ENSAYO Nada es igual

Nada es igual

Me rehusó a abrir los ojos, pero mi madre me obliga con un “Cassie, hija, es hora de desayunar” supongo que no debo de ser normal porque hoy es domingo y es el día que más odio, cuando para una adolescente de 17 años, como yo, debería ser nuestro mejor día. Todos los domingos mis padres nos hacen ir a la iglesia a mi hermano Ian y a mí, eso no es lo malo, está bien, de hecho, me gusta un poco, pero lo que no soporto de ir a la iglesia es el padre Santiago, de verdad, no eh conocido a un hombre que insulte más a las personas que creen en diferentes religiones, con capacidades diferentes y por supuesto, a personas con diferente orientación sexual, lo peor de todo es que el se justifica siempre con la que supongo es su frase favorita “dios no querría esto” tiene tanta influencia en el lugar que mis padres lo veneran o están a nada de hacerlo.

Lamentablemente para mí, este día en especial siempre tiende a ser mucho mas largo de lo normal, quisiera que fuera lunes para ir a la escuela, quisiera que fuera lunes para ver a mis amigos, quisiera que fuera lunes para olvidarme del padre Santiago  por los menos unos cuantos días, pero sobre todo quisiera que fuera lunes para ver a Jimena, la persona más importante para mí, la que siempre esta conmigo en los momentos buenos y malos, en ocasiones me gustaría contarle a todo el mundo lo que hay entre ella y yo, dejar de ocultarlo pero tengo miedo de la reacción que tomen mis padres, el único que sabe de esto es Ian, él siempre me apoya y le desagrada más que a nadie ir a la iglesia los domingos.

Mis padres conocen a Jimena, pero no por lo que de verdad es, a la vista de mis padres ella es solo una amiga.

Despierto antes de que mi alarma haga ese desagradable sonido, ¡lunes! El día que mas amo, hoy la veré, solo pasaron dos días y la extraño demasiado.

En cuanto doy mis primeros pasos dentro del colegio ella se aparece y me abraza por sorpresa, al instante supe que era ella y mi única reacción fue corresponderle su abrazo, me da un cauteloso beso en la mejilla, nadie puede saber de esto.

Últimamente Jimena y yo hemos hablado mas de lo normal sobre hacer publica nuestra relación, hablar con mis padres, explicarles y pedirles que por favor entiendan y acepten lo que hay entre nosotras, pero solo queda en eso, en hablarlo. Varias veces han estado a punto de descubrirnos, supongo que es cuestión de suerte, pero me da miedo que algún día la suerte se nos termine.

Gracias a mis padres tengo hasta la fecha una cierta creencia en dios y en lo divino, no soy devota ni mucho menos, pero hasta cierto punto me dejo envolver por la historia y valores que la religión comparte, en ocasiones eh llegado a pensar que tal vez, solo tal vez, algunas de las cosas negativas que el padre Santiago comenta en contra de la homosexualidad sea verdad, después de pensar eso y de manera casi inmediata me viene a la cabeza lo que hay entre Jimena y yo. Le comenté a Ian sobre esto y el solo me respondió “yo no creo en dios, pero si de verdad existiera no creo que le molestaría saber que Jimena y tú se quieren de verdad, que una hace feliz a la otra, si yo fuera dios buscaría eso entre las personas, felicidad, sin importar el género. Tranquila que lo que tu sientes no es malo” después de escuchar sus palabras sonreí, agache la cabeza y sin pensarlo lo abrase tan fuerte que creí que lo lastimaría, llore un poco de felicidad por tener al mejor hermano del mundo.

Al día siguiente hablé con Jimena, le dije que quería decirles a mis padres sobre esto, que tenia que apoyarme, ella no respondió verbalmente, solo me abrazo, esa fue la mejor respuesta que pudo haberme dado. Llegamos a la conclusión de que mañana les diríamos, escuche sonar el timbre, era la hora de la salida, observe alrededor de nosotras, no mire a nadie, así que como de costumbre me despedí de ella con un beso en los labios, lo hice y al girarme ahí estaban mis padres, ¿Qué hacen aquí? ¿Por qué hoy? ¿por qué en estos momentos? Eran las preguntas sin respuestas que estaban dentro de mi cabeza, mi padre se acerco a mi y me tomo del brazo de manera muy brusca, pensé que me llevarían a casa y que les tendría que dar una explicación, pero no fue así, me llevaron con el padre Santiago, mis padres le contaron su versión de la historia y, sin decirme nada, simplemente me dejaron a solas con él. Tenía miedo, mucho miedo, sus primeras palabras fueron “¿acaso eres estúpida? Dios creo al hombre y la mujer como complementos, no puedes estar con ella, o dime ¿crees que esto es lo que dios querría?” mi boca no fue capas de reproducir palabra alguna, lo único que hice fue llorar y no escuchar nada de lo que el padre Santiago dijera, se mantuvo insultándome y tratando de convencerme que estaba haciendo mal, pero yo estaba muy segura de que esto no era algo de lo que debía arrepentirme. Escuche la voz furiosa de Ian preguntando por mí, entro al lugar donde me encontraba para sacarme de ahí, el padre trato de detenerlo, pero el era mucho mas fuerte que el padre y con solo un empujón lo tiro al suelo, pensé que lo golpearía pero en lugar de eso lo miro y dijo “si personas como usted son las encargadas de transmitir la palabra de dios prefiero no creer en nada y darlo por muerto a usted y a su dios” al escuchar esas palabras decidí alegarme de todo lo que tuviera que ver con la religión, la religión no me había ayudado en nada en mi vida todo lo contrario me había hecho demasiado daño, en cambio Ian alguien común y corriente había tenido gran impacto en mí, me di cuenta que lo que nos hace ser mejores personas no lo encontramos en la religión ni personas divinas, lo encontramos dentro de nosotros y en personas normales como lo son los hermanos.

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