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Hacia La Innovacion


Enviado por   •  9 de Marzo de 2012  •  2.531 Palabras (11 Páginas)  •  586 Visitas

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El propósito de este escrito, es vincular los procesos de interculturalidad que se están gestando en diferentes ámbitos de la sociedad, con un aspecto que se trabaja en la licenciatura plan 94 a lo largo de los ocho semestres que contempla el mapa curricular, específicamente, con el eje metodológico y la elaboración del proyecto de innovación, pensando en que este puede ser un espacio para reflexionar y recuperar la interculturalidad de una manera crítica y propositiva, y transitar efectivamente hacia la innovación de nuestra práctica docente cotidiana.

Uno de los primeros elementos que tendríamos que señalar es que en el proyecto de innovación realizamos un proceso de investigación, el cual implica conocer una realidad concreta a través de aproximaciones sucesivas; según la investigación acción, investigar es conocer y aplicar. Es así que iniciamos este proceso describiendo, analizando, criticando y reflexionando nuestra práctica docente, pero ésta no se realiza en un espacio descontextualizado, sino en una institución escolar inscrita en un contexto; es por ello que tanto las instituciones escolares como la práctica docente, no es posible entenderlas de manera aislada, sin ponerlas en relación con muchas otras instituciones o prácticas que las rodean. Pensar y actuar en el sistema educativo precisa de un conocimiento profundo de la sociedad de la que forman parte y a cuyo servicio se planifican. Vivimos tan acostumbrados a contemplar superficialmente la realidad de las escuelas, que todo se hace rutinario, no ponemos atención en las diversas manifestaciones que se dan en ella; esta actitud puede llevamos a una cierta despreocupación ante ellas, o simplemente a negarlas o reprobarlas. Porque recordemos que la interculturalidad, no es sólo una diferencia étnica y lingüística sino también de género, sexo, clase social, idelogía, religiosa, etc, es decir, la identidad que se pone en juego y en cuestión no es sólo la de dos pueblos o naciones, sino también las que se construyen al interior de cada colectivo social. Nos referimos, entre otras, a las relaciones y roles de género, de preferencia sexual; a las que se establecen entre ancianos, adultos, jóvenes y niños, a las de autoridad y mando, a las de familia y parentesco, de fe y de creencias. Sin embargo, cualquier planteamiento debe partir de la convicción de que todo ser humano es igualmente digno a los demás, sin importar su origen, color de piel, sexo o convicciones. Nadie hizo nada para existir, todos somos fruto de la misma historia, pero cada uno ha construido la propia y aquí estamos: conviviendo en un tiempo y en un espacio comunes. Esta igualdad fundamental no quita un ápice a las inevitables diferencias de cada uno. Todas las diferencias entre los individuos -genéticas, ambientales, culturales, etc.- y todas las otras realidades: crecer, moverse, pensar, reír y llorar, amar, etc., se construyen sobre esta base más radical que es existir.

Por lo tanto, cuando en el primer punto del proyecto de innovación planteamos los aspectos del contexto, tendríamos que intentar no sólo delimitar geográficamente el área seleccionada, sino la sistematización de las múltiples dimensiones que conforman el marco de referencia, como son los aspectos físicos, ecológicos, demográficos, histórico, económicos, sociales políticos y culturales, este ejercicio tendría que superar lo meramente descriptivo, y evitar ser una copia de la monografía de la región o comunidad sin intentar en principio vincular la información con el objeto de estudio, y no por ello menos importante seria entender las particularidades que caracteriza a nuestra población de estudio: alumnos, padres de familia y maestros, poniendo especial atención en la vida cotidiana, donde cada uno de los sujetos se convierte en el actor principal de su obra. En este proceso los maestros-alumnos asumen el papel de investigadores y necesitan desarrollar una conciencia crítica que les permita analizar, valorar y participar en todo cuanto acontece y tiene que ver con su entorno sociocultural y político. Esta es una condición imprescindible si pretenden que sus alumnas y alumnos sean capaces de alcanzar ese mismo objetivo. Es preciso que caigan en la cuenta de las implicaciones políticas y éticas que atraviesan la mayoría de las tomas de decisiones a las que se ven comprometidos.

Por lo tanto, hablar de la realidad y cultura de los grupos sociales que inciden en el ámbito escolar, no equivale a reconocer que sus idiosincrasias se agotan en especialidades gastronómicas, ritos festivos, modalidades expresivas peculiares en música, pintura, escultura, arquitectura y danza. Tales grupos o colectivos además, viven situaciones particulares y específicas explicables cuando se toman como unidades de análisis dimensiones de clase social, raza, género, edad, religión y nacionalidad. La identidad derivada de estas dimensiones es la que en realidad explica condiciones de vida y peculiaridades de esos grupos sociales. Cuando se analizan comportamientos como bajo rendimiento escolar y problemas de disciplina en las aulas, o cuando se averigua por qué determinados colectivos humanos disponen de menos recursos económicos y, por consiguiente, peores condiciones de vida (viviendas infradotadas o carencia de ellas, servicios de salud escasos y mal dotados, un vacío de programas culturales, etc.), la respuesta acostumbra a ponernos delante de los ojos la posesión de un específico color en su piel, ciertos rasgos físicos diferentes a los del grupo dominante, su pertenencia a una determinada clase social, religión, su edad y/o género.

En este caso es fácil que las cuestiones que subyacen en esa no consideración de las realidades ajenas tal y como sus miembros las viven, acaben sin ser percibidas. Los grupos excluidos terminan por quedar reducidos a caricaturas o a todo un conjunto de anécdotas y situaciones de folklorismo. Así, por ejemplo, se admite la existencia de músicas y modalidades artísticas típicas, pero sólo valoradas como curiosidad o datos más o menos atractivos, pero sin llegar al estatus de las creaciones artísticas que se producen en los circuitos de la cultura hegemónica. Se reconoce que tienen una gastronomía peculiar, unos ritos más o menos pintorescos, que conservan costumbres muy tradicionales, etc., pero todo ello siempre acaba resultando de menor interés cuando se establecen comparaciones. La única cinta de medir es la que construyeron e imponen los pueblos y grupos sociales dominantes.

Existen diversas concepciones sobre la diversidad, más allá de lo cultural, en el aula; por un lado está la visión deficitaria que niega rotundamente la existencia de diferencias culturales, lo cual trae como efecto el no atenderlas, y sobre todo vivir en el deseo de que todos sus alumnos aprendan lo mismo

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