La Palabra

La Palabra.

Desde el momento en que el ser humano comenzó a relacionarse en su entorno social con el fin de poder solventar sus necesidades y lograr pertenecer a un grupo social, necesitó hacer uso de la palabra para realizar el proceso de comunicación y así poder dar a conocer sus pensamientos, sus emociones, sus peticiones y todo aquello que deseaba comunicar; es decir, el pensamiento del ser humano se encuentra sumergido en su contexto social, cada palabra dicha implica su trascendencia de su “yo”, de su diario vivir, de su rol social y de su concepción acerca del mundo donde sólo él forma parte, ya que cada persona tiene particulares que permiten una conexión directa con su forma de expresión.

Es por ello, que la palabra forma parte del discurso diario por ser un instrumento que permite la práctica social a partir de las situaciones, del contexto sociocultural, de lo cognitivo y de las relaciones establecidas entre las personas, de esta manera, el uso de la palabra varía de acuerdo a las identidades culturales y sociales las cuales presentan una serie de normas y principios que orientan la construcción coherente y apropiada del discurso frente al proceso de comunicación; es así, como “el discurso significa adentrarse en el entramado de las relaciones sociales, de las identidades y de los conflictos, intentar entender cómo se expresan los diferentes grupos culturales en un momento histórico, con unas características socioculturales determinadas (Calsamiglia Helena y Tusón Amparo. Las Cosas del decir: Manual de análisis del discurso, 1999).

Por ejemplo, para cada situación cotidiana existe un discurso conveniente en el que se tiene en cuenta el uso de la palabra, no es lo mismo un discurso literario como una novela en la que se utiliza un lenguaje especializado y el significado de cada palabra tiene mucha importancia, que un discurso conversacional por el medio oral en el que la palabra se torna más coloquial sin necesidad de buscar tecnicismos ya que en la conversación hay la posibilidad de explicar los “mal entendidos” que se generen, lo que en el texto no es posible porque debe defenderse solo; por ello, la palabra en el texto no debe ser ambigua ya que el autor no tiene la posibilidad de confrontar con el lector. Por consiguiente, el uso de la palabra se determina de manera oral y escrita ya que ambas forman parte de las actividades diarias y sociales de las personas.

En este sentido, la importancia que toma la palabra radica en el uso que le dé el hablante, teniendo en cuenta la circunstancia, el tiempo, el auditorio y el contexto al cual se esté refiriendo porque la palabra es la que rodea, ella es la encargada de transportar a nuevos mundos, de mirar el trasfondo de las cosas y de proyectar la esencia de una conversación.

Al hablar de la palabra se hace una conexión directa con la forma

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