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La hegemonía comercial inglesa


Enviado por   •  13 de Octubre de 2014  •  1.749 Palabras (7 Páginas)  •  215 Visitas

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La hegemonía comercial inglesa

Durante la época que se inicia después del Congreso de Panamá y que termina en 1860, América Latina adquirió los contornos políticos actuales. Con pocas excepciones, quedaron definitivamente constituidos y demarcados los Estados nacionales que existen hoy. En ese mismo lapso se impuso la hegemonía comercial y parcialmente política de Gran Bretaña sobre América Latina, seguida de cerca por Francia y por Estados Unidos. En términos generales puede aclararse que Inglaterra, con su dominación indirecta o semicolonial, sustituyo los colonialismos español y portugués que anteriormente habían regido los destinos de América Latina. La dominación colonial ibérica desde hacia tiempo había sido, en lo económico, un factor intermedio entre los países más desarrollados de Europa-sobre todo Inglaterra- y los territorios americanos. Con la eliminación de ese costoso intermediario, Inglaterra asumió directamente, por los mecanismos del libre comercio internacional, la hegemonía económica sobre Latinoamérica.

La hegemonía semicolonial inglesa se distinguió por el carácter discreto y encubierto de los mecanismos de presión aplicados a los países latinoamericanos. Con considerable tacto, los hombres del Foreign Office tendían a respetar las susceptibilidades personales de los latinoamericanos y a abstenerse de intervenciones o amenazas abiertas y brutales. En ese sentido se diferenciaron positivamente de los crudos métodos intervencionistas empleados por la potencia norteamericana en la etapa de su predominio imperial a partir de 1898. Cabe señalar, sin embargo, que la mayor intensidad del intervencionismo político en tiempos posteriores no resulto simplemente de un estilo subjetivo distinto, sino que fue el producto de una intervención económica cada vez más completa: el semicolonialismo pos independentista en la América Latina paso de una etapa de exportación de mercancías a otra, fundamentalmente inversionista y de exportación de capitales, de control sobre los recursos naturales y un número creciente de medios de producción. Esto es comprensible pues quienes participan en la economía de un país subdesarrollado, a través de inversiones directas, tienden a intervenir más marcadamente en su vida política y social que aquellos cuyos intereses son meramente comerciales.

La colonización ibérica impidió la formación y el auge de una burguesía empresarial latinoamericana, al someter la población a un riguroso control político absolutista, al dar supremacía a la clase terrateniente y al frenar el desarrollo de manufacturas locales. La guerra de la independencia, con la consecuente destrucción de los medios de producción existentes, acentuó la rutina de la burguesía incipiente en diversas partes de Latinoamérica, y favoreció el auge de feudalismo.

Sin embargo, hubo excepciones a esa tendencia general. Si el régimen colonial español fue desfavorable a un desarrollo industrial autóctono en América, no lo prohibió totalmente. En todas las colonias españolas, así como en Brasil, existían a fines del siglo XVII y comienzos de XIX diversas manufacturas. En México la industria textil se encontraba desarrollada, con centenares de talleres y miles de obreros. Lo mismo sucedía en Perú, Chile, Rio de la Plata y Brasil. Una industrialización incipiente en la misma rama se encontraba también en Centroamérica, las Antillas, Venezuela, Nueva Granada y Quito. En otras especialidades, tales como la elaboración de artículos de metal, de cuero y de madera, América Latina se encontraba en pleno progreso al llegar a las postrimerías de régimen colonial.

Desde 1810 Latinoamérica quedo abierta a las mercancías inglesas. En el caso de Brasil, esa apertura se produjo por intermedio de un tratado comercial que convirtió el país en una colonia económica de Inglaterra. No solo a las mercancías inglesas se les abrió ampliamente el inmenso territorio nacional, sino que, además, los comerciantes británicos la extraterritorialidad judicial. Las colonias hispánicas, insurgentes, se apresuraron a enviar misiones diplomáticas a Londres, y a negociar con Inglaterra la asistencia política y militar a cambio del libre comercio para los productos británicos. Solo unos pocos reductos de nacionalismo económico latinoamericanos resistieron a la invasión de los productos extranjeros. Unos de esos reducto fue el Paraguay del doctor Gaspar Rodríguez Francia, y otro, aunque en menor grado, fue Uruguay durante los años en que José Artigas rigió su destino.

La invasión de productos de la industria inglesa arruino las manufacturas americanas existentes en aquellas partes donde no se le opusieron barreras proteccionistas. En México, Nueva Granada, Perú y Brasil, la producción textil autóctona fue sustituida en su mayor parte por productos ingleses.

Junto por su empeño de conquistar los mercados latinoamericanos para sus productos, Gran Bretaña siguió una política encaminada a dominar las desembocaduras de los grandes ríos del continente, sobre todo el Rio de la Plata. Con ese afán, Inglaterra promovió entre 1826 y 1828 la independencia de Uruguay, valiéndose de su condición de Estado débil a través del cual su influencia podría penetrar en el continente, derribando progresivamente los obstáculos nacionalistas erigidos por Paraguay y por la Argentina de Rosas. Por otra parte la política de Londres procuraba mantener factores de pugna que requerían la continua presencia mediadora de la diplomacia inglesa.

No todos los países latinoamericanos aceptaron dócilmente la nueva dependencia ante la gran potencia inglesa y ante la nación que constituía la segundo fuerza externa después de Gran Bretaña: Francia. En el plano de la política económica, varios Estados intentaron, durante 1828 y 1860, crear una estructura industrial propia y seguir una vía nacionalista de desarrollo. Sectores manufactureros nacionales, productores agropecuarios no vinculados al mercado

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