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Lazarillo De Tormes


Enviado por   •  28 de Mayo de 2015  •  830 Palabras (4 Páginas)  •  264 Visitas

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En la década de 1940, la caricatura editorial de los principales diarios nacionales tuvo un marcado acento partidista y militante. Los caricaturistas se inspiraban en la realidad política del momento: un debate en el Congreso, la frase de un personaje influyente, un acto de gobierno, casos de corrupción, episodios de violencia, conflictos internos de los partidos, e incluso acontecimientos internacionales.

A partir de esos acontecimientos, se iniciaba el proceso de creación del dibujo en el que se incorporan elementos de tipo icónico y textual y en el que mostraban su destreza en el manejo de las dos habilidades que caracterizan al caricaturista, de las que habla Román Gubern en La mirada opulenta (1987), a saber, "la del dibujante y la del humorista".

Elementos preiconográficos de diversa naturaleza, adornos, aparejos, armas, emblemas, palabras, signos y señales, encuadraban en una lógica que da cuenta de la mentalidad de quien producía la obra, de su bagaje e influencias, de sus intereses y fines, así como del ambiente reinante. El caricaturista trataba de ser fiel al objetivo de ridiculizar con sus trazos una situación o a un dirigente político; la ironía, la mordacidad y el sarcasmo no faltaban, ni el espíritu de mofa; pero las pasiones partidistas cubrían los más importantes escenarios y la actividad periodística no escapaba a esa dinámica en la que el dibujante, adscrito a una colectividad de manera irremediable, realizaba su labor desde un ángulo militante. Esta es, pues, una característica distintiva de la caricatura política en el período.

Si bien la tradición de la caricatura política en Colombia desde el siglo XIX muestra estos caracteres y ha estado asociada a intereses políticos, como se puede constatar en los trabajos de Germán Arciniegas, José León Helguera, Germán Colmenares, y Beatriz González en su serie de exposiciones para el Banco de la República, nunca antes se había llegado a un nivel de tanta elaboración sistemática ni de tanta polarización partidista como el de estos años. En el período, los caricaturistas de todos los diarios se destacan por convertir su labor en una tribuna más del combate sectario entre partidos. Se fustiga al rival, se le asocia con lo negativo y con lo que representa destrucción, a la vez que se ensalza la condición y las virtudes propias. Se podría inferir que el carácter sesgado de esta fuente histórica dificulta el análisis, como lo sostuvo Germán Colmenares, lo cual sería aceptable si el propósito fuese el de reunir información sobre acontecimientos puntuales o el de establecer la secuencia de los hechos; pero, en la perspectiva de obtener elementos útiles para saber del ambiente y de las circunstancias espirituales, del conjunto de valoraciones simbólicas que alimentaban el conflicto, es por el contrario una fuente de singular importancia, como lo es también la palabra de los protagonistas

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