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Historia de la Guerra de los Cien Años


Enviado por   •  21 de Julio de 2013  •  Tesis  •  1.786 Palabras (8 Páginas)  •  475 Visitas

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Historia de la Guerra de los Cien Años

Introducción

Se da el nombre de Guerra de los Cien Años al largo conflicto que sostuvieron los reyes de Francia e Inglaterra entre 1337 y 1453. En realidad fue una extensa serie de choques militares y diplomáticos, caracterizada por breves campañas bélicas y largas treguas. No fue, por tanto, un estado de guerra permanente, aunque las prolongadas y frecuentes treguas se veían continuamente salpicadas de escaramuzas al estilo de la guerra de guerrillas, y las maniobras diplomáticas más tradicionales estaban al orden del día. Se inició en medio de condiciones feudales y por causa de un litigio típicamente feudal; y terminó en guerra entre dos países que se estaban convirtiendo rápidamente en naciones bajo la administración centralizada de sus respectivas monarquías.

El origen de la Guerra de los Cien Años

Sin embargo, las raíces de la Guerra de los Cien Años se remontan a la conquista del trono inglés por Guillermo el Conquistador en 1066. Como duque de Normandía, Guillermo -y, posteriormente, sus herederos- participaba tan activamente en la política feudal de Francia como en el gobierno de Inglaterra. Tanto económica como culturalmente, Inglaterra se había convertido en colonia de Normandía, y los intereses de los nuevos reyes "ingleses" seguían firmemente asentados en Francia.

Esta situación se acentuó a partir de 1154, al acceder al trono de Inglaterra Enrique de Anjou, fundador de la dinastía angevina o Plantagenet. En su condición de conde de Anjou, duque de Normandía y de Aquitania, y ahora, como Enrique II de Inglaterra, este monarca tenía un pie firmemente plantado a cada lado del Canal. Según los principios feudales, Enrique y, después de él, sus hijos Ricardo y Juan, eran vasallos de la monarquía francesa, que era el poder central; pero el enorme poderío derivado del dominio de las riquezas y de los recursos humanos de Inglaterra, hizo de los primeros Plantagenet todo menos vasallos sumisos del rey de Francia.

Crecimiento del poderío francés

Los primeros años de este "imperio angevino" coincidieron con un crecimiento sin precedentes del poder y el prestigio de los monarcas franceses. En 1202, el rey Felipe Augusto de Francia convocó al rey Juan de Inglaterra a su corte de París, en relación con el pretendido incumplimiento por parte de este último de sus obligaciones como señor feudal de Aquitania.

En base al principio de que las tierras de Francia eran poseídas por sus señores sólo en su condición de vasallos del rey de Francia, Felipe Augusto desposeyó a Juan de todas sus posesiones francesas. Naturalmente, la medida fue seguida de una serie de guerras. Hasta la firma del Tratado de París, de 1259, no pudo llegarse a una solución aceptable. El rey de Inglaterra pudo reasumir sus derechos en Aquitania, pero con la condición expresa de que lo hacía como vasallo del monarca francés.

En 1294 se inició un nuevo período de actividades militares esporádicas, interrumpidas por largas y complejas negociaciones diplomáticas, que culminaron con la desposesión parcial de Aquitania. Los franceses se negaban a limitar la soberanía de su rey sobre dicha región para dar satisfacción a los ingleses. Estos, por su parte, sostenían los derechos de su rey a la plena soberanía. La siguiente fase de este conflicto se inició en 1337, cuando Felipe VI de Francia decretó una vez más la desposesión del ducado de Eduardo III de Inglaterra y organizó una campaña militar para apoderarse de las tierras por la fuerza. Esta es la fecha que se toma como inicio de la guerra de los Cien Años. La magnitud del conflicto pronto se incrementó cuando Eduardo se proclamó rey legítimo de Francia, en 1340, e invitó a los nobles franceses a reconocer su derecho. De este modo, la disputa sobre Aquitania se convirtió en una guerra por la sucesión de Francia.

Este conflicto entre dos monarcas por la posesión de un reino se complicó aún más por el resentimiento que los nobles franceses venían manifestando desde hacía largo tiempo por la intromisión del gobierno central en su esfera de poder. Y Eduardo era lo suficientemente astuto para capitalizar ese resentimiento. Les hizo ver que sus esfuerzos eran la lucha de un señor francés que, al mismo tiempo, resultaba ser rey de Inglaterra, frente a la política expansiva de una serie de reyes cada vez más poderosos. Y, efectivamente, logró el reconocimiento de sus derechos en algunos círculos. Por tanto, a partir de 1340, existieron dos reyes de Francia.

La Batalla de Crécy

Las famosas batallas de Crécy (1346) y de Poitiers (1356) se produjeron de modo casi fortuito. Crécy rindió escasos frutos a Eduardo, excepto, indirectamente, el puerto de Calais y sus alrededores. Poitiers culminó con la captura del rey Juan II de Francia, aunque, curiosamente, este acontecimiento tuvo escasas consecuencias prácticas. Sin embargo, el efecto de estas dos victorias sobre el prestigio de Eduardo fue tal, que en 1359 se encontraba en una posición extremadamente fuerte.

En 1359, Eduardo había conseguido el apoyo de varias facciones en los ducados de Flandes, Normandía y Bretaña, y estaba negociando la adhesión del duque de Borgoña. Además, seguía teniendo al rey de Francia como prisionero. En ese momento Eduardo propuso una tregua, bajo cuyos términos le sería cedida toda la mitad occidental de Francia, además de un cuantioso rescate por el rey Juan. Cuando los franceses, en un derroche de valor, rechazaron

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