Cine liberación: “hacia un tercer cine”
Maria AngelicaDocumentos de Investigación3 de Marzo de 2016
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Cine liberación: “hacia un tercer cine”
1969. Grupo de cine liberación/ O. Getino y F. Solanas
El cine, antes, era solo sinónimo de espectáculo: objeto de consumo. El elemento de comunicación más importante de nuestros tiempos estaba destinado a satisfacer exclusivamente a los dueños del mercado mundial del cine (en su mayoría estadounidenses).
El equivoco nacía del hecho de seguir abandonando la realidad y el cine a través de la misma óptica con que se manejaba la burguesía. No se planteaban otros modelos de producción, de distribución y exhibición que no fueran los proporcionados por el cine americano por que había llegado aun a través del cine a una diferenciación neta de la ideología y política burguesa. Una política reformista traducida en el dialogo con el adversario, en la coexistencia, en la supeditación de las contradicciones nacionales o las contradicciones entre los bloques presuntuosamente únicos: la URSS y los Estados Unidos, y no puede alentar otra cosa que un cine destinado a insertarse en el sistema, cuanto mas a ser el ala progresista” del cine del sistema; a fin de cuentas condenado a esperar que el conflicto mundial se resuelva pacíficamente en favor del socialismo para que cambien las cosas cualitativamente de signo.
La existencia de masas a nivel mundial revolucionadas se convertía en el hecho sustancial sin el cual aquellos interrogantes no podían haber sido planteados (estaba desarrollándose un movimiento de liberación mundial cuyo motor se asienta en los países del tercer mundo)
El interrogante de si un cine militante era posible antes de la revolución comenzó a ser sustituido en grupos aun reducidos por el si era o no necesario para contribuir a la posibilidad de la revolución; a partir de la respuesta afirmativa, el proceso de las posibilidades fue encontrando su incipiente cause en numerosos países.
- LO DE ELLOS Y LO DE NOSOTROS
El debate sobre el papel del intelectual y el artista en la liberación, oscila entre dos polos: aquel que propone supeditar toda la capacidad intelectual de trabajo a una función específicamente política o político-militar, negando perspectivas a toda actividad artística con la idea de que tal actividad resulta indefectiblemente absorbida por el sistema, y aquel otro sostenedor de una dualidad en el seno del intelectual: por un lado “la obra de arte”, “el privilegio de la belleza”, arte y belleza no necesariamente vinculados a las necesidades del proceso político revolucionario y por otro lado un compromiso político que radica por lo común en la firma de ciertos manifiestos antiimperialistas. En los hechos, la desvinculación de la política del arte.
Estos polos se apoyan en dos emisiones: 1. la de concebir la cultura, la ciencia, el arte, el cine como términos unívocos y universales; 2. la de no tener suficientemente claro que la revolución no arranca con la conquista del poder político al imperialismo y la burguesía sino desde que las masas intuyen la necesidad del cambio y sus vanguardias intelectuales, a través de múltiples frentes, comienzan a estudiarlos y analizarlos.
Cultura, arte, cine responden siempre a los intereses de clases en conflicto. En la situación neocolonial compiten 2 concepciones de la cultura, arte, etc.: la dominante y la nacional. La cualidad solo podrá ser única, cuando universalice la liberación del hombre. Mientras tanto existe una cultura nuestra (de subversión; impulsa hacia la emancipación) y una cultura de ellos. El intelectual se inserta en cada uno de esos hechos tomando como una unidad a corregir desde el seno del hecho mismo, no desde afuera con modelos y métodos propios y nuevos.
En Bs. As. El ejercito erradica “villas miserias” y construye en su lugar “poblados estratégicos”, urbanísticamente preparados para facilitar una intervención militar cuando llegue el caso. Las organizaciones de masas por su parte carecen de frentes solidamente especializados. El fortalecimiento de casa una de las especialidades y frentes de trabajo, subordinado a prioridades colectivas, es lo que puede ir cubriendo los vacíos que genera la lucha por la liberación y lo que podrá delinear con más eficacia el papel intelectual de nuestro tiempo.
A través de su acción el intelectual debe verificar cual es el frente de trabajo en el que racional y sensiblemente desarrolla una labor más eficaz. Determinando el frente, la tarea que le corresponde es determinar dentro de él, cual es la trinchera del enemigo y como y donde ha de emplazar la propia. Es así que podrá nacer un cine, una medicina, una cultura de la revolución, aquella base en la que se nutriría desde ahora el hombre nuevo que ejemplificaba el Che.
- DEPENDENCIA Y COLONIZACIÓN CULTURAL
Tercer cine es aquel que reconoce en la lucha antiimperialista de los pueblos del tercer mundo y de sus equivalentes en el seno de la metrópolis que constituye el ojo de la revolución mundial, la más gigantesca manifestación cultural, científica y artística de nuestro tiempo, la gran posibilidad de construir desde cada pueblo una personalidad liberada: la descolonización de la cultura.
La cultura de un país, necocolonizado, al igual que el cine, sin solo expresiones de una dependencia global generadora de modelos y valores nacidos de las necesidades de expansión imperialista. Para imponerse el neocolonismo necesita convencer al pueblo del país dependiente de su inferioridad. Si quieres ser hombre, dice el opresor, tienes que ser como yo. Crece entonces la inhibición, el desarraigo, la evasión, el cosmopolitismo cultural, la imitación artística, los agotamientos metafísicos, la traición al país (ej: “la hora de los…”). Del mismo modo en que no es dueño de la tierra que pisa, el pueblo neocolonizado tampoco lo es de las ideas que lo envuelven. Conocer la realidad nacional supone adentrarse en la maraña de mentiras y confusiones originadas en la dependencia.
Las burguesías nativas de las ciudades puerto como Bs. As. Y sus correspondientes elites intelectuales, constituyeron desde el origen de nuestra historia la correa de transmisión de la penetración neocolonial. Detrás de consignas como aquellas de “civilización o barbarie” elaboradas en Argentina por el liberalismo europizante, estaba la tentativa de imponer una civilización que correspondía plenamente a las necesidades de expansión imperialista y el afán de destruir la resistencia de las masas nacionales bautizadas sucesivamente en nuestro país de chusmas.
Los sectores medios fueron y son los mejores receptángulos de la neocolonización cultural. Su ambivalente condición de clase, su intuición de colchón entre los polos sociales, sus mayores posibilidades de acceso a la civilización, posibilitan al imperialismo una base social de apoyo que alcanza en algunos países latinoamericanos considerable importancia. La penetración cultural es el complemento de un ejército extranjero de ocupación. “sirve para institucionalizar y hacer pensar como normal la dependencia. De esta forma la colonización pedagógica sustituye con eficacia la policía colonial (ej: “la hora de…”).
Los mass comunications tienden a completar la destrucción de una conciencia nacional y de una subjetividad colectiva en vías de esclarecimiento, destrucción que se inicia apenas el niño accede a las formas de información, enseñanza y cultura dominante. Para el neocolonismo, es una forma de ubicar a la ley, igual que al pueblo, al margen. La violencia pasa a convertirse en oren, en la normalidad. La verdad equivale a la subversión. Existe de parte del neocolonismo un serio intento de castrar, digerir las formas culturales que nazcan al margen de sus proposiciones (desvincular la obra de las necesidades de la lucha por la emancipación nacional). La virulencia, el inconformismo, la simple rebeldía, la insatisfacción, son productos que se agregan al mercado de compra y venta capitalista, objetos de consumo. Sobre todo en una situación donde la burguesía necesita incluso una dosis más o menos cotidiana de shock y elementos excitantes de violencia controlada.
En realidad el área de protesta permitida del sistema es mucho mayor que la que él mismo admite. De este modo les da a los artistas la ilusión de que ellos están actuando contra el sistema, al traspasar mas allá de ciertos limites estrechos y no se dan cuenta que el arte antisistema puede ser absorbido y utilizado por el sistema. Tanto como freno, como auto corrección necesaria. Insertar la obra como hecho original en el proceso de liberación, ponerla antes que en función del arte en función de la vida misma, disolver la estética en la vida social; estas y no otras son a nuestro parecer las fuentes a partir de las cuales habrá de ser posible la descolonización, es decir, la cultura, el cine, la belleza, , al menos, lo que mas nos importa, nuestra cultura, nuestro cine, nuestro sentido de la belleza.
- LOS MODELOS CINEMATOGRÁFICOS NEOCOLONIALES EN ARGENTINA
Una cinematografía, al igual que una cultura, no es nacional por el solo hecho de estar planteada dentro de determinados marcos geográficos, sino cuando responde a las necesidades particulares de la liberación y desarrollo de cada pueblo. El cine hoy dominante en nuestros países, es dependiente, un cine alienado y subdesarrollado. Las fronteras se esfumaron paralelamente a la expansión del imperialismo yanqui y al modelo de cine que aquel, dueño de la industria y de los mercados improndira: el cine americano. Es un cine de imitación; la inserción, aunque solo sea en el lenguaje, conduce a una adopción de ciertas formas de aquella ideología que dio como resultado ese lenguaje y no otro, esa concepción se la relación obre-espectador y no otra.
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