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Angustia


Enviado por   •  25 de Mayo de 2014  •  Tesis  •  9.088 Palabras (37 Páginas)  •  315 Visitas

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Angustia

Hay muchas definiciones de angustia no se podría tomar una como la verdadera y las demás como que no lo son en realidad una se va complementando de la otra y asi se forma una idea conceptual de lo que es la angustia.

Aquí algunos ejemplos

Según el diccionario de la lengua española:

1 Sufrimiento y preocupación intensos provocados por un peligro o una amenaza.

2 Sensación de malestar que se tiene en el estómago cuando se quiere vomitar. ansias.

Según médicos psicólogos y especialistas en el tema:

La angustia es un estado emocional penoso y de sufrimiento psíquico donde el sujeto responde ante un miedo desconocido. Además del dolor psíquico presenta cambios en el organismo como la sudoración, la taquicardia, temblores y falta de aire.

Por ejemplo: “Espero conseguir empleo en los próximos días, no puedo vivir con esta angustia”, “Me genera una gran angustia saber que pronto te marcharás y no volveré a verte en mucho tiempo”, “La semana pasada sentí angustia por la situación, pero poco a poco me fui acostumbrando”.

La angustia es un sentimiento diferente al del miedo ya que éste último está referido a un objeto en particular, mientras que en la angustia se teme a algo desconocido.

Los niveles de angustia pueden ser varios, desde los menores hasta los más elevados montos de angustia, que terminan acompañando alguna enfermedad psicológica si se mantiene en el tiempo.

Los ataques de pánico son un ejemplo donde puede verse un elevado monto de angustia en un sujeto causado por un objeto desconocido. En estos casos, las personas comienzan a sentir un malestar físico con aceleramiento cardíaco, sudoración y hasta posibles desmayos.

Las causas de la angustia pueden ser diversas y van a depender de la particularidad de cada persona. Sin embargo, se la vincula a

• Momentos desencadenantes e importantes de la vida del sujeto.

• La conformación psíquica de la persona a lo largo de su desarrollo evolutivo

Sin embargo la angustia tambien puede ser una reacción ante el peligro oo ante algo desconocido. Incluso puede sentirse angustia sin una causa precisa. En estos casos, el concepto tiene un significado similar al miedo o laansiedad: “Pasé angustia cuando nos quedamos encerrados en el ascensor”, “Juan sintió angustia con el cambio de colegio”.El ritmo estresante de vida que llevamos, las complicaciones profesionales o personales a las que tenemos que hacer frente en nuestro día a día o dificultades a nivel económico son algunas de las situaciones que llevan a que muchas personas se encuentren en estos momentos teniendo diversos cuadros de angustia..

Miedo, tristeza, nerviosismo, irritabilidad, dolores de cabeza, problemas para conciliar el sueño o ansiedad son algunos de los síntomas que vienen a dejar patente que alguien está sufriendo angustia. Ante esos casos es necesario acudir a profesionales médicos que puedan ayudar a la persona en cuestión mediante el correspondiente tratamiento, que puede estar basado en la ingesta de algún medicamento y también en una terapia o sesiones psicológicas.

En sus primeros estudios sobre la angustia, Sigmund Freud diferenció entre laangustia realista y la angustia neurótica. La angustia realista es aquella que, como un apronte angustiado, alerta y prepara para la huida ante un peligro exterior; es un estado de atención sensorial incrementada y tensión motriz. Puede haber dos desenlaces para ella: o bien genera una reacción adecuada al fin y se limita a una señal que ayuda a ponerse a salvo del peligro, o genera por el desarrollo total de la angustia una reacción inadecuada que termina en paralizar al individuo.

Es importante diferenciar la angustia del miedo y del terror. La angustia neurótica, en cambio, no tiene fundamento exterior, no refiere claramente a un objeto o resulta exagerada ante la objetividad del peligro.

Sin embargo lo que verdaderamente le interesa a Freud es lo que llama angustia neurótica. En relación con ciertos cuadros clínicos encuentra tres constelaciones posibles: una “angustia expectante” o libremente flotante que está a la espera de unirse de forma pasajera a cualquier objeto posible; una angustia que se ha relacionado con un peligro externo que a cualquier observador le parece desmedida; y aquella angustia que se da en forma de ataques o de permanencia prolongada pero sin que nunca se le descubra fundamento exterior. En todos estos casos la pregunta es ¿A qué se le tiene “miedo” en la angustia neurótica?. En sus primeros desarrollos Freud concluye, que la angustia es una transmutación en la que ha obrado la represión sobre una noción de deseo inconsciente, y que el monton de energía a esa representación reprimida, que necesariamente debe ser descargado, pasa a la conciencia como angustia. Y esta energía debe ser liberada para ese sentimiento de angustia. Es en sus indagaciones sobre la relación entre síntoma y angustia, en las que se evidencia que el síntoma impide el desarrollo de esta última al ligar la energía no aplicada, que Freud llega a una primera respuesta; en sus propias palabras:Aquello a lo cual se tiene miedo es, evidentemente, la propia libido. La diferencia con la situación de la angustia realista reside en dos puntos: que el peligro es interno en vez de externo, y que no se discierne conscientemente. (Sigmund Freud: Nuevas Conferencias de Introducción al Psicoanálisis, Conferencia 32)

En la segunda teoría sobre la angustia entonces Freud pone el énfasis en la necesidad de un peligro externo, pues ahora es evidente que un peligro interno no puede evocar el arquetipo de la angustia: ese peligro externo que el niño temió y que perduró en el inconsciente adulto es la castración. Pero lo que es más importante la angustia no es el resultado de la represión, sino su condición: es el Yo, el único capaz de generar y sentir angustia, el que se defiende de los peligros del Ello y del super yó, como lo hace del mundo exterior, es decir generando una pequeña señal de angustia, o apronte angustiado, que pone en marcha el mecanismo del principio de placer y activa así el mecanismo de represión que pone al Yo a salvo de la moción pulsional peligrosa, cuya satisfacción acarrearía la consecuencia temida o la consumación de la situación de peligro.

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