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Tercer Cine


Enviado por   •  19 de Mayo de 2013  •  3.122 Palabras (13 Páginas)  •  492 Visitas

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El presente ensayo es realizado en base al texto “Hacia un tercer cine” escrito por Octavio Getino y Fernando E. Solanas. Para la comprensión del texto creemos que se pueden tomar básicamente dos aspectos previos a entrar en el contenido del texto en sí; el primer aspecto es en contexto histórico- político de América Latina, que si bien Getino y Solanas lo recrean en su texto se puede adentrar un poco más; el segundo aspecto sería la noción que se tenía del cine y de la industria cinematográfica en general del momento histórico.

El texto fue escrito en el año de 1969, época en la cual Latinoamérica en general tenía unas condiciones políticas y económicas particulares, había un surgimiento de varios movimientos insurgentes y una gran difusión política revolucionaria. El designo por parte de presidentes estadounidenses para América Latina como territorios subdesarrollados, creó un imaginario colonizador, en el sentido político, cultural y económico dentro de la región aproximadamente desde el año 1949; aunque prontamente dicho imaginario no quedó sólo en las ideas sino que fue materializado, fue una excusa para la intervención económica y política lo cual reafirmo a Latinoamérica como territorio productor de materias primas.

Las dinámicas mundiales giraban en torno a la idea del desarrollo, y para Latinoamérica fue evidente que las primeras décadas de intento de desarrollo fueron un profundo fracaso, ya que a pesar que las regiones representaban mayor crecimiento económico, mayor industrialización; la calidad de vida bajaba, problemas como el hambre, la pobreza, la miseria se hacían cada vez más evidente dentro de las crecientes urbes. Ante estas condiciones paupérrimas sectores sociales, apoyados bajo ideales de sistemas económicos y políticos alternativos, y de países no capitalistas como la Unión Soviética y la Cuba revolucionaria, empiezan a emprender una querella contra las ideas de “desarrollo”, contra el capitalismo y el imperialismo.

De esta forma se da píe para la creación de movimientos en armas, de corte insurgente alrededor de toda Latinoamérica. De esta manera Estados Unidos en su lucha anticomunista empieza a crear un sinnúmero de planes de acción contra insurgentes en América Latina, atacando a los movimientos sociales desde las dictaduras políticas impuestas y desde el control de difusión de material de izquierda y subversivo.

Por el cambio de pensamiento que se tiene en el momento de la aparición de los movimientos sociales de izquierda y las guerrillas comunistas, se empieza a usar diversas formas de arte (como la literatura, el cine, la pintura, el teatro) para tratar de hacer manifestación y oposición a las imposiciones políticas y las faltas de garantía para la vida digna.

En este sentido, el cine, que es en lo que enfatizará el ensayo, adquiere gran protagonismo en el proceso de politización de masas populares y para dicho proceso de politización el cine también debió de pasar por un proceso de cambios de concepciones y visiones.

El cine era concebido como un espectáculo, que estaba realmente muy dado a un objeto de consumo, donde se hacía sumamente importante toda la ganancia monetaria. Es importante señalar que así el cine latinoamericano aunque no tenía explícitamente una posición política implícitamente era muy claro; el cine de alguno u otra manera reproducía los intereses de los poseedores de toda la industria cinematográfica, en el caso latinoamericano todas las clases altas burguesas. Así pues, se afirmaría que el cine reproducía todos los valores burgueses: acumulación de capital, defensa de la propiedad privada, preocupación por el ascenso social, y emprendimiento en la empresa liberal económicamente hablando.

Otra característica del cine en Latinoamérica era que había una gran preocupación por hacer cine parecido el cine estadounidense, esta preocupación podría derivarse de la idea económica del cine como industria, ya que el cine estadounidense tiene como característica principal su buena adquisición monetaria. El cine además representaba la división mundial en dos grandes bloques: El bloque socialista y el bloque capitalista.

Así de este modo el cine latinoamericano empieza a tomar una posición más crítica, se empieza a plantear la posibilidad de crear movimientos revolucionarios, no se considera tan descabellada la idea de pensarse un cine militante y liberador; no se habla de un cine por revolución si no de un cine de la revolución, se rompe con la premisa de que “no puede haber un cine revolucionario antes de la revolución”.

Durante ese proceso de transformación del cine latinoamericano, surgen dos posturas en cuanto a la posición política del cine y del arte dentro del contexto; por un lado está la postura de que el cine debe ser completamente apolítico, esta postura es defendida por todas las personas y expertos amantes del cine clásico burgués; mientras que por otro lado está la postura de un cine político, defendida pues por todas las personas que consideraban que el cine y el arte como tal debe de hacer parte de todo el proceso revolucionario que se estaba gestando.

Algo que es interesante y queda claro dentro del análisis de Getino y Solanas es que se refieren al arte como algo que responde a los intereses de las clases involucradas en un conflicto. En este sentido encuentran el arte burgués como el arte que apoya al imperialismo que contribuye al desarrollo del capitalismo (el arte de ellos); y la contra parte de esta, el arte propia, el arte popular, el arte que emancipa y contribuye a la liberación (el arte de nosotros).

El conocimiento de esta dualidad del arte de ellos y el arte de nosotros, a la vez genera procesos de desarrollo de cultura de y para nosotros.

A lo largo de la historia América Latina ha estado en posición de colonizada, la colonización ha trascendido los sistemas políticos y económicos, la colonización es evidente en todo el ámbito cultural y de producción científica. El desarrollo de la ciencia positiva pone a los pueblos americanos en posición de pueblos “nativos” por la falta, de estos, de producción y sistematicidad de conocimiento. Todos los pueblos con sistemas económicos y políticos no teorizados y que basan su conocimiento en formas de saber totalmente empírico serán considerados como “periferia”; todas aquellas “civilizaciones” que tienen sistemas económicos definidos y una producción de conocimiento sistemático serán consideradas como los “centros” de producción de “verdadero” pensamiento, serán considerados desarrollados.

En este sentido el naciente

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