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Enviado por   •  1 de Julio de 2014  •  543 Palabras (3 Páginas)  •  232 Visitas

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En el aula de segundo grado es un lugar de continuos intercambios, un lugar en donde, por medio de la conversación, el docente y los alumnos se conocen, donde se describen objetos, se explica lo que hay que hacer, se cuentan historias. Estos intercambios se dan “naturalmente”: es difícil concebir una comunidad humana sin pensar en personas que hablen entre ellas. Un propósito fundamental es que todos los niños se animen a participar en las conversaciones en clase, con sus nuevos interlocutores: el docente y sus compañeros. “El lenguaje espontáneo, la naturalidad con que los alumnos se expresan, la participación en el diálogo, el gusto con que intervienen en la conversación, que nunca tiene el carácter de ‘clase’ son poderosos estímulos del lenguaje, que cada día se enriquece sin perder originalidad” Olga Cossettini (1999).

Ese carácter necesario de la comunicación oral en los intercambios humanos, inherente a los aprendizajes en todos los campos del conocimiento escolar, puede llevar a pensar que siempre que conversamos en la escuela estamos enseñando a hablar o a escuchar mejor.

Sin embargo la oralidad tiene contenidos propios que requieren propuestas específicas de enseñanza. En un ambiente de confianza, donde se hable de temas interesantes para los alumnos y ellos participan de modo asiduo en conversaciones acerca de sí mismos, de su seres queridos, de sus juegos, de sus preferencias.

De esta manera En colaboración con el docente, escuchan y narran experiencias personales y anécdotas familiares, renarran textos ficcionales y no ficcionales, describen objetos, animales y personas. A menudo y en momentos de juego y disfrute de la palabra, la clase participa de situaciones de escucha y aprendizaje de poesías, coplas, canciones, adivinanzas y otros géneros poéticos orales que favorecen la comprensión de la función poética del lenguaje, sobre todo de sus posibilidades lúdicas y combinatorias.

Al participar en estas situaciones, los niños confiarán progresivamente en sus posibilidades de expresión oral y tendrán interés por expresar y compartir experiencias, ideas y sentimientos.

De tal forma que los alumnos comienza a contar sus historias y conversan usando las formas de habla de su comunidad y las que han incorporado a partir de la radio, la televisión y los libros que les han leído. Esta afirmación vale tanto para los chicos que comparten la variedad dialectal que se habla en la escuela como para aquellos cuyo dialecto diverge de esta variedad.

Así mismo es tarea de la escuela que los alumnos puedan comprender textos expresados en diferentes variedades lingüísticas y que puedan también expresarse ante una gama diversa de interlocutores, para lo cual deberán tener una afinada conciencia acerca de qué palabras y formas de habla emplear en distintas circunstancias.

Esta conciencia y esta posibilidad, sin embargo, nunca deben desarrollarse

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