ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Yo soy Horacio Quiroga


Enviado por   •  11 de Noviembre de 2015  •  Informes  •  1.607 Palabras (7 Páginas)  •  181 Visitas

Página 1 de 7

Yo soy Horacio Silvestre Quiroga Forteza.  No soy un personaje, fui una persona real y existente.  Nací horas antes de despedir el año 1878 en Uruguay del vientre de Pastora, engendrado por Prudencio.  Soy un escritor que en la mayoría de mis publicaciones encontrarás lecturas devastadoras, frustrantes y llenas de esas experiencias que han marcado mi vida.  Muchos de mis escritos se destacan por la morbosidad que vive entrelazada entre palabras y símbolos macabros.  Desde tan corta edad de apenas un año, comenzaron las tragedias en mi vida.  Mi padre luego de regresar de una excursión familiar, se enganchó la escopeta disparándose a sí mismo.  Para dar a conocer más de mi vida, soy amante de la química, la fotografía, la mecánica, el ciclismo, el campo y sobre todo la literatura.  Me pasaba largas horas en un taller de reparación de maquinarias y herramientas.  Fue allí donde gracias al hijo del dueño, comencé a interesarme por la filosofía.  Mientras tanto estaba colaborando con publicaciones y poco a poco fui puliendo mi estilo particular.  No fue hasta 1898, cuando durante el carnaval del Salto conocí a mi primer amor: María Esther.  Ella me sirvió de gran inspiración para dos de mis obras más importantes: “Las sacrificadas” y “Una estación de amor”.  Ella solo sirvió de inspiración, pues nuestro amor no rindió frutos a causa de la separación obligatoria sometida por sus padres al yo no tener creencias judías.  Nos separamos definitivamente.  

        El escenario de las tragedias regresa a mi vida.  Presencié el suicidio de mi padrastro y luego de esto tomé la herencia para viajar a París.  Regresé de ese viaje peor de cómo me encontraba.  Aproveché la ocasión para para narrar mi experiencia en un escrito llamado “Diario de viaje a París”.  Decidí reunirme con mis amigos Federico Ferrando, Alberto Brignole, Julio Jaureche, Fernández Saldaña, José Hasda y Asdrúbal Delgado para fundar un capricho que le pusimos “el Consistorio del Gay Saber”.  Este se convirtió en un laboratorio experimental dónde pude probar muchas otras nuevas maneras de expresarme y fue motivación para publicar mi primer libro.  La alegría de “Los arrecifes de coral” quedó opacada por la muerte de mis dos hermanos, Prudencio y Pastora luego de haber sido víctimas de la fiebre tifoidea.                    

        Ese año estaba maldito, pues las desgracias no se detenían.  A mi gran amigo, Federico Ferrando se le ocurrió la magnífica idea de retar en un duelo a Germán Papini Zas, quién le dio malas críticas acerca de sus trabajos.  Con la preocupación de la situación, me ofrecí a limpiarle su revólver.  Inesperadamente, mientras revisaba el arma, se me escapó una bala impactando la boca de Federico grabando en mi mente su instantánea muerte.  Mientras luchaba con la conciencia de lo sucedió, llegó la policía a la escena.  Obviamente, fui arrestado por haber sido inocentemente culpable.  Al cuarto día, fui liberado al probarse que había sido un accidente.  Me fui a vivir con mi hermana María para Argentina.  Disolví el Consistorio por respeto a mi amigo Federico.

        Regresé a Buenos Aires, lancé varios libros por los cuales me elogiaron comparativamente con Edgar Allan Poe.  Nunca me molestó que me hicieran tal comparación, la cual provoca en mí una gran complacencia hasta el final de mis días.  El cuento que me dio renombre fue la pieza horrorosa “El almohadón de pluma”, hizo que fuera buscado por miles de lectores.  En 1908, me fui de vacaciones y le dediqué mi primera novela “Historia de un amor turbio” a una de mis alumnas de cual viví locamente enamorado: Ana María Cires.  Comencé una familia con ella, pero con el tiempo me convertí en una persona olvidadiza, desorganizada y descuidada.  Más adelante esas características fueron compartidas con uno de mis personajes.  No todo siempre fue color de rosa –pues para variar con las tragedias de mi vida- en el 1915, Ana María decide quitarse la vida tomando sublimado.  Fue una agonía que duró por ocho días.  Nunca me gustó hablar de ella.  Un día pasé por el cementerio en donde estaba enterrada.  Andaba con mi amigo Julio E. Payró y le dije “ella está enterrada allí”.  Payró me preguntó si visitaba su tumba y yo le contesté que jamás; que me he olvidado de todo eso.  “Parece duro, pero comprendo que es la única manera de seguir viviendo para el que queda”.  No me quedó de otra que seguir escribiendo.  En 1917, se publicó mi pieza magistral “Cuentos de amor de locura y de muerte”.  No, no lleva coma. Mi título lo designé de esa manera porque es como lo siento.  El escritor Manuel Gálvez me catalogó como: “el verdadero maestro del cuento latinoamericano”.   Al año siguiente, publiqué mi otro libro “Cuentos de la selva” dedicado a mis hijos.  Durante doce años consecutivos, anduve publicando otras selecciones y colaborando en presentaciones culturales.  En el 1929 experimenté mi primer y único fracaso como escritor.  “Pasado amor”, fue mi único trabajo vendido en pequeñas librerías, pues no había más que cuarenta copias de la misma.  En el 1932, decidí retirarme con mi esposa y mi último retoño.  Mi vida fue complicándose aún más; mi esposa ya no toleraba vivir conmigo en el monte, además de las sumadas discusiones que se volvían violentas, diarias y permanentes.  

...

Descargar como (para miembros actualizados)  txt (8.8 Kb)   pdf (41.5 Kb)   docx (13.5 Kb)  
Leer 6 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com