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oselia12 de Marzo de 2015

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VULNERABILIDAD A LOS DESASTRES

Factores que la determinan,relacion con el desarrollo sostenible de las sociedades

La vulnerabilidad puede comprenderse como aquel conjunto de condiciones a partir de las cuales una comunidad está o queda expuesta al peligro de resultar afectada por una amenaza, sea de tipo natural, antrópico o socio-natural.

Este concepto, al igual que los demás que se manejan en la gestión del riesgo, es relativo por lo que toma dimensiones y niveles de análisis distintos según sean las condiciones particulares de cada comunidad. Así, por ejemplo, en comunidades radicadas en una región altamente sísmica, las edificaciones más vulnerables a la amenaza de un terremoto o sismo fuerte, serán aquellas cuya construcción no sea antisísmica; paralelamente, las estructuras más seguras (o menos vulnerables) serán las que sí cuentan con ese criterio de construcción, además de lo antes mencionado este aspecto comprende la capacidad de una comunidad para recuperarse de los efectos de un desastre.

La vulnerabilidad entendida como debilidad frente a las amenazas y como incapacidad de recuperación después de que ha ocurrido un no sólo depende de la vecindad física de las poblaciones a las fuentes de las amenazas, sino de otros múltiples factores de distinta índole, todos presentes en las comunidades. Así pues podemos hablar de una serie de factores los cuales juegan un papel determinante en la mitigación de daños respecto a estos desastres, así pues en el caso especifico de América Latina. Ratick, desglosó así los componentes de la vulnerabilidad en los siguientes:

•Exposición: la intersección de la actividad humana el uso del suelo y el medio ambiente construido con los patrones de amenaza

•Resistencia: la capacidad de una sociedad y el medio ambiente construido a resistir el impacto de los eventos amenazantes

•Resilencia: la capacidad de una sociedad de recuperarse después del impacto

•Recuperación: la capacidad de una sociedad de reconstruir después de un desastre

•Aprendizaje: la capacidad de una sociedad de aprender de los desastres ocurridos

•Adaptación: la capacidad de una sociedad de cambiar sus patrones de conducta a raíz de la ocurrencia de desastres

Considerando estas características que permiten integrar una serie de factores en el análisis, es que puede hablarse de la existencia de una vulnerabilidad global, la que refiere a un proceso complejo, dinámico y cambiante que determina la probabilidad de que una comunidad quede expuesta o no a la ocurrencia e impacto de un desastre, o que tenga más o menos posibilidades de recuperación. Según Wilches-Chaux, la vulnerabilidad global está integrada, por diferentes tipos de vulnerabilidades específicas: la física, económica, social, política, técnica, ideológica, cultural, educativa, ecológica y la institucional, en el caso de América Latina estos aspecto toma mayor relevancia pues estos son los que determinar en gran manera que realmente los sistemas de protección establecidos sean promovidos y desarrollados, dicho desarrollo esta ínfimamente relacionado en la región con el mantenimiento de un índice estable de crecimiento económico así pues Wilches-Chaux menciona los siguiente aspecto que desarrollan a su vez tipos diferentes de vulnerabilidades planteadas en áreas especifica.

•Vulnerabilidad física o geológica.

Se relaciona con la ubicación geológica de grandes o pequeños asentamientos en zonas de riesgo físico (faldas de volcanes, zonas de inundación de ríos, zonas de deslizamientos, etc) y las calidades y condiciones técnicas materiales de ocupación o .aprovechamiento del ambiente y sus recursos que está a disposición de estos contingentes de población. América Latina y el Caribe representan una sexta parte de la superficie terrestre, con una extensión de 11.263 kilómetros desde el Cabo de Hornos hasta la frontera sur de los Estados Unidos.

Las montañas son la principal característica geográfica de la Región, ya que geológicamente son importantes fuentes de riqueza y la vez causantes de desastres. Los Andes y las montañas del Caribe y América Central se asientan en las áreas de interacción de las placas tectónicas más importantes, una característica que determina la alta sismicidad de la Región. Al sur, los Andes emergen desde la Antártida para formar una de las cadenas montañosas más altas del mundo, sólo superada por los Himalayas. En esta cordillera se encuentra el Monte Aconcagua, en la frontera entre Chile y Argentina que, con 6.959 metros de altura, constituye el pico de origen volcánico más alto del Hemisferio Occidental. En Bolivia y en el sur del Perú, los Andes se bifurcan y encierran los valles y mesetas conocidas como el Altiplano. En Ecuador dan origen a dos cordilleras, que se dividen en tres a su paso por Colombia, una de las cuales continúa hacia el este, hasta Venezuela. Las montañas del Caribe y de América Central y del Sur son geológicamente jóvenes y tienen gran cantidad de volcanes. En Ecuador, por ejemplo, la meseta central está rodeada por más de dos docenas de volcanes. El suelo de origen volcánico de esta región, muy fértil, propicia un alto rendimiento agrícola.

La ubicación de los Andes cerca de la costa pacífica asegura que los ríos más largos de América del Sur fluyan hacia el Atlántico y el Caribe, y que las lluvias se concentren en las tierras bajas de la parte este. Los ríos Amazonas, Orinoco, Paraná, Paraguay y de la Plata juntos drenan más del 60% de las aguas del Continente. La cuenca del Amazonas es la más grande del planeta, con un área de aproximadamente 7.500.000 kilómetros cuadrados. En la época lluviosa se presentan severas inundaciones en zonas ribereñas eminentemente agrícolas y en importantes centros urbanos.

Las llanuras costeras con climas cálidos y húmedos bordean tanto el Caribe como las costas del Pacífico en América Central, pero la mayor parte del Istmo es montañoso, y el 80% de la población vive en las zonas altas. México está situado en una alta y árida meseta central rodeada por dos cordilleras. América Latina posee casi el 60% de los bosques tropicales del mundo.

Pero también el nivel de deforestación es él más alto del mundo en desarrollo, ya que cada año se pierde aproximadamente el 1,3% de los bosques existentes. Al inicio de la década estimaba que un 12% de los bosques amazónicos habían sido cortados para explotación maderera y minera, y con el fin de incrementar las áreas destinadas a agricultura. Esta explotación pone en peligro la biodiversidad de la región, genera pérdidas de los suelos, aumenta la amenaza de deslizamientos y la sedimentación de cauces, fenómenos que generan grandes preocupaciones para los planificadores de la Región. Lamentablemente, las ganancias económicas a corto plazo aún prevalecen sobre las consideraciones ambientales a largo plazo. Las islas del Caribe forman un amplio arco que se extiende a lo largo de aproximadamente 4.000 kilómetros desde la Florida (EUA) en el norte, hasta Venezuela en el sur. El tamaño de las islas varía en forma considerable: Cuba, por ejemplo, tiene 111.000 kilómetros cuadrados y más de 10 millones de habitantes, mientras que Anguila posee menos de 350 kilómetros cuadrados y unos 9.000 residentes. Aunque las islas comparten muchas características comunes, existe cierta diversidad geográfica, desde regiones con una flora exuberante y áreas aptas para la agricultura, hasta improductivas volcánicas y coralinas.

El clima y la precipitación son muy variables en América Latina y el Caribe. En la cuenca del Orinoco en Colombia y Venezuela, en los altiplanos brasileños y en parte del Ecuador occidental se encuentran áreas de sabana, con estaciones húmedas y secas bien diferenciadas. En cambio, amplios sectores de Argentina, Chile, Paraguay y el sur de Brasil tienen climas más templados, con fluctuaciones más grandes en las temperaturas. La precipitación anual en la Región varía entre 1.000 y 2.000 milímetros. En la Región se encuentra uno de los desiertos más secos del mundo: el Atacama, en la costa de Chile, aunque Argentina, Bolivia, Brasil, México y Perú también cuentan con grandes áreas de tierras áridas y desérticas.

Las islas del Caribe comparten el clima tropical de la costa Atlántica del Istmo Centroamericano. Al nivel del mar, el clima es relativamente constante, aunque cambia según las diferentes elevaciones. Las precipitaciones presentan grandes variaciones, dependiendo de la topografía de cada isla. Las islas montañosas reciben una gran cantidad de lluvia, mientras que las islas llanas de origen coralino, como Antigua y Barbuda, Curaçao y la Islas Turcas y Caicos, son áridas.

Las condiciones geológicas y climáticas de América Latina y específicamente de Centroamérica y el Caribe hace de ella una zona propensa en extremo a los desastres sísmicos, hidrológicos ( Huracanes ) y de tipo volcánico dada su amplia condición montañosa, además las condiciones de explotación de los recursos naturales aceleran el desgaste de los mismo provocando así pues alto nivel de peligrosidad de concurrencia de desastres de tipo socio-natural en la región,

•Vulnerabilidad económica

Sin duda, la condición de pobreza aumenta el riesgo y la magnitud de un desastre. Además de la ausencia de recursos económicos, este tipo de vulnerabilidad tiene que ver con la mala utilización de los recursos disponibles para una correcta gestión del riesgo, entre ellos la dependencia económica nacional, la ausencia de presupuestos públicos que prevean los gastos por el ciclo de los desastres,

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