Mama Rosa
MFernanda72Ensayo3 de Diciembre de 2019
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El mismo decorado, con algunos detalles que indican mayor riqueza. Sobre una mesa, un fonógrafo de corneta. Estamos en 1910, el año del Centenario. LEONOR lee sentada en un sillón. Tiene dieciséis años, es flaca y morenita. Después de un momento, pasa MARIO por el corredor. Son entre las cinco y seis de la Tarde de un día de octubre.
LEONOR:— ¡Mario! (Esta ya desapareció).
VOZ de MARIO:— ¿Qué paso?
LEONOR:— No te he visto en todo el día. Ven a hablar sobre el baile de anoche..
MARIO (Aparece con una chupalla puesta y una en mano):— Estoy ocupado con las chupallas francesas, Leonor. Por lo demás, fue un baile igual a todos: la misma gente, la misma orquesta, lo mismo... (Entra y va a mirarse al espejo).
LEONOR:— ¡.Cuentame, Mario! Piensa que yo no he ido a ninguna fiesta grande todavía ... No sé lo que ha sido el Centenario..
MARIO (Se da vuelta para que LEONOR la vea):— ¿Me veo esplendido, no crees? (No espera respuesta). Sí, algunas fiestas han sido divertidas: el baile de fantasía del Teatro Municipal, el garden party del Cerro Santa Lucía, la ¡matinée del Duque de Arcos. Por lo demás, te diré que cuando una está de novio. Uno no puede disfrutar de las fiestas. Samanta no se separa de mi lado en ningun instante.
LEONOR:— oye, ¿quieres mucho a Samanta?
MARIO:— ¡Qué pregunta más rara! Por supuesto que sí.
Todas las novios quieren a sus novias, ¿no es cierto? (Se coloca la otra chupalla).
LEONOR (Romántica):— Porque Samanta te adora.
MARIO:— Esta Samanta es tan loca... no ha dejado pasar un día sin traerme un regalo. ¿Sabes lo que me trajo ayer? (LEONOR hace un gesto que no). Un guardapelo de esmalte con mis iniciales de esmeralda. Yo lo encontré excesivo y la reté. Le dije que era un desperdicio de dinero
LEONOR:— ¡que bueno ser amado de esa forma! ¿Sabes. Mario? (Con gran secreto). Creo que estoy... empezando. . . a enamorarme
MARIO (Sin interés):— ¡que bueno!(sarcásticamente) Así te preocuparás un poco más de tus vestidos.
LEONOR (avergonzada) :— No sé... no estoy segura todavía..., pero me siento nerviosa, hay no se...
MARIO(Se ha sacado la chupalla de la otra):— Bien, voy a guardar esto. Tengo que ir a probarme la ropa de huaso
LEONOR (Con timidez):— ¿Te Cuento…?
MARIO (Dirigiéndose a la puerta):— Perdóname, pero tengo que probarme la ropa de huaso. Otro dia me dices. (Sale. LEONOR, sin sentirse herida, queda soñando. Por la Puerta chica entra ROSA, con plumeros y escobas. Viene rezongando).
ESCENA II
ROSA:— ¡Jesús, que dia ma desagrdable! ¡Ya no doy más! ¿Quién me manda aquearme en Santiago e sirvienta?
LEONOR (Afectuosa):— es que acaso no nos quiere. ROSA:— Pensar que vine pa juntar un poc’ue plata pa’ ayudar a mi taita; ya llevo cuatro años, no he juntao niuna wea , ya estoy casado.
LEONOR:— pero, nos has visto crecer, nos quieres, y nosotros también te queremos. ¿Qué seria de la casa sin ti?
ROSA (Fastidiada):— ¡Y pa’ colmo me toca er Centenario, queste año too sale mal !
LEONOR (Soñadora):— También pasan, cosas buenas...
ROSA:— ma ensima al mario se le ocurre casarse.
LEONOR:— Ya pasará el matrimonio y descansarás.
RosA:— Toy decidía. Apenas se case la Mario me quiero ir p’al campo. ¡Menos mal que Custodio no se ha casao!
LEONOR:— ¿Cómo lo sabes?
ROSA:— Misael Manuel me cato. ¿No ve que Custodio tá traajando con el hermano d’ella en el fundo cerqu’e Temuco...? Y paree qu’el caballero lo quiere mucho. ¡Era que no! ¿Tan güenazo qu’es diulo este! LEONOR (Descubre unos libros en el suelo y los recoge):— ¡Los
libros de Javier! ¿Quieres llevárselos, Rosita? Los estuve buscando en la mañana.
ROSA (Cambia bruscamente):— Oiga Lionorcita, ¿por qué no se los llea usté mejor (Pausa). Conmigo tá medio enojao Javierito.
LEONOR:— ¿Enojao? ¡Qué raro, cuando Javier no se enoja nunca! RosA:— Desde que volvi tá medio raro. Ojala no hubiese vuelto
LEONOR:— No podía quedarse, Rosa. Por su debilidad al pulmón, tendrá que descansar.
ROSA:— Por eso será que pasa enfurruñao ahí en su pieza. Toas los días va a misa ese.
LEONOR (Cambio de tono):— Vas a tener que arreglar un poco el salón amarillo. Van a venir visitas.
ROSA:— El salón amarillo, no puee ser. Macario lu está ocupando. LEONOR:— Entonces tenemos que ocupar este salón.
ROSA:— (suspira) ya no hay onde estar.
LEONOR:— ¿Sabes. quién viene con los primos? Arturo Valdés... (Saborea el nombre. ROSA lo nota).
ROSA:— ¿Con que ése es el que la tiene a usté desvelá toitas las noches?
LEONOR (Ruborizada):— ¡shh! No tan fuerte... (Sueña) ¡Y pensar que en la fiesta, me rogó que bailara con él y yo no quise! ¡Y me moría de ganas!
ROSA:— (burlándose) Tá weona ustee mija
LEONOR:— No Rosa, tuve miedo que se diera cuenta.
ROSA:— ¡Qué tanta wea si ni se le nota!
LEONOR:— Es que cuando me pongo nerviosa, se nota mucho. Lo malo es que ahora el piensa que me cae mal y no se como arreglar el malentendido. ROSA:— ¡Bah! Con mandarle ecir que la veng’a ver, si acabó l'historía.
LEONOR:— Le dije al Cristian que hablara con él y lo trajera esta tarde. Pero no me ha avisado, y no sé si vendrá. (Idea). Por si acaso, voy a cambiarme de vestido.
(Sale. Se oye la voz de MISAEL que llama: “¡Rosa, Rosa!”).
ESCENA III
ROSA:— YA VOY.
Voz de MISAEL (Acercándose).. ¿No te mandé a ordenar la pieza de los baúles?
ROSA:— Si estuve en eso, señor misael, pero la Lionorcita me dijo que arreglara aquí, porque van a venir visitas.
MISAEL:— Te traigo una novedad: carta para ti. (Le pasa una carta).
ROSA:— ¿Pa’ mí? ¿Quién me va a escribir a mi? (Da vuelta la carta entre las manos, sin atreverse a abrirla). Yo no sé ná leer, señor Misael
MISEL: ¿Quieres que te la lea yo?
(Rosa asiente con un leve movimiento de cabeaz)
ROSA:— ¿De onde viene?
MISAEL (Mirando el timbre) :— Parece que... de Temuco.
Rosa:— De Temuco. ¡Jesús, María y José, léamela señor Misael, que a lo mejor..
MISAEL:— Bien. (Se sienta y rompe el sobre. Empieza a leer con dificultad, como si la letra fuera difícil de descifrar). “Fundo Manantiales, Pilquén. Señorita Rosenda del Carmen González Tapia ROSA:— ¿Quién la escribe, Señor Misael? Mire abajo el nombre. (Está que revienta de nervios).
MISAEL: — “Angel Custodio Palominos’.
ROSA:— ¡Custodio! ¡Es de Custodio! ¡Custodio me escribe!
misael (Nota que Rosa está sentada, pero no la reprende):— A ver, niña, estáte tranquila, para poder leerte la carta.
ROSA (Se para bruscamente, retorciéndose las manos):— ¿Ya, señor MISAELl póngale no más!
MISAEL (Leyendo):— “Yo me creo que usté ni se acuerda de mi, pero nosotros los acordamos mucho. La .Juana Gárate me dijo el año pasado que la había visto a usté en Santiago, muy endomingá y alentá.,. Y me dijo que no se había casao ná y me dio la dirección.. El patrón va a ir a Santiago este otro mes y quiere que vaya con él. Así que quiero verla, Rosita”.
ROSA (Suspirando):— ¡Ay, Custodio!
MISAEL (Leyendo):— No vaya a creer ná que estoy tan pobre. Tengo dos cuadras de tierra, una vaca y tres chanchos. Al perro le puse Martin por su perra Martina.
ROSA (Haciendo pucheros): ¡Se acuerda de la Martina!
MISIA MANUELA (Leyendo):— “Así que no me vaya a hacer la desconocía, pues Rosita... Que siga tan alentá, Angel Custodio Palominos”.
ROSA:— ¿Se ‘a cuenta, Señor Misael? ¡Custodio viene a verme! Viene a buscarme!
MISAEL:— Parece hombre correcto y tiene bastante buena letra.
ROSA:— Es mucha cosa que Custodio me haya escrito. No vé que no sabe ná escrebir...
MISAEL (Decepcionada): Así es que le escribieron la carta
ROSA:— ¡Más mérito tuavía, pus señor Misael!
MISAEL:— Por mi hermano Alberto, sé que es hombre trabajador y de toda confianza. Hace poco, Alberto me decía que hasta había pensado ascenderlo a ayudante de mayordomo...
ROSA:— ¿No ve, señor Misael? ¡Se acabó! ¡Me caso y me guervo p’al campo! Pa eso tiene la vaca y tres chanchos. (Con placer). Con lo que me gusta a mí la crianz’e chanchos. (suspira imaginándose del cómo será su vida)
MISAEL:— No, Rosa, no; yo no te suelto. Ya estamos acostumbradas contigo. Te tienes que quedar aquí. (con un tono pasivo y reflexivo)
ROSA (Los ojos como platos):— Pero Custodio viene a yerme. Viene a buscarme estiotro mes.. (empezando a angustiarse)
MISAEL (Se le ocurre una idea):— ¿Qué tal presencia tiene? (tono de duda)
ROSA (Ruborizada): Muy güena, señor Misael. Grande, y colorado, igualito al San Cristóbal de la parroquia, ése que se ¡allá los pies en ¡‘agua.
MISAEL:— Entonces, ¿qué te parecería casarte con él y dejarlo de mozo aquí en la casa? (ROSA dice “no” con la cabeza). Con muy buen sueldo. (ROSA empieza a dudar). Les daría la pieza del fondo. ¡A que da al huerto, para que estén más independientes.
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