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Que Es La Literatura


Enviado por   •  15 de Septiembre de 2014  •  6.093 Palabras (25 Páginas)  •  233 Visitas

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QUE ES LITERATURA

Jorge Luis Oviedo

En el tomo segundo (G - MA) de su Diccionario Etimológico Castellano e Hispánico, Joan Corominas nos informa que la palabra “letra” proviene del latín “littera”.

El término actual “literatura” con sus varias acepciones deriva de letra, pero como una expresión culta (cultismo) y se aplica, en el sentido más amplio, a todo lo escrito.

Es en los siglos XV, XVI y XVII que la palabra literatura comenzará a usarse como sinónimo de poesía, por extensión semántica de la primera y por, seguramente, la incomodidad de expresar con la segunda, nuevas formas, (especialmente en prosa) que no eran historia, tratados filosóficos o científicos, sino manifestaciones de la vida humana no siempre escritas en verso ( como había sido lo normal con toda poesía, desde la antigüedad).

En el segundo tomo del Quijote (1615) se registra por vez primera el término literario; pero ya en 1438 Juan de Mena escribía literatíssimo y literato, significando con ello “hombre o persona dedicada al cultivo de las letras, es decir, que tiene el oficio de escribir.

En la actualidad usamos, casi indistintamente, escritor y literato. Aunque en el primer caso se suele considerar a todo el que escribe y en el segundo a aquel que es especialista en asuntos de literatura.

A partir del siglo XIX la palabra literatura, sobre todo, por la consolidación de nuevas manifestaciones literarias como el cuento, la novela y el ensayo, entre otros, pasa a significar, por lo general, expresión verbal con pretensión estética. ( Más adelante desarrollaremos este concepto).

El magnífico escritor alemán Goethe decía que la literatura “como registro de la humanidad se limita al fragmento de los fragmentos”, porque “la más pequeña parte de lo que ha sido hecho o dicho ha quedado registrada” y “ sólo una ínfima parte de lo que se ha registrado ha logrado sobrevivir”. Pese a esa decantación que hacen, más que el tiempo, como solemos decir en forma figurada, las generaciones de cada época, lo cierto es que hay en todo lo que se escribe con intención poética o literaria un afán estético, no siempre alcanzado por la mayoría de los autores y no plenamente logrado en la totalidad de las obras de un escritor, aunque siga gozando de celebridad siglos después de su época.

Pérez - Rioja, en su Diccionario Literario Universal dice que literatura “es, ante todo, intención, sensibilidad, expresividad, estilo; es la expresión de un modo de intuir las cosas, la exteriorización de nuestras vivencias. Es, en suma, un arte misterioso y profundo, expresión de la belleza por medio de la palabra escrita. Pese a los problemas interpretativos que implica, la literatura es el arte más eficaz, influyente y universal: consigue romper las barreras del tiempo, y gracias a la traducción, las del idioma original.

Por nuestra parte concebimos la literatura como toda manifestación o expresión verbal (oral o escrita) en la cual subyace, por encima de toda pretensión comunicativa, el goce artístico o estético.

Cuento, novela, relato, fábula, epopeya, poema, ensayo ("especulativo", en el que predomina más bien la inquietud que la verdad científica del tratado), en fin, todo aquello que rompe con el esquema básico y más usual de toda lengua: servir de medio, vehículo o canal de comunicación.

La literatura es sublime o grotesca. Catulo, por ejemplo, puede de pronto provocar cierto malestar cuando escribe: "No creo, asístanme los dioses, que pueda yo establecer diferencia alguna entre olerle la boca o el culo a Emilio. Nada hay más limpio que éste, ni nada más sucio que aquella, pero incluso el culo es más limpio y mejor, pues carece de dientes; su boca tiene unos dientes de pie y medio, unas encías como las de una vieja caja de carro y, además, un rictus semejante a la vulva, abierta por el calor, de una mula que orina. Este individuo goza de muchas mujeres y se las da de elegante. ¿Y no se le envía a la muela y a vigilar el asno? Y aquellas que le tocan, ¿no las consideramos capaces de lamer el culo de un verdugo enfermo?”. (Catulo, Poesías. Aguilar, Madrid, 1967. pp147-148)

También don Francisco de Quevedo, no fue menos en su épo¬ca, veamos para el caso el soneto "A la edad de las mujeres": De quince a veinte es niña; buena mohos de veinte a veinticinco, y por la cuenta/ gentil mujer de veinticinco a treinta./¡Dichoso aquel que en tal edad la goza!/ De treinta a treinta y cinco no alboroza; / mas puédese comer con sal pimienta;/ pero de treinta y cinco hasta cuarenta/ anda en vísperas ya de una coroza./ A los cuarenta y cinco es bachillera,/ ganguea, pide y juega del vocablo;/ cumplidos los cincuenta da en santera,/ Y a los cincuenta y cinco echa el retablo./ Niña, moza, mujer, vieja, hechicera,/ bruja y santera, se la lleva el diablo."

En Quevedo, sin embargo, encontramos el otro extremo, lo sublime, en, por ejemplo, "Amor constante más allá de la muerte": “Cerrar podrá mis ojos las postrera/ sombra que me llevare el blanco día/ y podrá desatar esta alma mía/ hora, a su afán ansioso lisonjera./ Mas no desotra parte en la ribera/ dejará la memoria en donde ardía;/ nadar sabe mi llama la agua fría/ y perder el respeto a ley severa./ Alma, a quien todo un Dios prisión ha sido,/ venas, que humor a tanto fuego han dado,/ médulas que han gloriosamente ardido,/ su cuerpo dejarán, no su cuidado;/ serán ceniza, mas tendrán sentido;/ polvo serán, mas polvo enamorado".

Pocos versos de amor tienen tanta fuerza e ingenio como estos catorce que conforman uno de los más bellos poemas de amor de todos los tiempos en lengua castellana; y cuyo final ha motivado incontables escritos y recreaciones en los poetas posteriores. Entre los nuestros, José Luis Quesada, por ejemplo.

La literatura, por esas cosas, por ser generalmente reveladora de la compleja condición humana, por ahondar en el ser interior y sacar a flote nuestros estados de ánimo más sublimes o más desesperantes y por rebelarse contra todo orden establecido, ha sido muchas veces prohibida o censurada. Muchos de los grandes clásicos que hoy se leen sin problema, figuraron alguna vez en las listas negras de la iglesia Católica, por ejemplo, o, en otras ocasiones, en las de algún gobierno despótico. Otras veces fueron encarcelados por sus letrillas satíricas como le ocurrió a Quevedo.

Desde luego lo grotesco y lo sublime son acciones deliberadas en los autores, producto eso sí, de sus estados de ánimo, de sus concepciones del mundo y de sus posturas políticas en la época que les ha correspondido vivir. Desde la sensorialidad y las notables eufonías de un Rubén Darío ( “ Los claros clarines de pronto

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