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Valores ambientales y económicos


Enviado por   •  14 de Diciembre de 2014  •  Ensayos  •  1.459 Palabras (6 Páginas)  •  183 Visitas

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Valores ambientales y económicos

Valores ambientales y valores económicos en el espacio forestal:

Los recursos económicos que genera el espacio forestal son muy abundantes y diversificados (pastos, frutos, madera, leña, etc.). Sin embargo, muchos otros recursos y funciones ambientales del espacio forestal pueden pasar desapercibidos al no estar valorados monetariamente; así ocurre con aspectos tales como la protección del suelo y su fertilización, la regulación hídrica o el mantenimiento de una fauna de gran interés ecológico.

La actual superficie forestal andaluza, es algo más de cuatro millones de hectáreas, es el resultado de un largo y difícil proceso de colonización agrícola que ha ido ocupando inexorablemente los suelos antes forestales. Un proceso que ha ido delimitando la frontera entre lo agrícola y lo forestal.

Pero no sólo ha sido una cuestión de límites físicos entre un ámbito y otro. Debe recordarse que en los sistemas agrarios tradicionales, existía un nexo de unión entre cultivos, ganadería y bosques, aún dentro de una misma explotación. La radical segregación de uno y otro ámbito es un hecho relativamente reciente. La intensificación y tecnificación de la agricultura ha tenido como consecuencia una simplificación del uso y del paisaje, de los que se excluye cualquier otra dedicación. El espacio forestal va reduciéndose, así, a unos límites precisos, a unas manchas homogéneas donde por razones topográficas o edafológicas el laboreo no es posible ni rentable.

La extensión, forma y cualidades del espacio forestal es, pues, tanto consecuencia del medio como de la historia. La imagen del mundo forestal como paradigma de naturaleza puede ser equívoca, siempre que tal imagen no se evoque en términos comparativos con otros estados aún más transformados (las zonas agrícolas, los ambientes urbanos).

La diversidad de especies, estados y tipos de vegetación que hoy puede observarse en el medio forestal es consecuencia de profundas manipulaciones de la actividad humana; algunas muy lentas y apoyadas en el sustrato natural (las dehesas, los bosques de encinas y alcornoques), otras muy rápidas y recientes, muchas veces sustituyendo los ecosistemas preexistentes (las repoblaciones monoespecíficas de pinos o eucaliptos).

Aproximadamente el 50 por ciento de la superficie de Andalucía puede considerarse forestal, dando a este término una definición amplia que abarca todos aquellos terrenos que, ya sea por sus características físicas, agronómicas o ecológicas, no son susceptibles de laboreo agrícola. De aquella superficie, algo más de la mitad está constituida por masas arboladas, es decir que presentan densidades superiores a los 15 pies por hectárea. La restante superficie forestal, más de un millón y medio de hectáreas, la forman terrenos no arbolados (matorrales, herbazales, roquedales).

Este cincuenta por ciento de la superficie andaluza apenas aporta, sin embargo, un dos por ciento a la producción final agraria. Caza, madera, frutos y corcho son los principales sectores de la producción forestal, a ellos habría que añadir el valor de los aprovechamientos de los pastos. Y, junto a estos recursos básicos, una gran variedad de aprovechamientos menores: leña, pesca fluvial, hongos, plantas aromáticas.

La gran variedad de recursos forestales contrasta, sin duda, con su limitada aportación a la riqueza regional. Las causas de la baja rentabilidad de los espacios forestales hay que buscarla tanto en razón del propio medio natural como de la deficiente estructura económica del sector.

El primer motivo aducido debe ser, en todo caso, matizado. Los principales bienes económicos, con reflejo en el mercado, que producen los montes andaluces alcanzan una productividad inferior a la de otras áreas nacionales y europeas, por evidentes limitaciones, sobre todo climáticas, como el intenso y prolongado periodo seco interanual. Este hecho condiciona una inevitable desventaja respecto a la Europa del Norte y todo el dominio atlántico (incluso respecto a otros enclaves mediterráneos) en la producción de algunos recursos: madera, frutos, pastos... Es éste, pues, un hecho dado y, en consecuencia, forzar un medio limitado en productividad más allá de sus reales potencialidades puede ser extremadamente peligroso para la preservación de los ámbitos forestales; esto es lo que, de alguna manera, se intentó a partir de los años sesenta persiguiendo convertir a la región en productora neta de madera, con la introducción de especies foráneas de crecimiento rápido. Además, esta desventaja tan sólo es cierta si se circunscribe, como ya se ha apuntado, a aquellos bienes valorados en el mercado. El bosque, el matorral, el monte, producen sin interrupción otros bienes económicos y sociales insustituibles y que no se contabilizan en términos

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