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Prólogo de la Obra


Enviado por   •  17 de Junio de 2023  •  Apuntes  •  546 Palabras (3 Páginas)  •  25 Visitas

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PRÓLOGO

Un histórico paraje, un encantador canto de aves, donde una deslumbrante esfinge apreciaba el amorío y despedida de un tenue cielo con el mar. Cada mañana y vez tras vez el cielo obsequiaba una lumbrera a su inmensa mar.

Mientras la esfinge encantadora y de meta soñadora, cuya imagen de ensueño y con el susurrar de sus labios meditaba cerca al litoral. Cuan profundo como el vasto océano eran sus sentimientos y su pensar un hermoso coral.

Mientras el avezado vigía de múltiples armadas, desembarazaba su corazón, encomiando a cuan divina esfinge. Su devoción patriota lo había asignado múltiples senderos, donde jamás había encontrado a máxima sirena, a la cual supo eternamente adorar.

Fue un momento crucial, dos impregnantes corazones, bajo el mismo pensar, se cristalizaron al momento de avizorarse. Con el coral de las aves y el aplaudir de las olas abrieron su corazón y destino, en un mismo camino. Jurándose jamás separarse.

Intercambiaron impresiones, fusionaron sus corazones. Soldificaron sus vidas y tornaron un mismo camino.

Esta es la historia, donde Dios y el destino, confabularon en concretar un amor, haciéndolo invencible e indomable. Una pasión en la cual ni desdicha y olvido, ni obstáculo ni tiempo pudieron corroer y lastimar.

Este relato es la vigente crónica y novela, el verídico relato, donde dos almas impregnan sus sentimientos y encaminan una misma meta, en la cual por siempre se amarán. Basada en la realidad del S.XXI…

EL DIÁLOGO

Disfrutaba cual vigía de manjares orientales, ahora volvía a disfrutar sabor y fusión Peruana. Jamás su paladar se había deleitado en demasía de aquel mágico paraje, con su mente incesante de aquella figura celestial.

Era el sol abrasador, un refrescante océano de aquel bello lugar. Mientras la ciudad despertaba en cada aurora, la Armada cumplía sus gratos deberes, pero el sendero del corazón del vigilante no lo permitía partir.

Buscaba la vía hacia la divina imagen por la cual eternamente soñaría, tal divinidad ante sus ojos era encanto increíble, pero su corazón irascible. Evocaba su sagrado deber en báscula de menester, meditaba en vivir leal a la Unión de Naciones, residiendo con esbelta esfinge.

Al confabular en diálogo sus corazones, impregnaban sus emociones. Fueron amándose, los ojos resplandecían, sus labios se unían y caricias eran inmensas delicias. Sus pensamientos coincidieron. La pasión brotó, dio planes en frutos y seres por cristalizar.

Entre sí se mostraron apasionados, sus ideales jamás alejaron. Coincidieron en estudiar una misma profesión, pues tuvieron la misma vocación. El vigía, entre sus travesías había protegido zonas intangibles y especies endebles. Era una faceta de su vocación, velar por la salud animal. Y coincidió en la casa de estudios con su Amada.

El vigía tuvo un síncope en su vida, un lapso acompañado de ansiedad, pensó no volver a verla jamás, soportó años acompañada de ansiedad. La vida pasaba factura, pero entre sus votos juró a Dios, volver a la vida, para estar con su Esfinge Idolatrada. Esfinge que jamás lo abandonó, pues mantuvo noticias de su Amado Vigía.

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