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La Pasion


Enviado por   •  20 de Agosto de 2014  •  466 Palabras (2 Páginas)  •  224 Visitas

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La modestia está sobrevalorada.

La modestia no es una virtud. La modestia es religiosa. Es un cargo de conciencia hecho acción o palabra, impuesto por una sociedad de miembros mediocres. La modestia no es genética. No es práctica. No es distintiva. Evita que uno destaque sobre otro de forma oficial. La modestia no sólo acalla nuestras cualidades, también es un velo sin excusa a nuestros defectos, empezando por el de la vanidad. Pero al final, como toda semi-transparencia, deja ver lo que hay detrás. El falso modesto es vanidoso, y la falsa modestia no es sino el abanico del que éste se sirve para aviva en los labios ajenos los besos exagerados a su propia soberbia. El falso modesto está sediento. El falso modesto es miserable. ¡Ah, el modesto ingenuo! Aquel que, sin criterio, se cree todo lo que le contaron sobre la modestia. El que piensa de corazón que es una cualidad en pos de la paz emocional. El modesto ingenuo cree que modestia igual a bondad. El modesto ingenuo cree que rechazar un halago es lo correcto, lo elegante, lo educado. Ingenuo, pues. Cree que es reprochable mostrar satisfacción por el propio trabajo, se sienta uno orgulloso o no, y que es muestra de una falta total de sensibilidad el regocijo en contemplar su superioridad puntual frente a los otros. Pobre ingenuo que jamás se querrá a sí mismo, ni siquiera puntualmente, negándose su verdad, cuando sí mismo es su mejor amigo y el único compañero que le acompañará ahora y siempre por los siglos de los siglos.

No soy modesta. Según el diccionario, podría decirse que sí... pero el diccionario lleva tiempo desactualizado, al parecer, ciego ante la presente sociedad y el valor que le da a su vocabulario. Me gusta lo que hago y cómo lo hago. Si no te gusta, me preguntaré si eres mejor que yo. Si no lo eres, mi interés en tu opinión, perdona mi falta de modestia, será nulo. Si lo eres, no seré modesta, sino humilde. Y ser humilde, discúlpeme el diccionario, no es humillarse. Es más, sólo aquel que se ame a sí mismo y tenga su orgullo intacto podrá, de verdad, entender la humildad y abrazarla. Si eres mejor que yo, sabré verlo. Es fácil. Si eres mejor que yo, te admiraré, querré acercarme a ti, querré aprender. Porque ser humilde no es negar la propia cualidad, o acallarla, o amaestrarla. Ser humilde es reconocer la verdad de una capacidad superior a la propia, sin negarle a ésta ni un ápice de su valor. La humildad es el principio de toda admiración, y no da lugar a envidia alguna.

No soy modesta, mas no puedo evitar ser humilde, y es ésta una de las pocas cualidades por las que quiero, debo y puedo amar.

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