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Mama Rosa


Enviado por   •  3 de Diciembre de 2019  •  Ensayos  •  5.071 Palabras (21 Páginas)  •  194 Visitas

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El mismo decorado, con algunos detalles que indican mayor riqueza. Sobre una mesa, un fonógrafo de corneta. Estamos en 1910, el año del Centenario. LEONOR lee sentada en un sillón. Tiene dieciséis años, es flaca y morenita. Después de un momento, pasa MARIO por el corredor. Son entre las cinco y seis de la Tarde de un día de octubre.

 

LEONOR:— ¡Mario! (Esta ya desapareció).

VOZ de MARIO:— ¿Qué paso?

LEONOR:— No te he visto en todo el día. Ven a hablar sobre el baile de anoche..

MARIO (Aparece con una chupalla puesta y una en mano):— Estoy ocupado con las chupallas francesas, Leonor. Por lo demás, fue un baile igual a todos: la misma gente, la misma orquesta, lo mismo... (Entra y va a mirarse al espejo).

LEONOR:— ¡.Cuentame, Mario! Piensa que yo no he ido a ninguna fiesta grande todavía ... No sé lo que ha sido el Centenario..

MARIO (Se da vuelta para que LEONOR la vea):— ¿Me veo esplendido, no crees? (No espera respuesta). Sí, algunas fiestas han sido divertidas: el baile de fantasía del Teatro Municipal, el garden party del Cerro Santa Lucía, la ¡matinée del Duque de Arcos. Por lo demás, te diré que cuando una está de novio. Uno no puede disfrutar de las fiestas. Samanta no se separa de mi lado en ningun instante.

LEONOR:— oye, ¿quieres mucho a Samanta?

MARIO:— ¡Qué pregunta más rara! Por supuesto que sí.

Todas las novios quieren a sus novias, ¿no es cierto? (Se coloca la otra chupalla).

LEONOR (Romántica):— Porque Samanta te adora.

MARIO:— Esta Samanta es tan loca... no ha dejado pasar un día sin traerme un regalo. ¿Sabes lo que me trajo ayer? (LEONOR hace un gesto que no). Un guardapelo de esmalte con mis iniciales de esmeralda. Yo lo encontré excesivo y la reté. Le dije que era un desperdicio de dinero  

LEONOR:— ¡que bueno ser amado de esa forma! ¿Sabes. Mario? (Con gran secreto). Creo que estoy... empezando. . . a enamorarme

MARIO (Sin interés):— ¡que bueno!(sarcásticamente) Así te preocuparás un poco más de tus vestidos.

LEONOR (avergonzada) :— No sé... no estoy segura todavía..., pero me siento nerviosa, hay no se...

MARIO(Se ha sacado la chupalla de la otra):— Bien, voy a guardar esto. Tengo que ir a probarme la ropa de huaso

LEONOR (Con timidez):— ¿Te Cuento…?

MARIO (Dirigiéndose a la puerta):— Perdóname, pero tengo que probarme la ropa de huaso. Otro dia me dices. (Sale. LEONOR, sin sentirse herida, queda soñando. Por la Puerta chica entra ROSA, con plumeros y escobas. Viene rezongando).

 

 

ESCENA II

 

 

ROSA:— ¡Jesús, que dia ma desagrdable! ¡Ya no doy más! ¿Quién me manda aquearme en Santiago e sirvienta?

LEONOR (Afectuosa):— es que acaso no nos quiere. ROSA:— Pensar que vine pa juntar un poc’ue plata pa’ ayudar a mi taita; ya llevo cuatro años, no he juntao niuna wea , ya estoy casado.

LEONOR:— pero, nos has visto crecer, nos quieres, y nosotros también te queremos. ¿Qué seria de la casa sin ti?

ROSA (Fastidiada):— ¡Y pa’ colmo me toca er Centenario, queste año too sale mal !

LEONOR (Soñadora):— También pasan, cosas buenas...

ROSA:— ma ensima al mario se le ocurre casarse.  

LEONOR:— Ya pasará el matrimonio y descansarás.

RosA:— Toy decidía. Apenas se case la Mario me quiero ir p’al campo. ¡Menos mal que Custodio no se ha casao!

LEONOR:— ¿Cómo lo sabes?

ROSA:— Misael Manuel me cato. ¿No ve que Custodio tá traajando con el hermano d’ella en el fundo cerqu’e Temuco...? Y paree qu’el caballero lo quiere mucho. ¡Era que no! ¿Tan güenazo qu’es diulo este! LEONOR (Descubre unos libros en el suelo y los recoge):— ¡Los

libros de Javier! ¿Quieres llevárselos, Rosita? Los estuve buscando en la mañana.

ROSA (Cambia bruscamente):— Oiga Lionorcita, ¿por qué no se los llea usté mejor (Pausa). Conmigo tá medio enojao Javierito.

LEONOR:— ¿Enojao? ¡Qué raro, cuando Javier no se enoja nunca! RosA:— Desde que volvi tá medio raro. Ojala no hubiese vuelto

LEONOR:— No podía quedarse, Rosa. Por su debilidad al pulmón, tendrá que descansar.

ROSA:— Por eso será que pasa enfurruñao ahí en su pieza. Toas los días va a misa ese.

LEONOR (Cambio de tono):— Vas a tener que arreglar un poco el salón amarillo. Van a venir visitas.

ROSA:— El salón amarillo, no puee ser. Macario lu está ocupando. LEONOR:— Entonces tenemos que ocupar este salón.  

ROSA:— (suspira) ya no hay onde estar.

LEONOR:— ¿Sabes. quién viene con los primos? Arturo Valdés... (Saborea el nombre. ROSA lo nota).

ROSA:— ¿Con que ése es el que la tiene a usté desvelá toitas las noches?

LEONOR (Ruborizada):— ¡shh! No tan fuerte... (Sueña) ¡Y pensar que en la fiesta, me rogó que bailara con él y yo no quise! ¡Y me moría de ganas!

ROSA:— (burlándose) Tá weona ustee mija

LEONOR:— No Rosa, tuve miedo que se diera cuenta.

ROSA:— ¡Qué tanta wea si ni se le nota!

LEONOR:— Es que cuando me pongo nerviosa, se nota mucho. Lo malo es que ahora el piensa que me cae mal y no se como arreglar el malentendido. ROSA:— ¡Bah! Con mandarle ecir que la veng’a ver, si acabó l'historía.

LEONOR:— Le dije al Cristian que hablara con él y lo trajera esta tarde. Pero no me ha avisado, y no sé si vendrá. (Idea). Por si acaso, voy a cambiarme de vestido.

(Sale. Se oye la voz de MISAEL que llama: “¡Rosa, Rosa!”).

 

ESCENA III

 

 

ROSA:— YA VOY.

Voz de MISAEL (Acercándose).. ¿No te mandé a ordenar la pieza de los baúles?

ROSA:— Si estuve en eso, señor misael, pero la Lionorcita me dijo que arreglara aquí, porque van a venir visitas.

MISAEL:— Te traigo una novedad: carta para ti. (Le pasa una carta).

ROSA:— ¿Pa’ mí? ¿Quién me va a escribir a mi? (Da vuelta la carta entre las manos, sin atreverse a abrirla). Yo no sé ná leer, señor Misael

 MISEL:         ¿Quieres que te la lea yo?

(Rosa asiente con un leve movimiento de cabeaz)

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