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La Amenaza


Enviado por   •  5 de Septiembre de 2013  •  478 Palabras (2 Páginas)  •  221 Visitas

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Epígrafe 3. El discurso oral

La oralidad es tan antigua como el propio hombre. Antes de escribir o leer ya el hombre hacía uso de la palabra hablada. En diversos pueblos, y en épocas muy lejanas, las civilizaciones contaban sus historias de manera oral. Baste solo mencionar, sobre todo a la India, Persia, España. Obras como el “Panchatantra o cinco series de cuentos”, “Las mil y una noche”, “Calila e Dimna”, “El Conde Lucanor” entre otras demuestran la importancia del lenguaje hablado entre los hombres.

Incluso para poseer una justa valoración de la idiosincrasia del cubano es necesario conocer su rica oralidad porque ella está estrechamente relacionada con su vida cotidiana. Desde el basto enriquecimiento de los refranes hasta sus ricas leyendas matizadas de chistes y buen humor. Personalidades como Fernando Ortiz, Tomás Álvarez de los Ríos y Argelio Santiesteban dedicaron obras al estudio del vocabulario nacional porque el lenguaje oral tiene vida y ella autonomía de vuelo.

Reza un viejo refrán: “La gente hablando se entiende”. Amistades que han dejado de serlas, matrimonios que no han podido resolver sus diferencias, incomprensiones en el orden social y laboral son consecuencias, entre otras, de una pobreza en el discurso oral. Con razón plantea Ernesto García Alzola que ese discurso oral es un gran vehículo de expresión y que como tal supera a otras formas, por la inmensa claridad de los símbolos, capaces de expresar infinidad de expresiones, de conciliar la belleza con la lógica y de explicar lo irracional. Mediante el desarrollo del discurso oral se estimula el intelecto. Lo exterior se convierte en móvil interno, cuando al permitir una formulación más precisa y un análisis más ajustado a la realidad, conduce a un pensamiento crítico de más rigor.

El discurso oral es el principal sistema de comunicación. Todos los demás se reducen a él. Se conoce que el lenguaje escrito no es sino la fijación mediante unos signos gráficos de lo que estamos hablando.

El lenguaje mímico emite mediante gestos un mensaje que se corresponde más o menos con el de un mensaje oral. El lenguaje de las señales del tránsito, por ejemplo, debe traducirse mentalmente a un mensaje oral: al ver la luz verde es como si se “oyera”: “ya se puede pasar”.

La enseñanza del idioma debe partir del cultivo del discurso oral. Por eso, enseñar a hablar adecuadamente es un objetivo primordial del proceso enseñanza aprendizaje.

El problema central de la educación lingüística es práctico y no teórico. Enseñar al alumno a expresarse, a poder decir lo que piensa, siente, imagina, desea, ve y hace. Después viene, poco a poco el trabajo de aprender a expresarse correctamente, una labor que dura toda la vida. Hay que partir de la lengua inmediata, la que habla el alumno con

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