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Opinión sobre Consejos a un joven científico de P. B. Medawar

Dilsa Vigueras SosaEnsayo2 de Septiembre de 2018

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MAESTRÍA EN DERECHO CONSTITUCIONAL PENAL

MATERIA: METODOLOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN EN CIENCIAS SOCIALES

CATEDRÁTICA: D.H.C. ELIZABETH MENDOZA AGUILAR

REPORTE DE LECTURA:

CONSEJOS A UN JÓVEN CIENTÍFICO

LIC. HERNÁNDEZ BAUTISTA JOSÉ LUIS

01 DE SEPTIEMBRE DE 2018

CONSEJOS A UN JOVEN CIENTÍFICO

(Peter B. Medawar)

La lectura en todo momento nos brinda un sinfín de oportunidades, de conocer, de viajar, de soñar, de entretenernos, de sobresalir, de divertirnos, de soñar, de abrir los ojos a  nuevas oportunidades, lo anterior es mejor si se nos hace hábito desde pequeños, pocas lecturas puede ser tan enriquecedoras como aquellas que te brindan un consejo, antiguamente o tradicionalmente tenemos que el consejo lo brinda “…la voz de la experiencia…“, es por ello, que debemos destacar el acto de generosidad, entendida como la virtud y valor positivos que denotan el altruismo, del autor de compartir con los demás sus experiencias, para tratar de mostrarnos el camino a seguir en la ardua labor de la investigación, que nada fácil resulta para quienes empezamos a conocer este mundo maravilloso de la investigación.

Independientemente de los anterior, debemos ser críticos, a la vez tenemos que ser casi casi, un detective, pero eso no implica que tengamos que usar la lupa y el tradicional traje de Sherlock Holmes (personaje creado por el escritor escoces Arthur Conan Doyle en 1887), sino sumergirnos un poco en cuanto al texto que habremos de adentrarnos a leer; es decir, conocer un poco más de lo que hay detrás de la lectura y  del autor mismo antes de darle cabida en nuestra mente, incluso algunos conocedores nos recomiendan “escanear” el libro y no con tecnología como todo lo queremos hacer hoy en día, sino a la antigua, hojear el libro, pasar las páginas, observar si tiene gráficos o imágenes (cuya carencia no es sinónimo de mala lectura), ver el índice para saber un poco sobre cómo está conformada la lectura que “devoraremos”, otro “tip” sin duda importante para antes de leer es conocer el propósito de la lectura, lo cual permitirá entender y generar hipótesis de su propio contenido y así lograr una mejor comprensión, sin perder de vista el factor sorpresa lo cual nos proporciona la lectura en todo momento.

Todo lo anterior es indispensable para una buena lectura; sin embargo, en cuanto a la encomienda de leer el libro Consejos a un joven Científico de Peter Brian Medawar para la materia que se está cursando, es importante seguir uno de los “tips” anteriores que especialistas nos presentan, es precisamente destacar a su autor, por lo que a continuación haré un breve resumen de su vida.

Peter Brian Medawar nació en Petrópolis, Río de Janeiro, Brasil el 28 de febrero de 1915, de padre libanés y madre inglesa, destacado científico británico de nacionalidad brasileña, estudió Zoología en Oxford destacó por su investigación sobre el sistema inmunitario y su rechazo o aceptación de trasplantes de tejido, en 1960 recibió el premio nobel Fisiología y Medicina, además de Filósofo y un excelente divulgador de la ciencia, lo cual se puede constatar con su obras, entre ellas la que ocupa nuestro interés hoy para realizar este pequeño reporte de lectura, falleció en 1987 en la Ciudad de Londres, Inglaterra.

Por lo general es difícil saber cuándo tenemos enfrente una excelente oportunidad, incluso cuando la tenemos en nuestra propia mano, pues las dudas son inherentes a nosotros en todo momento como lo sería el estrés para el investigador, el sudor para el deportista, etc., pero en este caso, conviene poner especial atención en esta obra la cual es como el propio título lo enmarca “Consejos”, diría yo en mi vasta ignorancia del saber científico y de un sinfín de conocimiento que nos rodean en todo momento, no solo del mundo terrenal sino del metafísico, las mejores recomendaciones que podamos allegarnos; y aún mejor, de un científico que nada “mezquino o ególatra” comparte su sabiduría y conocimiento, nos permite con sus invaluables consejos, allegarnos la oportunidad de desarrollarnos con bases firmes y fundamentadas, sobre nuestro quehacer en esta Maestría, el quehacer de quien empieza a conocer que es investigar, sin pensar que esa labor es solo para esa clase selecta e incluso impermeable para el común del género humano, esa élite que muchas veces nosotros mismos vemos como algo inalcanzable y que quizás por esa forma obtusa de pensamiento estamos enfrentando de manera deficiente nuestras tarea de investigar algo en particular y que por ende nos provoque frustración, lo cual nos conllevará, sin lugar a dudas al fracaso de nuestro trabajo, pero Medawar nos enseña con la humildad de quien no tiene otro fin más que el de compartir con sus congéneres su visión del mundo científico y las ideas que sólo se adquieren con la experiencia y el estudio, el consejo que solo puede dar quien ya ha cometido el error y que con esa amargo sabor, nos permite ubicar una luz en nuestra opaca capacidad de investigar. .

Es por ello que inicio con señalar primeramente que él mismo nos dice que ser investigador no es fácil, no sólo para el propio investigador sino incluso para sus allegados, su familia y hasta sus amistades, pues como lo señala:

“…puede ser difícil…convivir con una obsesión sin la compensación de estar poseído por ella…”.

Puesto que otros no entenderán del todo esa dedicación que se le dará, incluso sacrificando el tiempo que pudiera estar dedicado a las personas que queremos y quienes no fácilmente entenderán ese sacrificio, pues analógicamente, no podemos entender el gusto de alguien más sino tenemos ese gusto también y menos aún el esfuerzo que se hace por tener ese gusto, pero el autor nos enseña que debemos ser perseverantes ante todo, pues una vez que lleguemos al final de nuestro ansiado resultado, esa satisfacción de haberlo logrado, nos hará experimentar ese sentimiento profundo y vasto que Freud denominó “sentimiento oceánicó”, lo cual obviamente es una “arma de doble filo”, una experiencia que se torna bipolar como Max Scheler caracterizó a los valores, con un sentido positivo y negativo, pues esa satisfacción tiene un polo “negativo” que una vez alcanzado ese sentimiento definido por Freud, al científico difícilmente le interesara otra forma de vida, acontecimientos tan importantes en la vida de cualquier  ser humano como el pasar tiempo con los hijos, un cumpleaños o una buena plática con los amigos o admirar en silencio las maravillas de la naturaleza.

El temor a la dificultad no nos debe detener, obviamente la investigación siempre requerirá que no esforcemos y que nos frustremos en diversas ocasiones, al grado de desalentarnos, de abortar la misión e incluso buscar otro de menor exigencia, pero uno de los consejos que se obtiene de la lectura es que el resultado nos dará una satisfacción comparable con ver la luz cuando nos aterra la oscuridad, ese sentimiento que de niño todos o tal vez la mayoría hemos tenido o tenemos (que no he conocido a ningún menor que no le tema), donde cada sombra es un aterrador monstruo que nos atacará en cualquier momento y que al encender la luz nos llega ese sentimiento de alivio que nos confortará y que hará desaparecer nuestros más profundos temores, dudas, angustias y que incluso hará que nos llegue la valentía de enfrentar cualquier ser que surja de las crepúsculos imaginarios, así los temores ante una investigación difícil, no nos debe detener hasta que la luz del objetivo alcanzado en esa labor nos permita tener ese sentimiento de protección que da el terminar una labor, el esfuerzo traerá una recompensa que nos hará más fuertes y a la vez iluminará el camino, metafóricamente hablando para investigar.  

En la propia vida los detalles son algo infinitamente importante, detalles que implican mirar la vida de manera sencilla, puesto que en la simpleza encontramos la belleza y en lo cotidiano la felicidad, detalles que no son inalcanzables, están a nuestro alrededor y que no necesitamos más que mirar nuestro entorno para contemplar, como el vuelo de una mariposa o el solo hecho de ver salir el sol cada día, admirar una flor o el vuelo de un ave; Medawar nos enseña que la sabiduría convencional, la habitual o tradicional ve a la “curiosidad” como:

“…la fuente principal de la labor del hombre de ciencia…”

Por ello el científico debe ser curioso y detallista, ver esas pequeñas aristas en donde pocos ponen importancia pues, de esa curiosidad que Immanuel Kant describió como una:

“…inquietud por llegar a la verdad de las cosas…”.

Esa luz, de acuerdo a Medawar, no es exclusiva que las grandes lumbreras de la ciencia, de los tratados más brillantes de cualquier ciencia o de las lecturas más complejas que puedan reunir tantas palabras como el idioma castellano conglomera, sino también encontramos la luz, también es importante allegar de la ciencia popular, de libros baratos, literatura que nos despierte el apetito por aprender cada vez más y por consiguiente investigar más sobre cualquier tema que por sencillo que parezca nos dará ese conocimiento que hará desaparecer el “menosprecio” que en ocasiones y porque no decirlo, habitualmente nos damos, el considerarnos, no incapaces pero sí limitados para investigar, pues Medawar establece que:

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