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Quien Se Llevo Mi Queso


Enviado por   •  26 de Junio de 2015  •  1.701 Palabras (7 Páginas)  •  167 Visitas

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¿QUIÉN SE HA LLEVADO MI QUESO?

Objetivo del caso:

Que el alumno entienda la filosofía o forma de pensar que hay detrás de la dirección estratégica de marketing.

Érase una vez un país muy lejano en el que vivían cuatro personajes. Todos corrían por un laberinto en busca del queso con que se alimentaban y que los hacía felices. Dos de ellos eran ratones y se llamaban Oliendo y Corriendo (Oli y Corri para sus amigos). Los otros dos eran liliputienses; seres del tamaño de los ratones, pero que tenían un aspecto y una manera de actuar muy parecidos a los de los humanos actuales. Sus nombres eran Kif y Kof.

Tanto los ratones como los liliputienses se pasaban el día en el laberinto buscando su queso favorito. Oli y Corri, aunque sólo poseían cerebro de roedores, tenían muy buen instinto y buscaban el queso seco y curado que tanto gusta a estos animalitos. Kif y Kof, los liliputienses, utilizaban un cerebro repleto de creencias para buscar un tipo distinto de queso, que ellos creían que los haría ser felices y triunfar.

Por distintos que fueran los ratones y los liliputienses, tenían algo en común: todas las mañanas se ponían su chándal y sus zapatillas deportivas, salían de su casita y se precipitaban corriendo hacia el laberinto en busca de su queso favorito.

El laberinto era un dédalo de pasillos y salas, y algunas de ellas contenían delicioso queso. Pero también había rincones oscuros y callejones sin salida que no llevaban a ninguna parte. Era un lugar en el que resultaba fácil perderse.

Para buscar queso, Oli y Corri, los ratones, utilizaban el sencillo pero ineficaz método del tanteo. Recorrían un pasillo, y si estaba vacío, daban media vuelta y recorrían el siguiente. Oli olfateaba el aire con su gran hocico a fin de averiguar en qué dirección había que ir para encontrar queso, y Corri se abalanzaba hacia allí. Como imaginaréis, se perdían muy a menudo y daban muchas vueltas inútiles. Sin embargo, Kif y Kof utilizaban un método distinto que se basaba en su capacidad de pensar y aprender de las experiencias pasadas, aunque a veces sus creencias y emociones los confundían.

Con el tiempo, siguiendo cada uno su propio método, todos encontraron los que habían estado buscando. Un día, al final de uno de los pasillos, en la

Central Quesera Q, dieron con el tipo de queso que querían. A partir de entonces, los ratones y los liliputienses se ponían todas las mañanas sus prendas deportivas y se dirigían a ella. Al poco, aquello se había convertido en una costumbre para todos.

Oli y Corri se despertaban temprano todas las mañanas y corrían por el laberinto siguiendo la misma ruta. Cuando llegaban a su destino, se quitaban las zapatillas y se las colgaban del cuello para tenerlas a mano en el momento en que volvieran a necesitarlas. Luego, se dedicaban a disfrutar del queso.

Al principio, Kif y Kof también iban corriendo todos los días hasta la Central Quesera Q para paladear el sabroso queso. Pero, al cabo de un tiempo, los liliputienses fueron cambiando de costumbres. Se despertaban cada día más tarde, se vestían más despacio e iban caminando hacia la Central. Al fin y al cabo, sabían dónde estaba el queso. No tenían ni idea de la procedencia del queso, ni sabían quién lo ponía allí. Simplemente suponían que estaría en su lugar.

- Esto es una maravilla -dijo Kif-. Aquí tenemos queso suficiente para toda la vida.

No tardaron mucho en considerar “suyo” el queso que habían encontrado en la

Central Quesera Q . Y había tal cantidad almacenada allí que, poco después, trasladaron su casa cerca de la Central. Todas las noches, los liliputienses volvían a casa cargados de queso, y todas las mañanas regresaban, confiadas, a por más. Pero al cabo de unos meses, la confianza de Kif y Kof se convirtió en arrogancia. Se sentían tan a gusto que ni si quiera advertían lo que estaba ocurriendo. El tiempo pasaba, y Oli y Corri seguían haciendo lo mismo todos los días. Por la mañana, llegaban temprano a la Central Quesera Q y husmeaban, escarbaban e inspeccionaban la zona para ver si había habido cambios con respecto al día anterior. Luego se sentaban y se ponían a mordisquear el queso.

Una mañana, llegaron a la Central Quesera Q y descubrieron que no había queso. No les sorprendió. Como habían notado que las reservas de queso habían ido disminuyendo poco a poco, y Corri estaban preparados para lo inevitable: cogieron las zapatillas deportivas que llevaban colgadas al cuello, se las calzaron y comenzaron a buscar nuevos quesos. Para los ratones, tanto el problema como la solución eran simples. La situación de la Central Quesera Q había cambiado, por lo tanto, ellos decidieron cambiar.

Ese mismo día, más tarde, Kif y Kof hicieron su aparición en la Central. No habían prestado atención a los pequeños cambios que habían ido produciéndose y, por lo tanto, daban por sentado que su queso seguiría allí. La nueva situación los pilló totalmente desprevenidos.

- ¿Qué? ¿No hay queso? –Gritó Kif- ¿Quién se ha llevado mi queso? ¡Esto no es justo!

Como el queso era muy importante para ellos, los dos liliputienses se pasaron mucho tiempo decidiendo qué hacer. Al principio, lo único que se le ocurrió fue

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