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Actividad De Aplicación, PEMA.


Enviado por   •  29 de Abril de 2015  •  1.282 Palabras (6 Páginas)  •  275 Visitas

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• Eudemonismo de Aristóteles

Todo lo que hacemos, dice Aristóteles (384- 322 ac), lo hacemos para conseguir algo. Así, preparamos un examen para aprobarlo. La consecución de este fin, el aprobado, lo consideramos como un bien para nosotros. Son muchos los fines que nos proponemos: para estar en forma hacemos gimnasia, para divertirnos vamos a la discoteca, para llegar a tiempo al trabajo nos levantamos a determinada hora, etc. La mayoría de estos fines, sin embargo, no los buscamos por sí mismos, sino más bien para conseguir otros fines. Así, no pretendemos aprobar el examen simplemente por la satisfacción que nos produce el aprobado: lo que queremos realmente es aprobar la asignatura; y deseamos sacar adelante la asignatura con el fin de aprobar el curso; y ambicionamos pasar el curso para obtener el título. Pero tampoco éste es un fin último, pues lo que queremos es cursar estudios superiores o encontrar trabajo, etc. Vemos así que la mayoría de fines están subordinados a otros que consideramos más importantes. Los fines subordinados no son, pues, fines últimos, sino que son simplemente medios para alcanzar otros fines.

Así pues, la persona virtuosa y, por tanto, feliz, es aquella que todo lo que hace lo hace de modo excelente, es la persona que se autor realiza. No todas las actividades, sin embargo, producen el mismo grado de felicidad. Un carpintero puede sentirse feliz de haber hecho bien un mueble, pero no hace muebles para sentirse feliz, sino para ganarse la vida; es decir, hacer muebles no es el bien supremo. La única actividad que, según Aristóteles, no se lleva a cabo como medio para alcanzar otra cosa, es el cultivo del saber teórico, la contemplación de la verdad. Actualmente esto no se entiende así, pero en tiempos de Aristóteles el hombre de ciencia investigaba por puro placer, no para la aplicación técnica, como ahora. Por supuesto, esta actividad sólo le estaba permitida a aquellas personas que tenían cubiertas todas sus necesidades básicas. Por eso, según Aristóteles, no se puede ser feliz sin un mínimo de medios económicos y otras circunstancias como la salud, e incluso un poco de suerte.

• Estoicismo de Lucio Anneo Séneca

Séneca es el más importante representante de la stoa o filosofía estoica en su último período, siendo sus preocupaciones fundamentalmente éticas, hasta el punto de que se ha querido establecer un contacto entre él y el cristianismo naciente, atribuyéndole una correspondencia con el apóstol San Pablo. Es un filósofo práctico más que un teórico o un sistemático. Se aparta en muchos puntos del estoicismo, aceptando elementos tomados del cinismo y del epicureísmo, lo que da por resultado en eclecticismo de carácter moralista preocupado por la filosofía en cuanto ésta significa una enseñanza y un consuelo para la vida. Esto es, en suma, el «senequismo». A Séneca le interesa más la filosofía como forma de vida que como especulación teórica, y gira toda ella en torno a la figura del «sabio», del «sofós». Para Séneca la sabiduría y la virtud son la meta de la vida moral, lo único inmortal que tienen los mortales. La sabiduría consistirá según la doctrina estoica en seguir a la naturaleza, dejándose guiar por sus leyes y ejemplos. Y la naturaleza está regida por la razón. Por tanto, obedecer a la naturaleza es obedecer a la razón, y poder de este modo ser feliz. La felicidad de que es capaz el hombre consiste en adaptarse a la naturaleza, y para ello mantener un temple anímico equilibrado que nos deje a salvo de las veleidades de la fortuna y de los impulsos del deseo que oscurecen la libertad. La libertad consiste en la tranquilidad del espíritu, en la imperturbabilidad del ánimo que hace frente al destino, la ataraxia.

• Utilitarismo de Jeremy Bentham

El utilitarismo es la teoría ética que afirma que la corrección moral de una acción se justifica y fundamenta sólo en su mayor utilidad, es decir en la mayor cantidad de bien que produce. Queda entendido que la utilidad de un acto es su capacidad de producir bien. Un acto, por tanto, se juzga moralmente sólo por su resultado y consecuencias teniendo en cuenta la cantidad total de bien

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