le mostraba tan amorosa. Y no obstante, en un mes... ¡Ah! no quisiera pensar en esto. ¡Fragilidad! ¡Tu nombre es mujer!

HORACIO.- Buenos días, señor.

HAMLET.- Me alegro de verte Horacio. ¿A qué has venido de Witemberg?

HORACIO.- He venido a ver los funerales de su padre.

HAMLET.- No te burles de mí. Yo creo que habrás venido a las bodas de mi madre.

HORACIO.- Es verdad, como se han celebrado inmediatamente.

HAMLET.- Economía, Horacio, economía. Aún no se habían enfriado los manjares cocidos para el convite del duelo, cuando se sirvieron en las mesas de la boda... Mi padre, era un hombre tan cabal en todo que no espero hallar otro semejante.

HORACIO.- Señor, yo creo que lo vi anoche.

HAMLET.- ¿Lo viste? ¿A quién?

HORACIO.- Al Rey su padre.

HAMLET.- ¿Al Rey mi padre?

HORACIO.- Présteme oído atento, mientras le cuento este caso maravilloso.

HAMLET.- Sí, por Dios, dímelo.

HORACIO.-Lo he visto dos veces hallándome de guardia, como a la mitad de la noche. Una figura, semejante a su padre, con sus armas, se me puso delante, caminando serio. Tres veces pasó de esta manera ante mis ojos; pero, permanecí mudo sin poder hablarle.

HAMLET.- ¿Y en dónde fue eso?

MARCELO.- En la muralla de palacio.

HAMLET.- Esto me llena de turbación. ¿Estás de centinela esta noche?

TODOS.- Sí, señor.

HAMLET.- Quiero ir al puesto, por si acaso vuelve.

HORACIO.- ¡Oh! Sí volverá, yo se lo aseguro.

HAMLET.- Entre once y doce iré a buscarte a la muralla. Adiós. El espíritu de mi padre... Con armas... No es esto bueno. Sospecho alguna maldad.

Explanada delante del Palacio. Noche oscura.

HAMLET.- El aire es frío y sutil en demasía.

HORACIO.- En efecto, es agudo y penetrante.

HAMLET.- ¿Qué hora es ya?

HORACIO.- Me parece que son las doce. ¿Veis? Señor, ya viene.

HAMLET.- ¡Ángeles defiéndannos! Ya seas alma dichosa o condenada visión, es necesario que yo te hable. Hamlet, mi Rey, mi Padre, Soberano de Dinamarca... ¡Oh, respóndeme, no me atormentes con la duda! Dime, ¿por qué te apareces así o qué debemos hacer nosotros?

HORACIO.- Le hace señas de que lo siga, como si deseara comunicarle algo a solas.

HAMLET.- Si no quiere hablar, habré de seguirle. Camina. Ya te sigo.

Parte remota cercana al mar. Vista a lo lejos del Palacio de Elsinor.

LA SOMBRA.- Presta atentos oídos a lo que voy a revelarte.

HAMLET.- Habla, yo te prometo atención.

LA SOMBRA.- Luego que me oigas, prometerás venganza.

HAMLET.- ¿Por qué?

LA SOMBRA.- Yo soy el alma de tu padre: destinada por cierto tiempo a vagar de noche y aprisionada en fuego durante el día. ¡Oh! Si no me fuera vedado manifestar los secretos de la prisión que habito, pudiera decirte cosas que la menor de ellas bastaría a despedazar tu corazón. Atiende, atiende, ¡ay! Atiende. Si tuviste amor

...

Descargar como (para miembros actualizados)  txt (31.1 Kb)  
Leer 20 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com