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Las Fabulas


Enviado por   •  10 de Octubre de 2012  •  1.210 Palabras (5 Páginas)  •  414 Visitas

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LA ZORRA Y LAS UVAS

Había una vez una zorra que llevaba casi una semana sin comer, había tenido muy mala suerte, le robaban las presas y el gallinero que encontró tenía un perro guardián muy atento y un amo rápido en acudir con la escopeta.

Ciertamente estaba muertecita de hambre cuando encontró unas parras silvestres de las que colgaban unos suculentos racimos de doradas uvas, debajo de la parra había unas piedras, como protegiéndolas.—Al fin va a cambiar mi suerte, —pensó relamiéndose—, parecen muy dulces. Se puso a brincar, intentando alcanzarlos, pero se sentía muy débil, sus saltos se quedaban cortos los racimos estaban muy altos y no llegaba. Así que se dijo: —Para que perder el tiempo y esforzarme, no las quiero, no están maduras.

Pero resulta que si la zorra hubiese trepado por las piedras parándose en dos patas hubiese alcanzado los racimos, esta vez le faltó algo de astucia a doña zorra, parece ser que el hambre no la deja pensar.

MORALEJA:

Hay que esforzarse para conseguir lo que se desea pero pensando primero que es lo que queremos y como conseguirlo, no sea que nos pongamos a dar brincos cuando lo que necesitamos es estirarnos, y perdamos el tiempo y el esfuerzo

LA GALLINA Y LOS HUEVOS DE ORO

Un buen día, un hombre paseaba por el bosque y se encontró una hermosa gallina. Se la llevó a su casa y a los pocos días se dio cuenta de que cada día ponía un huevo de oro . Se creyó que dentro del estómago de la gallina habría mucho oro y se haría rico y la mató.

Pero cuál fue su sorpresa cuando al abrirla vio que por dentro era igual que las demás gallinas. Resulta que la gallina ponía huevos de oro pero ella no era de oro. De modo que como la había matado se quedó sin la riqueza que la madre naturaleza le había otorgado al dejarle en el bosque la gallina de los huevos de oro.

MORALEJA:

Estad contentos con lo que tenéis y huid de la insaciable codicia

EL HOMBRE Y LA SERPIENTE

Un hombre, pasando por un monte, encontró una culebra que ciertos pastores habían atado al tronco de un árbol, y, compadeciéndose de ella, la soltó y calentó. Recobrada su fuerza y libertad, la culebra se volvió contra el hombre y se enroscó fuertemente en su cuello.

El hombre, sorprendido, le dijo: - ¿Qué haces? ¿Por qué me pagas tan mal? Y ella respondió: - No hago sino obedecer las leyes de mi instinto. Entretanto pasó una raposa, a la que los litigantes eligieron por juez de la contienda. - Mal podría juzgar - exclamó la zorra -, lo que mis ojos no vieron desde el comienzo. Hay que reconstruir los hechos. Entonces el hombre ató a la serpiente, y la zorra, después de comprobar lo sucedido, pronunció su fallo. - Ahora tú - dirigiéndose al hombre, le dijo -: no te dejes llevar por corazonadas, y tú - añadió, dirigiéndose a la serpiente -, si puedes escapar, vete.

MORALEJA:

Atajar al principio el mal, procura; si llega a echar raíz, tarde se cura.

LA TORTUGA Y EL AGUILA

Una tortuga, cansada de arrastrar siempre su concha por la tierra, suplicó al águila la levantase por los aires lo más alto que pudiera. Así lo hizo la reina de las aves, remontando a la tortuga por encima de las nubes.

Al verse a tal altura, la tortuga exclamó: - ¡Qué envidia me tendrán ahora los animales que por el suelo se mueven, al verme encumbrada entre las nubes! Al oír esto el águila fue incapaz de soportar tanta vanidad y soltó a la ilusa que, al caer sobre peñascos, se deshizo en mil pedazos.

MORALEJA:

Nunca mires demasiado alto, que no hay brillantes

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