Literatura Medieval - Conde Lucanor
patrynavas414 de Octubre de 2013
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S.XIV
• Autor:
- El autor es un personaje cortesano, sobrino del rey Alfonso X “el sabio”.
- Influencia de la tradición oriental a partir de las traducciones de La Escuela de Traductores de Toledo. (Calila e Dimna).
• Obras:
- Libro del Caballero y del Escudero. (Tratado de caballería).
- Libro del Conde Lucanor o Libro de Patronio. (Prosa narrativa, colección de cuentos enlazados entre sí por dos personajes, el Conde Lucanor y Patronio).
• Estructura:
- Planteamiento de un problema: petición de consejos.
- Cuento o “ejemplo”.
- Moraleja que se deduce.
- Consejo práctico sobre el problema planteado.
• Temas:
- Preocupaciones sociales, urbanas, económicas y profanas:
Mantenimiento del prestigio. (la fama o el buen nombre).
Acrecentamiento de la fortuna.
Normas morales y de comportamiento social ligadas a la economía y a la sociedad de la baja Edad Media.
• Didactismo:
- Es un didactismo práctico, diferente del didactismo de Berceo, de la época y también diferente del humor del Arcipreste.
• Textos:
1. Prólogo.
2. Lo que le pasó a un hombre bueno con su hijo.
3. Lo que le pasó a un genovés con su alma.
4. Doña Truana.
5. El mozo que se casó con mujer brava.
6. Comentario de moralejas.
1. Prólogo
Este libro lo hizo Don Juan Manuel, hijo del muy noble infante Don Manuel, es gente muy culta, deseando que los hombres a través de este libro puedan obrar de tal manera que su dignidad sea provechosa para la honra, la hacienda y la categoría social.
También escribe para salvar las almas y con esa finalidad recogió en este libro los jemplos más beneficiosos para los hombres. Y sería raro que no te sientas identificado con alguno de estos ejemplos.
Y como Don Juan Manuel sabe que en los libros se cuelan muchos errores al copiarlos porque las letras se parecen mucho, dijo que si hay algún error que la culpa era del copista, que sus libros están muy bien revisados.
Y como una persona aprende mejor aquello que más le gusta, el que quiere enseñar alguna cosa a otro se lo tiene que enseñar de forma que crea que le gustará al que se lo tiene que aprender. Y porque a muchos hombres las cosas sutiles no las entienden bien, no disfrutan al leer libros y no aprenden nada. Y si la gente no obtiene placer leyendo no aprende las cosas que tiene que aprender. Por tanto, yo, hijo del infante Don Manuel, el responsable de la frontera en Murcia, hice este libro compuesto por las más apuestas palabras que pude y entre las ideas entremetí algunos ejemplos de los cuales se pueden aprovechar los que los leen.
Y esto lo hice de la misma manera que los médicos, que cuando hacen una medicina para el hígado, como al hígado le gusta lo dulce, la mezclan con dulce y por el deseo del dulce que tiene el hígado, a apoderarse de la cosa dulce se lleva también la medicina. Que siempre lo hacen para cualquier otro miembro, mezclan con una substancia que le vaya bien, y de la misma manera, con la ayuda de Dios, será hecho este libro.
Y los que lo lean y lo entiendan me parece muy bien, y a los que no lo entiendan y sólo lo lean para divertirse también leerán lo serio porque está todo mezclado, aunque ellos no lo quieran, así como los órganos se aprovechan de las medicinas y las cosas dulces que están mezcladas.
Y Dios, que es perfecto en todo, quiera por su misericordia que los que lean este libro se aprovechen de él para la solución de sus almas y de sus cuerpos, porque él sabe que lo he hecho con esta intención. Y si hay algo que no está bien dicho, no me echéis la culpa, no lo hago con mala intención, sino que no he sabido hacerlo mejor, pero la intención era buena, tenía buena voluntad. Y si hay algo que está bien no es mérito mío, agradecérselo a Dios, que es el origen de todos los méritos.
Aquí acaba el prólogo, aquí empieza el cuerpo del libro, utilizando la manera del Conde Lucanor y Patronio.
2. Lo que le pasó a un hombre bueno con su hijo.
El conde Lucanor hablaba con su amigo y consejero Patronio, y le dijo que estaba en un apuro por un hecho que quería hacer, pero si por fortuna lo hiciese sabía que mucha gente le criticaría, y además si no lo hiciera también le iban a criticar.
Le dijo cual era el asunto y le rogó que le aconsejara qué tenía que hacer. Y Patronio le dijo:
- Señor Conde Lucanor, bien sé que tú encontrarás a muchos que te podrán ayudar mejor que yo, y también que Dios te ha dado muy buena inteligencia, y sé que mi consejo no os hace mucha falta, pero puesto que me lo pides, te diré lo que pienso acerca de ello. Señor Conde Lucanor, mucho me gustaría que pusieras atención a un ejemplo de una cosa que le pasó una vez a un buen hombre con su hijo.
El Conde le rogó que le contara lo que había pasado, y Patronio le dijo:
- Un buen hombre tenía un hijo, y a pesar de que era joven, era muy inteligente y cada vez que el padre quería hacer alguna cosa, el hijo le decía que en aquello que quería hacer podría haber algo malo, era impertinente y siempre se metía en sus asuntos.
Y de esta manera el padre dejó de hacer cosas que le convenían para su hacienda. Y podéis creer que cuanto más listos son los jóvenes están más en riesgo de cometer errores en los negocios, porque tienen capacidades para empezar una cosa pero no saben la manera de acabarla. Y así aquel chico por la sutilidad de su inteligencia y porque no sabía cómo continuar, estorbaba a su padre en muchas cosas que él tenía que hacer.
Y cuando el padre supo cómo era su hijo actuó de la manera que ahora le explicaré: el padre llevó a su hijo por un camino con una bestia e iban los dos a pie y el padre se subió encima de la bestia y se encontraron a unas personas que dijeron que el hijo tendría que estar subido a la bestia y no el padre porque es más pequeño, y que el padre tendría que estar acostumbrado a caminar. Y el padre le dijo que qué le parecía hacer esto al hijo, y el hijo le dijo que sí y se subieron los dos a la bestia, y otros hombres que se encontraron dijeron que eran unos sinvergüenzas, que la pobre bestia era muy débil, y se bajó el padre. Al cabo de un rato se volvieron a encontrar a otros hombres y dijeron que el que tendría que estar subido encima de la bestia tendría que ser el padre porque es más viejo, y el hijo, en cambio, es joven y puede caminar más. Cuando sucedió esto, el padre se dirigió a su hijo de esta manera: Hijo, cuando veníamos los dos a pie y encontramos dos hombres que dijeron que estaba mal y te subiste porque dijiste que tenían razón, después otros hombres dijeron que me suba yo porque soy más viejo y dijiste que tenían razón, después al revés porque tú eres más joven, y ahora que vamos los dos también está mal, dime qué podemos hacer para que no nos digan nada, porque algo de estas cosas la tendremos que hacer, y esto lo he hecho yo para que te des cuenta de que nunca harás algo que esté bien para todo el mundo. Si haces algo bueno, tus enemigos y los que no se benefician de ello dirán que está mal y viceversa. Pero por esta razón no dejes de hacer lo que tienes que hacer, porque puedes estar bien seguro de que la gente habla lo que les parece en la mayoría de los casos.
• Moraleja: Y tú, ya que me mandas aconsejarte, te digo que antes de empezar el hecho, considera todo el beneficio o el prejuicio que se te puede derivar de ese hecho, y no te fíes de tu entendimiento y que no se te nuble por las ganas que tienes de hacerlo, no te dejes engañar por el impulso y toma consejo de los que son inteligentes y leales contigo, y si no encuentras un consejo así procura no precipitarte, al menos hasta que pase un día y lo consultes con la almohada. Y si cuando cumplas todos los requisitos ves que es beneficioso, no lo dejes de hacer por lo que la gente puede decir de ello, ese es mi consejo.
Al conde le pareció ben consejo y a partir de ahí se encontró bien. Y estos versos resumen la moraleja, y dicen así: Por el “¿Qué dirán?” siempre que no sea algo malo, piensa en tu beneficio, en lo que te conviene y no hagas otra cosa.
• Opinión: Es un ejemplo cuyo consejo es aplicable en la actualidad, es un consejo para la vida y no para ganarse el cielo, no tiene nada que ver con la religión. A pesar de lo que diga la gente, haz lo que te conviene, a palabras necias oídos sordos.
3. Lo que le dijo un genovés a su alma cuando se moría.
El conde Lucanor le contaba a Patronio:
- Gracias a Dios que tengo mi patrimonio bastante en buen estado y en paz, y tengo todo lo que me corresponde y necesito según mis vecinos o incluso más. Estoy bien situado, y algunos me aconsejan que haga una gran inversión, y yo realmente tengo gran voluntad de eso que me aconsejan pero por la confianza que te tengo no he querido empezar hasta no hablar contigo y me aconsejes.
Dijo Patronio:
- Me gustaría mucho que supieras lo que le pasó a un genovés, y luego haz lo que quieras:
El genovés era muy rico y se puso muy enfermo, creyó que no iba a escapar de la muerte y llevó a su familia y amigos a su habitación, y cuando todos estuvieron con él, se pusieron en un palacio muy bueno donde se veía el mar y la tierra. Hizo traer todas sus joyas y su dinero, y en forma de burla empezó a hablar con su alma de esta manera: “Alma, yo veo que te quieres separar de mi y no sé porqué lo haces, si necesitas mujer
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