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LOS PINGÜINOS EMPERADORES LLEGAN AL NORTE CHICO


Enviado por   •  30 de Mayo de 2019  •  Reseñas  •  1.450 Palabras (6 Páginas)  •  525 Visitas

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LOS PINGÜINOS EMPERADORES

LLEGAN AL NORTE CHICO

Esta es la corta historia de un viaje largo que hicieron los pingüinos emperadores para salvar la Reserva Nacional Pingüino de Humboldt del Norte Chico de Chile.

Como cada día en los últimos años había mucho movimiento en el fondo del mar. Todos los habitantes de la Reserva Nacional Pingüino de Humboldt estaban asustados. Nuevamente se había producido un accidente. Un grupo de jureles trataba de ayudar a una anchoveta que había quedado atrapada dentro de una botella de plástico.

Las motos acuáticas y los botes de motor circulaban sin cuidado, asustando a peces, lobos de mar, chungungos y demás habitantes del mar.

Los langostinos y las jaibas corrían a esconderse cuando veían venir las latas y botellas, que las olas arrastraban desde las playas.

¡Ya nadie vivía tranquilo! Los peces morían atrapados en bolsas plásticas, que confundían con medusas, y los chungungos se intoxicaban con los desperdicios que arrojaban desde los botes.

Debido al peligro que vivían, los habitantes del mar decidieron unirse. Entre todos tendrían que buscar la manera de alertar a los niños y personas buenas que vivían en las islas y caletas cercanas, sobre el gran peligro que corrían. Y así fue como se convocó, junto a la isla Chañaral, a la Primera Asamblea de Habitantes del Mar. En ella, el delfín nariz de botella tuvo la magnífica idea de hacer algo distinto para llamar a atención de los científicos y crear, de este modo, conciencia del gran peligro que estaban viviendo los habitantes de la Reserva marítima.

Carraspeando varias veces para hacerse notar, el delfín nariz de botella se dirigió a los asistentes:

 --¿Por qué no llamamos a los animales que viven en latitudes muy lejanas, para que los científicos se preocupen y decidan investigar qué está pasando? Tal vez puedan ayudarnos.

A todos les pareció una excelente idea y se pusieron a pensar a quienes llamar. Los primeros en hablar fueron los lobos marinos:

--Invitemos a las focas arpa de Groenlandia –dijeron.

--No: llamemos mejor a abadejo de las Islas Malvinas –propuso, casi a coro, una pareja de caballas que acababan de perder a dos de sus hijitos, en un horrible accidente con una lancha.

Pero unas ballenas jorobadas que iban de viaje hacia la Antártida, contaron algo increíble, algo que jamás habían escuchado los habitantes de la Reserva. Los pingüinos emperadores del Territorio Chileno Antártico tenían un barco para patrullar las aguas marítimas de ese territorio. La que parecía ser la mayor de todas las ballenas tomó la palabra:

--Los pingüinos emperadores construyeron un barco de témpanos de hielo y navegan por las aguas antárticas alertando a los peces sobre los peligros que crean la basura y los desperdicios que recibe el mar. Si ellos llegaran hasta acá, producirían conmoción mundial y podrían aliarse con nosotros.

--¡Sí, sí! –aplaudieron los muchos pingüinos de Humboldt que asistían a la reunión.

¡Llamemos a nuestros primos de la Antártida!

Todos aprobaron la idea de convocar a los pingüinos emperadores.

Las ballenas jorobadas fueron las encargadas de hacerlo.

Rápidamente se sumergieron con las cabezas hacia abajo y sus grandes colas levantadas en el aire. Luego lanzaron un llamado largo y fuerte, que viajó kilómetros y kilómetros a través de las profundidades del mar.

Así fue como, guiados por el canto de las ballenas jorobadas, los pingüinos emperadores llegaron a las cercanías de las Isla Chañaral, en la Reserva Nacional. Cuando la radio y la televisión de todo el mundo dieron la noticia de que los pingüinos emperadores habían sido avistados en aguas de la Reserva, se armó un gran revuelo internacional. Los periódicos también se hicieron eco del acontecimiento y la isla Chañaral, y la costa cercana a ella, se llenaron de periodistas. Todos querían ser los primeros en ver, con sus propios ojos, a los increíbles visitantes.

¡Fue un espectáculo maravilloso! Los pingüinos emperadores entraron a las aguas de la Reserva sobre un hermoso barco construido con bloques de hielo, en el que se reflejaban todos los colores del arcoíris.

--¡Increíble! –decían los científicos –los pingüinos emperadores solo pueden vivir en el frío de la Antártida.

--Es cierto –decía otro--, aquí, y en las islas Galápagos, hay pingüinos de Humboldt, pero no son emperadores.

--Jamás esperé ver pingüinos emperadores en la latitud de esta Reserva—aseguró el de más experiencia. Y todos se preguntaban, pensativos, cuál podría ser la razón de tan extraño comportamiento.

Mientras tanto, los habitantes de la Reserva se habían reunido nuevamente; esta vez, frente a la costa de Bahía Carrizal. Estaban muy contentos:

--El plan dio resultado –decían, felicitándose unos con otros. Y también agradecían, con mucho cariño, al delfín nariz de botella, por haber sugerido la magnífica idea de hacer venir a la Reserva especies marinas de otras latitudes.

--Solo a un buen saltarín como él –comentó un chungungo—se le podía ocurrir que los pingüinos emperadores dieran tan tremendo salto, desde la Antártida hasta acá.

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