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Innovación Conducida Por La Utilidad


Enviado por   •  24 de Febrero de 2012  •  2.207 Palabras (9 Páginas)  •  466 Visitas

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¿Nos Hemos Gastado hasta el Futuro...o Quedan Alternativas? Innovación Conducida por la Utilidad. Un Modelo Socioeconómico, Ético y Efectivo, para Rehacer la Esperanza

“El año pasado el 40 % de los beneficios empresariales de este país procedieron de los servicios financieros. No de la producción ni de nada que tenga que ver con las necesidades del ciudadano norteamericano”.

Conferencia ante universitarios de Gordon Gekko, personaje del film Wall Street 2.

Julio Lorca

Director de RevistaeSalud.com, Presidente de la Fundación para la eSalud-FeSalud (España).

Introducción

La ciencia clásica, que sirvió de palanca a la revolución industrial, obvió las consecuencias de la utilización ilimitada de recursos, al considerarlos “partes inertes e inconexas”, sin claras derivadas en el ecosistema: Más carbón, más energía… ¡qué importaba, si con ello se maximizaba la capacidad de fabricar todo tipo de productos consumibles, por los que alguien estuviese dispuesto a pagar!

Antecedentes

Esa vieja ciencia había consolidado un modelo tremendamente eficiente de manipular la cosas, sin ponderar adecuadamente las posibles consecuencias. El modelo industrial que derivó de la misma, acabó centrando el progreso en el consumo, y no en la resolución de problemas cotidianos. Ese abordaje reduccionista, sólo pudo ser cuestionado como soberano, tras la llegada de la cibernética, la relatividad, la teoría del caos o el enfoque a sistemas; dado que se incorporaron fórmulas más holísticas de entender la realidad. Sólo entonces, se empezó a tener consciencia clara del daño que se podría estar causando: cualquier alteración dentro de un sistema, tiene trascendencia en otro lugari. Un desodorante usado en nueva Zelanda, estaba derritiendo el casco polar.

En otras ocasiones, las consecuencias negativas de lo que se hacía, sí eran bien conocidas, pero “aceptar la verdad podría acabar estropeando un buen negocio”. Son más rentables los medicamentos para tratar a unos pocos gordos que combatir la malaria o la hambruna de millones de personas.

Así, muchos de los “avances” del mundo moderno han estado dirigidos -y lo siguen estando- por el exclusivo beneficio económico. Se ha encumbrado al consumismo, -y a la especulación-, a la categoría de dogma. Y el propio mercado triunfante se ha ido refinando y modulando, bajo la promesa de que algún día todos seremos “ricos”, satisfechos y fantásticos.

Sólo hoy, tras vivir la mayor crisis económica de la historia moderna, podríamos retomar muchos de los postulados sobre la ética de la supervivenciaii, defendidos en su día por J.C. Scott, cuando analizaba la prevalencia en el medio rural de lo que llamó economía moral campesina, en contraposición a la ética protestanteiii; si bien deberíamos reinterpretarla para muchos más sectores y con carácter global.

Una Nueva Ética para Innovar Orientada por la Utilidad

Como afirmó Esko Aho en Valenciaiv, “investigar es invertir recursos para generar nuevo conocimiento, mientras innovar es invertir conocimiento para generar valor”. Debemos analizar, entonces, desde una nueva perspectiva ética, como se verán afectados los dos factores claves de la innovación:

a) Una nueva ética en la utilización de los recursos

Una de las variables ineludibles a considerar desde ahora, para justificar el consumo de recursos naturales, debería ser la forma en que se pretende garantizar la regeneración de lo dañado. Es lo que podríamos llamar factor de restitución o de paridad por impacto. Un ejemplo práctico puede ser la forma de compensar la huella ecológica generada.

Si no se adoptan nuevos principios y valores de reciprocidad eco-humanas, seguiremos acelerando los desequilibrios hasta alcanzar un punto de no retorno, que podría no estar tan lejos.

Si tomamos la mayor longevidad como arquetipo de logro científico, parece que no todo es tan positivo como creíamos. Crece día a día la incertidumbre sobre nuestra capacidad de respuesta y se están activando todas las alarmas ante un fenómeno que podría desbordarnos y que, o no se había previsto, o no se sabe gestionarv. Es lo que llamamos tsunami demográfico cuyas primeras olas comienzan a otearse en el horizonte. Esta especie de “morir de éxito” podría provocar una nueva disyuntiva ética, si se llega al punto crítico de tener que elegir entre diferentes derechos en colisión: el de los jóvenes a procrear sin trabas y el de los mayores a prolongar sin límites su pervivencia.

La consecuencia inmediata es que serían necesarios los recursos de varios planetas, para atender a la población mundial resultante, si se espera que cualquier habitante alcance un nivel de vida equivalente al disfrutado hoy en occidentevi; y es a eso a lo que aspiran, sin duda, las economías emergentes de la tierra y de forma totalmente justificada. Sin embargo, algo parecido podría ser conseguido con un solo planeta, si se dejan de malgastar los recursos y se utilizan sólo cuando sean necesarios, para algo más que para satisfacer el placer de gastar.

b) Una nueva ética en la utilización del conocimiento

Estamos cercanos a un punto donde la información dejará de tener valor por sí misma; y ello a pesar de haber sido hasta la fecha fuente indiscutible de poder. El nuevo conocimiento será tan obsolescente y fugaz que requerirá una constante previsión de sus consecuencias; en especial de aquellas que no aporten valor real y a largo plazo.

Así, por ejemplo, los movimientos especulativos apoyados en la “manipulación” informativa, como los desplegados por la banca de inversión y que derivaron en las hipotecas surprime, deberían ser prohibidos pues “trafican” con la incertidumbre más básica, sin que la sociedad en su conjunto gane nada o fundamentalmente pierda… Como hemos visto en los tres últimos años, sus efectos son tan devastadores como la heroína: Más de 1.000 millones de personas conducidos a la pobreza y a la marginalidad y sólo una encarceladavii.

En el futuro, el conocimiento debería ser declarado patrimonio de la humanidad y la transparencia absoluta debería ser la reglaviii, en la línea que hoy avanza el llamado “Open Government”ix.

Los Pilares de una Nueva Era

En consecuencia, tanto el uso de los recursos como del conocimiento deberá responder a una mayor exigencia ética; especialmente

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