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La diosa mexica Cihuacóatl


Enviado por   •  21 de Mayo de 2013  •  Ensayos  •  1.680 Palabras (7 Páginas)  •  328 Visitas

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En la historia, el hombre que se convierte en el Jinete sin Cabeza es un mercenario alemán contratado por la armada británica en 1776 para apoyar a los soldados británicos en la revolución. De los 548 mercenarios alemanes que perdieron la vida durante la revolución, éste es cazado por soldados enemigos cerca de Sleepy Hollow (Nueva York) y decapitado con su propia espada. De acuerdo con la leyenda local, el Jinete sin Cabeza aparece en forma de espíritu para tomar la cabeza de los vivos. El personaje central de la historia, Ichabod Crane, ignora las advertencias sobre el peligro y encuentra un destino incierto a manos del jinete. Aunque el rival de Crane en la historia, Brom Bones, pudiera ser quien se disfraza del jinete no está explícito en la historia si Crane se encuentra con el jinete o con Brom Bones.

La presencia de seres fantasmales que lloran en los ríos por motivos diversos es una característica de muchos aspectos de la mitología aborigen de los pueblos pre-hispánicos. Es así como pueden encontrarse rasgos de estas criaturas espectrales en varias de las culturas precolombinas, que eventualmente, con la llegada de los conquistadores españoles, fueron asumiendo rasgos comunes debido a la expansión del dominio hispánico sobre el continente. La leyenda es una historia que posee referentes míticos en el universo prehispánico pero que instaura su drama y su cortejo imaginario y angustiante en el orden colonial.1

La diosa mexica Cihuacóatl.

«...aparecía muchas veces como una señora compuesta con unos atavíos como se usan en Palacio; decían también que de noche voceaba y bramaba en el aire... Los atavíos con que esta mujer aparecía eran blancos, y los cabellos los tocaba de manera, que tenía como unos cornezuelos cruzados sobre la frente.»

Fray Bernardino de Sahagún.

Historia (libro I, cap.IV).2

En México, varios investigadores estiman que la Llorona, como personaje de la mitología y las leyendas mexicanas, tiene su origen en algunos seres o deidades prehispánicas como Auicanime, entre los purépechas; Xonaxi Queculla, entre los zapotecos; la Cihuacóatl, entre los nahuas, y la Xtabay, entre los mayas lacandones. Siempre se le identifica con el inframundo, el hambre, la muerte, el pecado y también la lujuria.3 En el caso de Xtabay (o Xtabal), ésta diosa lacandona se identifica como un espíritu malo en forma de hermosa mujer, cuya espalda tiene forma de árbol hueco; al inducir a los hombres a abrazarla, los vuelve locos y los mata. La diosa zapoteca Xonaxi Queculla, en tanto, es una deidad de la muerte, el inframundo y la lujuria que aparece en algunas representaciones con los brazos descarnados. Hermosa mujer, se aparece a los hombres, los enamora y seduce para después transformarse en esqueleto y llevarse el espíritu de sus víctimas al inframundo. Auicanime, entre los purépecha, era considerada como diosa del hambre (su nombre se puede traducir como la Sedienta, la Necesitada) y también era la diosa de las mujeres que morían al dar a luz en su primer parto, las cuales, según la creencia, se convertían en guerreras (mocihuaquetzaque), lo que las convertía en divinidades motivo de adoración y ofrenda.4

Finalmente, Cihuacóatl, para los mexicas, era a la vez diosa de la tierra (Coatlicue), diosa de la fertilidad y los partos (Quilaztli), mujer guerrera (Yaocíhuatl) y madre (Tonantzin) tanto de los aztecas como de sus mismos dioses. Mitad mujer y mitad serpiente, la leyenda de la diosa que emerge de las aguas del lago de Texcoco para llorar a sus hijos (los aztecas) es el sexto presagio de la devastación de la cultura mexica a manos de los conquistadores venidos del mar.5 Cihuacóatl en particular muestra tres aspectos característicos: los gritos y lamentos por la noche; la presencia del agua,nota 1 pues tanto Aztlán como la gran Tenochtitlan estaban cercados por ella -con lo que ambos sitios estaban conectados no sólo por coincidencias físicas, sino míticas-, y ser la patrona de las cihuateteo que de noche vocean y braman en el aire. Estas son las mujeres muertas en parto, que bajan a la tierra, en ciertos días dedicados a ellas en el calendario, a espantar en las encrucijadas de los caminos y son fatales a los niños. Esta abundancia de diosas conectadas con cultos fálicos y de la vida sexual fue génesis no solo para la Llorona, sino también para otros fantasmas femeninos que castigan a los hombres, como la Siguanaba, la Cegua o la Sucia.4

A la presencia de estos antecedentes mitológicos entre los pueblos precolombinos de Mesoamérica, se suma la contribución española para establecer el mito como tal. Es durante la colonia española en América que el mito de la Llorona toma forma.1 A la vez diosa y demonio, nadie, en la psique del mundo colonial, puede resistir su aparición ni su llanto de ultratumba, ni siquiera los conquistadores afincados en el Valle de México, instituyéndose incluso un toque de queda a las once de la noche, pues pasada esa hora comenzaban a escucharse los gemidos aterradores de una mujer espectral por las calles de la ciudad

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