Un Atipico Dia En Calle 17

Un atípico día en calle 17

Era una tarde común de verano, cuando estábamos sentados en la calle con los chicos esperando que algún auto, que estuviera manejado por una persona bondadosa, nos de 25¢ para el clásico muñeco de fin de año platense. Las horas pasaban y no recibíamos nada. La temperatura aumentaba minuto a minuto, y el sol tostaba nuestra piel. Decidimos abandonar la aburrida rutina diaria y salir a recorrer el barrio. Éramos un grupo numeroso ese día, algo atípico en aquella época del año, 8 adolescentes.

Caminábamos tranquilamente hasta que en un momento alguien menciono y destacó aquella puerta, perteneciente a una antigua casa abandonada, con su frente despintarrajeado y por algún motivo su entrada tapeada con maderas ya resecas por los años.

De aquella antigua residencia pudimos oír extraños sonidos, pasos y voces. Decidimos pasarlo por alto, y seguir caminando, cuando un grito desgarrador surgió de la casa. Quedamos inmóviles, nos mirábamos en silencio sin saber qué hacer. Avisarle a alguien? llamar a la policía? A un adulto? No, nada de eso, la intriga y la insistencia popular gano una vez más, y decidimos entrar.

No imaginábamos que podíamos llegar a encontrar en aquel momento. Comenzamos a romper las maderas, y a forzar la puerta. Logramos ingresar y lo primero que notamos fue un fuerte olor a podrido que provenía de bultos negros que estaban arrojados en el suelo de aquella enorme y tenebrosa construcción. En aquel momento lo único que pensábamos era "-Unas simples y olorosas bolsas de basura", hasta que decidimos abrir una de ellas. En ese instante se nos heló la sangre, al ver que grandes cantidades de flujo rojo chorreaban de aquella bolsa de consorcio producto de extremidades humanas anteriormente amputadas.

Me arrepentí de haber entrado a esa casa, los dientes me tiritaban, las piernas me temblaban, pero decidimos seguir adelante y encontrarle un porque a esta locura. Esquivando charcos de sangre, restos de carne en plena putrefacción, y rodeados de moscas, caminamos hasta la próxima habitación... la cual nos sorprendió aun mas al ver tras un vidrio viejo y polvoriento a "esclavos" trabajando en maquinas, como unas antiguas bicicletas, para generar energía o algo similar. Estas personas tenían algo que los hacia diferentes a las demás, algo le faltaba, ¿que era?, un alma.

Junto a este vidrio se encontraba un antiguo escritorio de chapa, en el cual había unos viejos y amarillos archivos. Los tomamos y pudimos observar rápidamente algunas anotaciones, deducimos que estas personas sin vidas fueran experimentos, los cuales podíamos de alguna forma llamarlos zombis. A nada de esto le podíamos encontrar una explicación razonable, cuando de repente escuchamos un fuerte golpe de una puerta lateral y vimos salir a un loco anciano, vestido con un viejo guardapolvo, con manchas de sangre impregnadas en aquella vestimenta, y su pelo gris platinado que contrastaba con su rostro tenebroso. Aquel hombre nos grito y juro matarnos de la peor manera que podría existir.

No dudamos en correr hasta encontrar la primera salida que encontráramos de ese macabro lugar. Aquella vivienda abandonada era un sinfín de pasillos, oscuros y estrechos que parecían nunca acabar. Nuestras mentes no eran consientes de nuestras piernas, corríamos y corríamos. Durante este veloz recorrido, en busca de una salida rápida y desesperada, pudimos ir observando distintas habitaciones en donde realizaban distintos experimentos y la formación de muertos-vivos la cual indicaban los apuntes que habíamos tomado de aquel escritorio. Pudimos ver un rayo de luz que salía por una puerta la cual volteamos en segundos. Volvimos a ver el sol radiante de una tarde de verano. Nuestras inocentes mentes pensaron que todo ya había terminado, pero aun nada era normal.

Por alguna extraña razón estábamos

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