Que Es La Justicia
gabo18217 de Septiembre de 2013
9.240 Palabras (37 Páginas)235 Visitas
Que es la justicia…
Jesús de Nazaret, al ser interrogado por el gobernador romano, admitió ser un rey, mas agregó: “Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad”. Pilato preguntó entonces: “¿Qué es la verdad?”. Es evidente que el incrédulo romano no esperaba res-puesta al interrogante: el Justo, de todos modos, tampoco la dio. Lo fundamental de su misión como rey mesiánico no era dar testimonio de la verdad. Jesús había nacido para dar testimonio de la justicia, de esa justicia que deseaba se realizara en el reino de Dios. Y por esa justicia fue muerto en la cruz. De tal manera, de la interrogación de Pilato:“¿Qué es la verdad?” y de la sangre del Crucificado, surge otra pregunta de harto mayor importancia, la sempiterna pregunta de la humanidad: “¿Qué es la justicia?”. No hubo pregunta alguna que haya sido planteada con más pasión, no hubo otra por la que se haya derramado tanta sangre preciosa ni tantas amargas lágrimas como por ésta; no hubo pregunta alguna acerca de la cual hayan meditado con mayor profundidad los espíritus más ilustres, desde Platóna Kant. No obstante, ahora como entonces, carece de respuesta. Tal vez se deba a que constituye una de esas preguntas respecto de las cuales resulta válido ese resignado saber que no puede hallarse una respuesta definitiva: sólo cabe el esfuerzo por fomular la mejor.
Cap 1
La justicia es, en primer lugar, una característica posible mas no necesaria del orden social. Recién en segundo término constituye una virtud del individuo pues un hombre es justo cuando su obrar con-cuerda con el orden considerado justo. Mas, ¿cuándo es justo un orden social determinado? Loes cuando regla la conducta de los hombres de modo tal que da satisfacción a todos y a todos les per-mite lograr la felicidad. Aspirar a la justicia es el aspirar eterno a la felicidad de los seres humanos: alno encontrarla como individuo aislado, el hombre busca la felicidad en lo societario. La justicia configura la felicidad social, es la felicidad que el orden social garantiza. Es en este sentido que Platón identifica justicia con felicidad cuando afirma que sólo el justo es feliz y desdichado el injusto. Va de suyo que al sostener que la justicia es la felicidad, no se ha respondido al interrogante si no que únicamente se lo ha desplazado. De inmediatose plantea entonces otra cuestión: ¿qué es la felicidad?.
Sin duda, no puede existir un orden justo- valedecir, que garantice a todos la felicidad- si se entien-de por felicidad lo que es en su sentido originario,esto es, lo que cada uno considera tal. En este caso,resulta imposible evitar que la felicidad de uno rocela felicidad de otro. Por ejemplo: el amor es lafuente primera de felicidad, aunque también la másimportante fuente de desdicha. Supongamos quedos varones aman a una misma mujer y que ambos,con o sin razón, creen que sin ella no serían felices.No obstante, conforme a la ley- y tal vez conformea sus propios sentimientos- esa mujer no puedepertenecer más que a uno de los dos. La felicidad deuno acarreará irremediablemente la desdicha delotro. No existe un orden social capaz de dar solu-ción a semejante problema de manera justa, esto es,de hacer que ambos varones sean dichosos. Ni si-quiera el célebre juicio del rey Salomón podría con-seguirlo. Tal como se sabe, el rey resolvió que unniño cuya posesión disputaban dos mujeres, fuerapartido en dos con objeto de entregarlo a aquellaque retirara la demanda a fin de salvar la vida de lacriatura. Dicha mujer, suponía el rey, probaría deesta suerte que su amor era verdadero. El juicio sa-lomónico resultará justo únicamente en el caso quesólo una de las mujeres ame realmente a la criatura.Si las dos la quisieran y ansiaran tenerla- lo cual esposible e incluso probable- y ambas retirasen lasrespectivas demandas, el conflicto permaneceríairresoluto. Por último, cuando la criatura debiera serentregada a una de las partes el juicio sería, por su-puesto, injusto pues causaría la desdicha de la partecontraria. Nuestra felicidad depende, con demasiadafrecuencia, de la satisfacción de necesidades queningún orden social puede atender.Otro ejemplo: es preciso designar al jefe de unejército. Dos varones se presentan a concurso, perosólo uno de ellos podrá ser el elegido. No cabe dudaque se ha de nombrar a aquel que sea más apto.Mas, ¿si ambos fuesen igualmente aptos? Resultaríaentonces imposible encontrar una solución justa.Supongamos que sea considerado más apto el quetiene buena apostura y un rostro agradable que ledan el aspecto de personalidad fuerte, en tanto elotro es pequeño y de apariencia insignificante. Encaso de recaer la designación en aquél, este otro noaceptará lo resuelto como justo, dirá, por ejemplo:“¿por qué no tengo yo un físico tan bien dotadocomo él? ¿por qué la Naturaleza me ha dado uncuerpo tan poco atractivo?” Por cierto, cuando ana-lizamos la Naturaleza desde el punto de vista de la justicia, debemos convenir que no es justa: unosnacen sanos y otros enfermos, unos inteligentes yotros tontos. Y no hay orden social alguno quepueda reparar por completo las injusticias de laNaturaleza. Si justicia es felicidad, no es posible la existenciade un orden social justo, si por justicia se entiendela felicidad individual. Empero, el orden social justotampoco será posible en el caso que éste procurelograr, no ya la felicidad individual de todos sino lamayor felicidad posible del mayor número posible.Ésta constituye la célebre definición de justicia for-mulada por el jurista y filósofo inglés JeremíasBentham. De todas maneras, la fórmula de Ben-tham tampoco es aceptable si a la palabra felicidadse le da un sentido subjetivo, ya que diversos indivi-duos tienen ideas todavía más diversas acerca de loque constituye la felicidad. La felicidad garantizadapor el orden social no puede ser considerada ensentido individual-subjetivo sino colectivo-objetivo. Esto significa que por felicidad se ha de entendersólo la satisfacción de ciertas necesidades, reconoci-das en tal carácter por la autoridad social o el legis-lador. Dichas necesidades merecerán entonces sersatisfechas. Así, verbigracia, está la necesidad dealimentos, de ropas, morada y otras por el estilo. Nocabe duda que la satisfacción de necesidades so-cialmente aceptadas no guarda relación alguna conel sentido primigenio del término felicidad, que esprofunda y esencialmente subjetivo. Por ello, porser expresión de un insaciable deseo de felicidadpropia y subjetiva, el deseo de justicia es primordialy está hondamente enraizado en el corazón delhombre. El concepto de felicidad ha de soportar uncambio radical de significación para que la felicidadde la justicia pueda convertirse en categoría social.Las transformaciones que sufre la felicidad indivi-dual y subjetiva para convertirse en la satisfacciónde necesidades socialmente aceptadas, son similaresa las que debe soportar el concepto de libertad parallegar a ser un principio social.El concepto de libertad con frecuencia es identi-ficado con la idea de justicia, de tal manera que unorden social será justo cuando garantice la libertadindividual. Dado que la verdadera libertad- esto es,la ausencia de toda coacción, de todo tipo de go-bierno- es incompatible con el orden social- cual-quiera que éste fuera- la idea de libertad no puedeostentar meramente la significación negativa de serlibre de todo gobierno. El concepto de libertad hade comprender la importancia que tiene una formade gobierno determinada. La libertad incorporará elgobierno de la mayoría de ciudadanos que, en casonecesario, ha de estar contra la minoría. La libertadde la anarquía se metamorfosea de este modo en laautodeterminación de la democracia. De igual mo-do, la idea de justicia se transforma, de un principioque garantiza la libertad individual de todos, en unorden social que salvaguarda determinados intere-ses, precisamente aquellos reconocidos como valio-sos y dignos de protección por la mayoría de lossúbditos. Empero, ¿qué intereses ostentan ese valor y cuáles la jerarquía de esos valores? El problema aparececuando se plantean intereses en conflicto. Y sola-mente donde existen esos conflictos se manifiesta la justicia como problema. De no haber intereses enconflicto, no hay tampoco necesidad de justicia. Elconflicto se genera cuando un interés se podrá versatisfecho exclusivamente a costa de otro o, lo quees igual, cuando entran en contraposición dos valo-res y no es posible hacer efectivos ambos, cuandopueden ser realizados únicamente en tanto y cuantoel otro es pospuesto o cuando es inevitable tenerque inclinarse por la realización de uno y no delotro, decidiendo qué valor es más importante, locual, por ende, establecerá el valor supremo. El problema de valores es, sobre todo, un problema deconflicto de valores. Problema que no puede resol-verse mediante el conocimiento racional. La res-puesta al problema planteado es siempre un juicioque, en última instancia, está determinado por fac-tores emocionales, ostentando, por consiguiente, uncarácter altamente subjetivo. Esto significa que esválido únicamente para el sujeto que formula el jui-cio siendo, en ese sentido, relativo. II1
Lo que se acaba de enunciar es pasible de ilus-trarse con algunos ejemplos. La vida humana, lavida de cada quien, constituye el valor supremo parauna determinada convicción moral. Consecuenciade semejante convencimiento es la abstención ab-soluta de dar muerte a un ser humano, aun en casode guerra o en cumplimiento de la pena capital. Estaposición, como se sabe, es la de quienes se niegan aprestar servicio militar y la de quienes rechazan porprincipio la pena de muerte. En oposición a estapostura existe otra convicción moral, la que afirmaque el valor supremo es el interés y el honor de lanación. Por lo tanto,
...