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La Voz Ganadora


Enviado por   •  5 de Febrero de 2013  •  Monografías  •  2.486 Palabras (10 Páginas)  •  482 Visitas

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LA VOZ GANADORA

“La Voz Ganadora”, anuncia el rótulo colgado en la puerta de Nemesio Morales Ruiz. Además, en el mismo tamaño de letra, se especifican las dos tarifas: “1.000 guaraníes por preguntar y 50.000 si te respondo”. La última vez que cobró la segunda tarifa fue en mayo de 2003.

Los vecinos de Pacarí, pueblito paraguayo cercano a las fronteras de Bolivia y Brasil, recurren desde hace más de 12 años a la ayuda de Nemesio. Saben que es de fiar porque responde poco.

Bajo el prisma de un cuadro estadístico, lo que se ve no sorprende. El 5% de las preguntas son variopintas, el 15% están vinculadas al amor y al desamor, el 20% se centran en asuntos de trabajo y el 60% buscan saber si tal o cual número de la lotería saldrá premiado. Y esa última cifra es comprensible porque a quienes juegan con la suerte les es más barato el silencio de Nemesio que comprar una fracción de billete. Por eso mismo, no es raro ver a ludópatas, principalmente asuncenos, con listas de centenares de números de distintos premios nacionales y extranjeros.

Directa o indirectamente, todo el pueblo está agradecido a La Voz Ganadora. Antes había una excepción. Durante un período prolongado, el vendedor local de la lotería le tuvo un indeseado rencor, hasta que supo cómo sacarle provecho a la situación. Se ha instalado frente a la casa de Nemesio y, en la cabecera de su puesto ambulante, destaca un cartel que dice: “Billetes con foto de recuerdo”. Anuncio que no despierta el interés de ningún vecino; sin embargo, a los turistas los atrae como a moscas. Para colmo, los billetes están caducados y a nadie le importa. Eso sí; la foto es una Polaroid instantánea con encuadre a gusto del cliente.

Es de dominio público que La Voz Ganadora se ha pronunciado siete veces y nunca ha fallado. Son casos simples de comprobar. Las personas beneficiadas son pruebas en vida. Una se ha enriquecido de la noche a la mañana, cuatro han realizado negocios muy favorables, otra sigue felizmente casada —es la envidia del pueblo— y la séptima encontró el omóplato de su tatarabuela.

Hablando con Nemesio Morales Ruiz, en privado, me dijo que las veces que su voz interna se había pronunciado con claridad eran ocho. La primera fue cuando le dijo que si incluía una segunda tarifa, la más baja, solucionaría su economía de por vida.

LA BUFANDA DE LOS SUEÑOS

¿Alguna vez te has preguntado dónde fue a parar ese sueño que tanto deseabas realizar y que ahora te es indiferente? La explicación es sencilla, pero difícil de aceptar. A diferencia de su nacimiento, el motivo por el que se desvanece es ajeno a la razón o a los sentimientos. Tiene que ver con la ropa. Yo lo asimilé cuando conocí a Rocío Gaztelu.

Al nacer un sueño se revela un hilo de nuestra camiseta o jersey y se bambalea… listo para volar. Rocío no lo sabía. Simplemente le gustaba arrancarlos de las prendas de quienes apreciaba. Quería hacer algo especial con ellos.

Del ovillo hizo una bufanda. Al usarla, empezó a vivir los sueños de los demás. Experimentó aventuras insospechadas y, aunque la extasiaban, le producían tristeza. Sus propios sueños no tenían cabida. Deshizo la bufanda y devolvió las hilachas, pero ya nadie quiso perder su tiempo en asuntos improductivos.

LA REALIDAD DE UN SUEÑO

Una mañana de mayo, cuando muchos árboles se llenan de flores y el sol resplandece en el alba, un niño llamado Chefi, despierta y se da cuenta que no está con sus padres, ni con su familia - ¿Dónde está papá y mamá?- se preguntó. Se sentía tan solo y fue entonces cuando se decidió a caminar por aquel hermoso lugar y descubrir todo a su paso, todo lo que ve es ajeno a su vista, pero agradable. Extrañado se pregunta -¿Por qué estoy aquí?- y al instante una voz de tono dulce embargó su corazón y le dijo:

- Chefi, ¿Quieres saber qué anhela realmente tu corazón?

Sorprendido se pregunta - ¿Por qué estoy aquí? ¡No se quién me habla! ¡Muéstrate! ¿Dónde estoy?

Sigue caminando y al rato se encuentra con el mar, deseoso de sentir el fresco aire del mar y ver su color verde y azul, abre sus brazos, respira profundo, sopla la brisa suave en su piel, detenidamente observa las aguas; agua de siempre, agua con vida, aguas extendidas, aguas dormidas.

El niño Chefi sigue sin entender y una vez más la voz le dice:

- Ahora no es necesario que entiendas nada, sino que comprendas que debes de crecer y seguir adelante, caminando sin mirar atrás

Siendo obediente a la voz, se desplaza por toda la orilla del mar, las olas bañan sus pies una y otra vez, de pronto comienza a correr largo tramo de la playa, se detiene y se da cuenta que se encuentra en el mismo lugar donde dormía, de pronto despierta y comprende que estaba profundamente dormido y todo era un gran sueño.

Chefi se había quedado acostado en un parquecito de la escuela. Camino a su casa, las flores que se desprenden de los árboles le caen a cada paso que da como si fuera nieve del cielo, flores hermosas, rosadas y blancas.

Muy contento con el sueño que había tenido exclama:

¡Voy para mi casa que está en mi pueblo, que está en mi tiempo!

¡Voy para mi casa que ya he aprendido a mirar el cielo!

EL SOMBRERO BLANCO

El sonido incesante del tren, ensordecedor y repetitivo me arrullaba. Llega un momento en que uno deja de escuchar cuando hay tanto ruido, hasta que se nulifica y se convierte en una música de fondo…

Durante la primera parte de la travesía estuve solo, fueron 6 horas en las que dormí a pierna suelta; sé que ronco porque yo mismo me he despertado, entonces estar solo me dio la confianza de dormir sin penas y sin sobresaltos. Estaba cansado. Las dos semanas anteriores las había pasado en misiones en Veracruz, que se había inundado por un huracán; como sacerdote, pude haberme quedado con mi labor de confesión únicamente, pero no soy una persona que se pueda quedar sentado, así que estuve ayudando, dando un par de brazos, todavía fuertes, y eso, a mi edad, ya cansa.

Pasada la crisis, iba de regreso, y la verdad sea dicha, fue una bendición estar solo en ese pequeño cuarto que servía de camarote para los viajeros fatigados. Entre sueño y sueño pensaba si las casualidades pueden

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