Tercer Cine
Leiloto19 de Mayo de 2013
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El presente ensayo es realizado en base al texto “Hacia un tercer cine” escrito por Octavio Getino y Fernando E. Solanas. Para la comprensión del texto creemos que se pueden tomar básicamente dos aspectos previos a entrar en el contenido del texto en sí; el primer aspecto es en contexto histórico- político de América Latina, que si bien Getino y Solanas lo recrean en su texto se puede adentrar un poco más; el segundo aspecto sería la noción que se tenía del cine y de la industria cinematográfica en general del momento histórico.
El texto fue escrito en el año de 1969, época en la cual Latinoamérica en general tenía unas condiciones políticas y económicas particulares, había un surgimiento de varios movimientos insurgentes y una gran difusión política revolucionaria. El designo por parte de presidentes estadounidenses para América Latina como territorios subdesarrollados, creó un imaginario colonizador, en el sentido político, cultural y económico dentro de la región aproximadamente desde el año 1949; aunque prontamente dicho imaginario no quedó sólo en las ideas sino que fue materializado, fue una excusa para la intervención económica y política lo cual reafirmo a Latinoamérica como territorio productor de materias primas.
Las dinámicas mundiales giraban en torno a la idea del desarrollo, y para Latinoamérica fue evidente que las primeras décadas de intento de desarrollo fueron un profundo fracaso, ya que a pesar que las regiones representaban mayor crecimiento económico, mayor industrialización; la calidad de vida bajaba, problemas como el hambre, la pobreza, la miseria se hacían cada vez más evidente dentro de las crecientes urbes. Ante estas condiciones paupérrimas sectores sociales, apoyados bajo ideales de sistemas económicos y políticos alternativos, y de países no capitalistas como la Unión Soviética y la Cuba revolucionaria, empiezan a emprender una querella contra las ideas de “desarrollo”, contra el capitalismo y el imperialismo.
De esta forma se da píe para la creación de movimientos en armas, de corte insurgente alrededor de toda Latinoamérica. De esta manera Estados Unidos en su lucha anticomunista empieza a crear un sinnúmero de planes de acción contra insurgentes en América Latina, atacando a los movimientos sociales desde las dictaduras políticas impuestas y desde el control de difusión de material de izquierda y subversivo.
Por el cambio de pensamiento que se tiene en el momento de la aparición de los movimientos sociales de izquierda y las guerrillas comunistas, se empieza a usar diversas formas de arte (como la literatura, el cine, la pintura, el teatro) para tratar de hacer manifestación y oposición a las imposiciones políticas y las faltas de garantía para la vida digna.
En este sentido, el cine, que es en lo que enfatizará el ensayo, adquiere gran protagonismo en el proceso de politización de masas populares y para dicho proceso de politización el cine también debió de pasar por un proceso de cambios de concepciones y visiones.
El cine era concebido como un espectáculo, que estaba realmente muy dado a un objeto de consumo, donde se hacía sumamente importante toda la ganancia monetaria. Es importante señalar que así el cine latinoamericano aunque no tenía explícitamente una posición política implícitamente era muy claro; el cine de alguno u otra manera reproducía los intereses de los poseedores de toda la industria cinematográfica, en el caso latinoamericano todas las clases altas burguesas. Así pues, se afirmaría que el cine reproducía todos los valores burgueses: acumulación de capital, defensa de la propiedad privada, preocupación por el ascenso social, y emprendimiento en la empresa liberal económicamente hablando.
Otra característica del cine en Latinoamérica era que había una gran preocupación por hacer cine parecido el cine estadounidense, esta preocupación podría derivarse de la idea económica del cine como industria, ya que el cine estadounidense tiene como característica principal su buena adquisición monetaria. El cine además representaba la división mundial en dos grandes bloques: El bloque socialista y el bloque capitalista.
Así de este modo el cine latinoamericano empieza a tomar una posición más crítica, se empieza a plantear la posibilidad de crear movimientos revolucionarios, no se considera tan descabellada la idea de pensarse un cine militante y liberador; no se habla de un cine por revolución si no de un cine de la revolución, se rompe con la premisa de que “no puede haber un cine revolucionario antes de la revolución”.
Durante ese proceso de transformación del cine latinoamericano, surgen dos posturas en cuanto a la posición política del cine y del arte dentro del contexto; por un lado está la postura de que el cine debe ser completamente apolítico, esta postura es defendida por todas las personas y expertos amantes del cine clásico burgués; mientras que por otro lado está la postura de un cine político, defendida pues por todas las personas que consideraban que el cine y el arte como tal debe de hacer parte de todo el proceso revolucionario que se estaba gestando.
Algo que es interesante y queda claro dentro del análisis de Getino y Solanas es que se refieren al arte como algo que responde a los intereses de las clases involucradas en un conflicto. En este sentido encuentran el arte burgués como el arte que apoya al imperialismo que contribuye al desarrollo del capitalismo (el arte de ellos); y la contra parte de esta, el arte propia, el arte popular, el arte que emancipa y contribuye a la liberación (el arte de nosotros).
El conocimiento de esta dualidad del arte de ellos y el arte de nosotros, a la vez genera procesos de desarrollo de cultura de y para nosotros.
A lo largo de la historia América Latina ha estado en posición de colonizada, la colonización ha trascendido los sistemas políticos y económicos, la colonización es evidente en todo el ámbito cultural y de producción científica. El desarrollo de la ciencia positiva pone a los pueblos americanos en posición de pueblos “nativos” por la falta, de estos, de producción y sistematicidad de conocimiento. Todos los pueblos con sistemas económicos y políticos no teorizados y que basan su conocimiento en formas de saber totalmente empírico serán considerados como “periferia”; todas aquellas “civilizaciones” que tienen sistemas económicos definidos y una producción de conocimiento sistemático serán consideradas como los “centros” de producción de “verdadero” pensamiento, serán considerados desarrollados.
En este sentido el naciente cine liberación plantea que el cine debe de ser una herramienta para la descolonización de la cultura, ya que esto ha sido un factor facilitador del imperialismo; el cine liberación reconoce la lucha emancipadora como la más grande lucha. Precisamente busca el cine liberación atacar a las clases medias, ya que fueron éstas las que en algún sentido posibilitaron el desarrollo del colonialismo y el imperialismo en términos de que las clases medias por su ausencia de conciencia de clase y su sueño de burguesía se constituyen a través de sus actos como la base social del imperialismo.
Asimismo señalan los autores que uno de los más grandes problemas de Argentina y de Latinoamérica en general era que se había normalizado una dependencia en todos los aspectos de la vida social a los grandes centros de producción económica y de pensamiento, hay una gran falta de politización en las alternativas de liberación, afirman de esta forma que hay que poner la obra no solo en función del arte sino en función de la vida misma: La liberación.
Tal como lo plantea el texto,la cinematografía no es nacional en tanto territorio se refiere sino cuando responde a unos intereses colectivos de desarrollo de los pueblos, cuando aporta a ese ideal de liberación. Desafortunadamente el cine predominante de nuestros países se encuentra caracterizado por un subdesarrollo, dependiente totalmente de una instauración notoria de un cine imperial por así decirlo, encabezado por un formato hollywoodense edificado sobre un alcance comercial, además de plasmar el ideal de vida burguesa como un espectáculo consumido por el hombre de manera pasiva, deslegitimando su capacidad de construir el cambio. En este punto se expone una relación del cine comercial que toma al hombre para el cine como el foco de consumo, en lugar del cine para el hombre en el sentido de presentarle su realidad de manera profunda y enriquecer un sentimiento popular.
Este cine americano, dominante que es denominado primer cine se le contrapone un segundo naciente en Argentina, que si bien su andamiaje no está sujeto a grandes posibilidades se preocupa y ocupa más de forjar una industria gestora de ideología, a este cine se le llama “cine de autor” que evidencia una mayor libertad de expresión en contraposición al primer cine, de manera que sienta unas bases para el logro de una descolonización cultural, de igual forma sujeto a un margen de error este cine tropieza en el sentido ambicioso de pretender superar al primer cine, se ve envuelto en una caída en la ideología del sistema
Imperante.
La situación de entonces, escenarios de violencia y guerras que parecían no acabar en la búsqueda de una liberación social parecían tal vez no un ambiente propicio para el desarrollo del cine como forma de descolonización por lo
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