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Mujer Oriental, Gimnasio


Enviado por   •  28 de Septiembre de 2013  •  568 Palabras (3 Páginas)  •  368 Visitas

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Mientras las occidentales se matan en las trotadoras hasta reventarse el corazón –me excluyo porque como me tienen en un programa para quemar grasa sólo debo caminar :)–, las orientales caminan durante al menos cuarenta y cinco minutos. Nunca he visto a una de ellas trotar, tampoco a los hombres. No van por la elíptica, más bien creo que algunas ni siquiera la ven. No, nada de esfuerzos absurdos, ellas van, caminan, queman grasa y se van.

Y resulta que cuando llegan al vestidor, sorprenden más. Estas mujeres no se apuran, no andan con el reloj en la cabeza. Sagradamente entran a los saunas, seco y húmedo, se echan cuanta crema de esencia natural existe (una de las marcas que aman es FRESH) y cuando uno les pregunta porqué no transan la entrada al sauna te contestan sin rollos que “relaja, ayuda a circular la sangre, mantiene la piel limpia, el pelo hidratado y elimina toxinas”. Por lo mismo Rosemarie me juró que el vapor “es más importante que el ejercicio”.

Las orientales que han sido motivo de mi estudio por estos días se aplican yoghurt de chirimoya soprole en el cuerpo (después de exfoliar), mientras están en el sauna seco. Elongan el cuerpo en el vapor y se toman un tiempo impresionante para encremarse. Empiezan por los pies lentamente y a ratos le toman el aroma a la crema del día. Sin una pizca de vergüenza ni pudor por el cuerpo se masajean con ternura y logran, a través de sus rostros, traspasar el enorme bienestar que sienten al dedicarse a ellas mismas. Se maquillan poco, lo justo, y se peinan perfecto. Salen radiantes, algunas, como Rosemarie, extremadamente chic.

Las occidentales en cambio, vamos por el gimnasio corriendo, con el celular en la mano, se nos quedan las cosas, perdemos los cepillos, nunca tenemos tiempo para un baño a vapor, menos para un jacuzzi y menos aún para escuchar nuestro propio silencio. No, nosotras preferimos andar rápido, porque el mundo se puede acabar. Nos aplicamos la crema en el cuerpo con extrema rapidez, no vaya a ser cosa que nos miren mucho los defectos. Reclamamos por todo lo que hay que embetunarse, rabiamos con los secadores y rara vez tenemos un segundo para secarnos bien los pies.

Necesitaba contarles estas diferencias porque desde hace un tiempo he tratado de copiarles el ritmo de vida a estas sabias mujeres del oriente. Diariamente entro al vapor, sin culpa de demorarme 20 minutos extra, y he dejado de sentirme menos capaz por no poder trotar al recordar cuando un profesor de yoga me preguntó que de quién huía que corría tanto (en todo caso volveré a hacerlo, es lo máximo! Sólo me quedan 2 kilos! :).

Y créanme que se siente diferente. Echarse la crema bien masajeada, utilizar emulsiones ricas sintiendo los aromas y no pensando cuántas arrugas menos tendré mañana, es impagable. Sin embargo, lo interesante es que yo debo proponerme día a día tomarme la vida con más relajo, en cambio para ellas es lo obvio. ¿Me

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