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REFLEXIÓN DE LA OBRA JARDÍN DE LOS CEREZOS DE ANTON CHEJOV


Enviado por   •  21 de Abril de 2020  •  Ensayos  •  1.956 Palabras (8 Páginas)  •  1.624 Visitas

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REFLEXIÓN DE LA OBRA JARDÍN DE LOS CEREZOS DE ANTON CHEJOV

Durante la actividad oral interactiva sobre la obra El jardín de los cerezos se abordaron numerosos aspectos que contribuyeron a mi mejor comprensión y entendimiento de la obra, así como ampliar mis conocimientos sobre sus contextos. Considero haber participado activamente en la discusión de tópicos como: La simbología oculta en cada personaje, La caída de la aristocracia en contraste con el levantamiento del proletariado urbano en Rusia del siglo XX, y la influencia del contexto sociocultural del autor en la escritura de la obra. El discutir con mis compañeros sobre estos temas fue esencial para mi entendimiento y me ayudó a alcanzar una máxima comprensión de las consideraciones culturales y contextuales de la obra.

El escritor ruso Antón Chejov publicó esta comedia como su última producción literaria en el año 1903, año anterior a su muerte. A principios del siglo XX Rusia atravesaba una crisis política y social, encontrándose aún bajo el régimen autoritario impuesto por el zarismo. Apenas a finales del siglo anterior se había dado libertad a los siervos de terratenientes. Nos encontramos en una Rusia prerrevolucionaria donde la clase aristócrata se encuentra en decadencia y la clase obrera emerge. El autor logra capturar su contexto cultural en la obra analizada, intentando reflejar la situación social de su época.

En cuanto al aspecto social, El jardín de los cerezos representa explícitamente la situación de dos clases sociales de la época: La aristocracia y el proletariado, los cuales estaban pasando por un proceso de inversión de roles. La obra presenta a Liuvab y su familia como representantes de la decadencia aristócrata y crisis social de su época. Así mismo, la emergencia de las clases bajas se encarna en Lopajin, un mujik que termina siendo dueño de la finca “el jardín de los cerezos”.

Otro tema relevante fue la simbología presente en cada personaje. Se comentó que existen tres personajes distintivos en la obra que representan: el pasado, el presente y futuro de la sociedad. Firs, el mayordomo de la familia, es la viva representación del pasado, tanto de sí mismo como de la sociedad rusa; Liuvab y sus hijas representan el presente, la situación actual de su clase social; y Lopajin es la representación del futuro, encarnando la esperanza y la emergencia de su clase.

En conclusión, La obra de Chejov dio mucho que comentar en la actividad oral interactiva, se hizo énfasis en los contextos sociales y económicos, abarcando temas como la caída de la aristocracia y el levantamiento del proletariado urbano. Todo esto contribuyó a convertir el análisis de la obra en una experiencia fascinante e interactiva.

Número de palabras: 430

Liubov y Lopajín como representantes del cambio social en Rusia

La tragicomedia El Jardín de los cerezos del literato ruso Antón Chejov, pertenece al Realismo, que como corriente literaria se encarga de presentar la realidad de forma objetiva. Esta obra fue escrita en 1904, durante una época en que la sociedad Rusa sufría una seria crisis de clases sociales. En la Rusia prerrevolucionaria se suscitaban serios problemas económicos y la diferencia entre clases sociales era muy marcada. Rusia se encontraba bajo el régimen Zarista que controlaba todo el poder. Esta crisis ocasionó un cambio drástico en la estructura social rusa: de un lado el poder de la aristocracia caía y del otro, las clases proletarias se levantaban y ganaban poder formando una clase burguesa. A través de esta obra, Chejov nos da a conocer la situación social y económica que se vivía en la época. Una historia en la que no existen protagonistas y la mayoría de sus personajes son principales, como ejemplo de equidad e igualdad. El tema central de esta obra es la caída de la aristocracia ante el levantamiento del proletariado. Esta situación social se da a conocer a través de dos personajes de la obra: El primero Liubov Adrevna, una terrateniente que ha perdido casi todo y regresa de su estadía en París para reencontrarse con su finca y su familia. De otro lado, Chejov nos presenta a Lopajín, un hombre adinerado descendiente de mujiks que ha prosperado en su vida y espera para dar recibimiento a una antigua amiga, Liubov, perteneciente a la familia a la que antes sirvió. Ambos personajes personajes son la representación más clara en la obra del cambio social que se vivía en Rusia. En el presente ensayo se analizará a estos personajes representativos, basándome en la caída de la aristocracia que representa Liubov, el surgimiento de la clase social baja representada por Lopajín y el cambio de roles sociales entre ambos.

Como primer argumento se tiene a Lopajín en representación de la emergencia de las clases sociales proletarias en la sociedad Rusa. A principios del siglo XX, el surgimiento de las clases proletarias amenazaba el poder de la aristocracia en la sociedad. Chejov presenta en su obra a Lopajín, que como sabemos era anteriormente un mujik, es decir que antes de la liberación de los siervos su familia servía a los dueños de esa finca. En la obra conocemos a Lopajín como un hombre de negocios, adinerado y bien vestido, como se menciona en el primer acto “Sí, en efecto, mi padre era un mujik, mientras que ahora yo llevo chaleco blanco y zapatos marrones… ¡Claro que aunque la mona se vista de seda!... pero soy rico, es lo único que ha cambiado”[1]. En este monólogo Lopajín reconoce la clase social de la que defiende y anuncia con entusiasmo su situación económica actual, se siente orgulloso de haber logrado superarse para posicionarse en un nivel más alto de la sociedad gracias a su trabajo y esfuerzo. Al final de la obra Lopajín compra el Jardín de los cerezos en una subasta pública, resaltando así su habilidad para capturar las grandes oportunidades y demostrando su gran poder económico, había pasado a ser más rico que sus antiguos patrones, había comprado la casa y el huerto, todo era suyo, su gran felicidad y orgullo se evidencia en la obra en el tercer acto:

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