Los Juglares Colombianos

Este es mi primer ensayo y lo voy a realizar basándome en el discurso de ingreso de Juan Gossain y Daniel Samper a la Academia Colombiana de la Lengua, en el que el tema principal fue los “Juglares Vallenatos”. Me pareció un discurso bastante extenso y un poco aburrido al principio, ya que les confieso que el vallenato nunca ha sido de mi interés y pues de todas esas personas que nombraban creo que solo alcance a reconocer a Gabriel García Márquez (escritor colombiano), ah! y también al señor Rafael Escalona por la novela que fue emitida y donde sus canciones se escuchaban. Pero reconozco que a pesar de todo me despertó la curiosidad por saber o conocer acerca del señor Leandro Díaz y su tema “El bozal”, y créanme que después de buscar y escuchar la canción que fue interpretada por Diomedes Díaz, me encantó, ya que su letra muestra la realidad de la música de ahora, y estoy de acuerdo con el compositor Leandro Díaz en esa frase de su canción que dice “…para engañar a la gente ponen un poco de ruido…….Que al final no dicen nada…”. Bueno pero realmente quiero quitarme el sombrero ante el Periodista y Académico Juan Gossain que además de tener raíces costeñas manejo el tema a sus anchas, imprimiendo en cada palabra todo su conocimiento, sus argumentos y su punto de vista manejando un léxico y una armonía impresionante al momento de transmitir el mensaje. Al conocer este discurso quede tan sorprendida de ver como existen personas que tienen la capacidad de expresar un tema de esa manera utilizando palabras que hasta hoy desconocía.

El mester de juglaría, como lo han expuesto Samper y Gossaín, es tan académico como la obra más acabada de filología o de gramática, y tan poético como el lirismo más refinado. Así lo demostraron los dos conjuntos invitados, integrados por los maestros Ivo Díaz, Cocha Molina, Pablito López, el Penchi Castro y Alvarito Meza, juglares que, como los de la Edad Media, siguen dándole vida a nuestro idioma.

Reyes vallenatos que dieron a las frías estatuas de Shakespeare y Cervantes, Dante y Sócrates, Moliere y Camoes, que adornan el paraninfo, y a uno que otro adormilado académico, un verdadero banquete de lo más tradicional y hermoso de la música vallenata.

! Hablar de juglares, es tratar de definir aquellos grandes “pilares” del vallenato quienes forjaron este ritmo musical autóctonos con sus acordeones y corredurías por diversos lugares de la geografía colombiana, en especial la costa caribe. Son casi tan incontable como admirables los grandes autores de la música vallenata, como Alejandro Duran, Lisandro Meza, Rafael Escalona, Alfredo Gutiérrez y entre otros, no cabe resaltar que detrás de cada juglaresco y trovadores medieval desfilan toda suerte de cantores: condes enamorados, taberneros de romper y rasgar, frágiles poetas, musas pudorosas, frailes goliardos, humildísimos cazurros, instrumentistas, danzarinas, saltimbanquis, empleados públicos genuinos y de los otros y hasta poderosas patriarcas. No podíamos pasar por alto que para cada trovador juglaresco el amor era su mayor inspiración eso sí, cada quien lo siente y lo expresa a su manera. Como por ejemplo: la fuga de la muchacha con su novio, la muerte de un amigo, o incluso un robo memorable, la muerte no podía ser ajena a los temas de inspiración de los trovadores. No podemos pasar por alto aquellos trovadores y juglares que compusieron o interpretaron los merengues, paseos, puyas a lo largo del Caribe colombiano y de pueblo en pueblo, constituyen nuestro propio mester de juglaría, del mismo modo como sus primeros antepasados castellanos nos legaron el venerable acopio del que nacen la poesía y el romance en nuestra lengua. Lo que nos proponemos demostrar en este acto es que, en el fondo de las tradiciones del vallenatos, tan entrañables para el pueblo colombiano, existe una herencia de noble estirpe que viene desde los orígenes

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