Poesía Y Cine, Un Camino Hacia La Luz.
elbasilisko12318 de Octubre de 2011
3.524 Palabras (15 Páginas)913 Visitas
Poesía y cine, un camino hacia la luz.
RESUMEN
El presente artículo es una reflexión sobre las interrelaciones entre la poesía y el cine,
además de la convivencia entre ambas. En este sentido, la presencia de la poesía en el cine se
produjo desde, prácticamente, sus orígenes, del mismo modo que el cine aportó el sentido del
movimiento a la primera. Con ello, el lector/espectador podría ver en un verso la existencia de
un primer plano, del mismo modo que en un plano bien compuesto éste podría llegar a sentir
el mejor de los versos de un depurado poema.
ABSTRACT
The present article is a reflection upon them interrelate among the poetry and the movies,
besides the contact among both. In this sense, the presence of the poetry in the movies was
produced since, practically, its origins, of the same way that the movies contributed the sense of
the movement to the first one. With it, the reader/spectator would be able to see in a verse the
existence of a first plan, of the same way that in a well composed plan this would be able to come
to feel the best of the verses of a purified poem.
Palabras claves: Poesía/Cine/Interrelaciones poesía/cine.
Key words: Poetry/Cinema/Interrelate poem/movies.
«Todo se me confunde cuando creo que
recuerdo, es otra cosa la que pienso;
si veo, ignoro, y cuando me
distraigo, claramente veo.»
(Fernando Pessoa).
«Puesto que estos misterios
me sobrepasan,
fingimos ser sus organizadores.»
(Jean Cocteau).
430 Poesía y Cine: Un esfuerzo sobre la palabra y la imagen
I. A modo de justificación. Para introducir el ensayo
Sin ánimo de llegar a convertir el presente escrito «Poesía y Cine: Un ensayo
sobre la palabra y la imagen» en un texto en el cual se analice concienzudamente
los aspectos que poseen en común y, posiblemente, de simbiosis, de influencia...
ambas disciplinas artísticas, por ello, hemos optado por reflexionar libremente en
torno a éstas, con el propósito de establecer/recuperar la relación mágica existente
entre la poesía y el cine. Es decir, la interdisciplinariedad de las artes sea con la
poética y la cinematúrgica, así como las competencias comunicativas de ambas.
En este sentido, la manera que hemos optado por compartir nuestras inquietudes
sobre estas «sensibilidades» es el ensayo (Skirius, 1981: 9). Sabedores de la
imposibilidad de desarrollar un asunto en la totalidad de sus enfoques y tratamientos,
hemos centrando nuestra prioridad sobre aquellos aspectos que nos interesan,
de forma esencial, y permitiéndonos alguna que otra digresión tangencial; pero
siempre con el denominador común de mantener una actitud dialogante, con la
clara intencionalidad de no cansar al lector/espectador... El objetivo de la lectura
del presente texto es que sea un modo de disfrute, sin soslayar que este tema, ya
ha sido tratado por especialistas en ambos procedimientos artísticos por transmitir
«emociones» y lo nuestro es, simplemente, una visión particular: un punto de vista
más. En cierto modo, un intento por aportar una página más al proceso mágico que
funde la poesía con el cine, o viceversa.
«Todo arte y toda poesía tienden esencialmente a suscitar, en el estado de
vigilia, un sueño más o menos organizado, una ensoñación en cuya trama se
mezclan en variada proporción las dos actividades del espíritu: una de lógica
razonadara, otra de encadenamiento sentimental» (Epstain, 1957: 88).
Posiblemente, esta sea la forma que mejor hemos encontrado para invitarles
al siempre nutriente ejercicio del debate, a la participación de valores y opiniones
que no pretenden ser demostradas, sino simplemente presentadas.
Un modo de cuestionarse un tema delicado, de manera común y cotidiana.
Con la clara intención de invitar al lector/espectador al diálogo, recordando al
latino Cicerón, en un intento denodado por ganar la benevolencia del auditorio y
procurar mantener despierta su atención, su interés.
II. De la Poesía y el Cine: Parte I.
Para comenzar a introducirnos el tema y que lo expresado en el ítem anterior
es presumiblemente alcanzable, nos valemos como fuente del enunciado a los
tópicos relativos al êthos del orador en cuanto a su ética, al pathós con la clara
intención de despertar la atención o empatía del lector/espectador. Y, por último,
al logos, o bien la organización discursiva de la palabra (Comparato, 1992: 18).
Una vez establecidos estos tres aspectos esenciales, manifestar que tanto el
poeta como el cinematurgo responden a las consignas de tramar, narrar y describir
Víctor Amar 431
emociones y pasiones en el lector o en el espectador: la red de receptores.
Los receptores de poesía o cine, en nuestra opinión, suelen mantener una
actitud de las menos pasivas ante el ejercicio creativo (antes, durante y después de
deleite). Para ellos no es un mero entretenimiento, existen unos planteamientos de
disfrute, de análisis, etc., que vienen dados por la capacidad reflexiva, de examen
o bien de selección y evocación que posean los potenciales destinatarios de un
poema o un film. Inclusive, sería más correcto dirigirse a éstos abarcándoles en un
amplio concepto que los estudiosos en la materia han determinado en llamar
«narratarios» (Carrière, 1991: 115-125).
En este sentido, escribir una poesía como un guión para cine, es más que
escribir. Tal vez, sea escribir con silencios y miradas, con movimientos y pausas
que ponen en acción un complejo universo de imágenes y sonidos, que podrían
tener un sinnúmero de relaciones entre sí, jugando con las impresiones o el
inconsciente, produciendo ambigüedades o concreciones reales, provocando formas
invisibles en nuestra imaginación o en nuestras retinas, que rechazamos o
abrazamos en plena sintonía. Y ambas maneras de concebir la realidad, o simplemente
reinterpretarla, no son el final de un procedimiento literario o cinematográfico,
sino más bien el principio de un proceso mágico creativo.
Presentar la belleza por medio de la palabra es un arte antiquísimo y
vinculado (hasta la modernidad) con lo sacro-mágico de la cotidianeidad. No
obstante, valerse del litterae - imago para manifestar sentimientos y planteamientos
estéticos es relativamente reciente, aunque los precedentes cabrían encontrarlos
en las culturas antiguas y, sobre todo, en el precine decimonónico. El peso de la
palabra impresa coexiste con la palabra transmitida en el medio filmográfico
desde, prácticamente, los orígenes del cinematógrafo (a finales del siglo XIX con
la particularidad de que, en aquel entonces, más que mudo fue silente). Es decir,
en una cinta se incluían desde intertítulos (información de la trama y de los
diálogos), hasta componerse e interpretarse una pieza musical en exclusiva para
ella, actores y actrices que doblaban a sus referentes en la pantalla, o bien personas
entre el público que leían en voz alta los diálogos subtitulados, ante la presencia
–en aquel entonces- de espectadores y espectadores que no sabían leer y, con ello,
se le facilitaban la comprensión de los diálogos pronunciados en otra lengua.
Lo que en la poesía invita a la imaginación; en el medio audiovisual (cine),
ésta no se delimita, sólo y exclusivamente, al marco de la pantalla. Ya que el
insinuante fuera de campo también interactúa de manera narrativa, dramática y
expresiva, gracias a la capacidad que posee el plano de combinar fuerzas centrífugas
y centrípetas, tan sólo con la mirada (Amar, 2000: 145). Así como deberíamos
tener presente los recursos concernientes al «audio» como pueden ser la voz
en off, screen over, etc., además de su forma de impactar al oído, pues escuchamos
los sonidos, silencios, ruidos y palabras (diálogos) que se producen en los 360
432 Poesía y Cine: Un esfuerzo sobre la palabra y la imagen
grados que conforman nuestro entorno, mientras vemos en un campo visual muy
pequeño y en una sola dirección.
En ambas facetas del arte: la poesía y el cine, la palabra y la imagen, o
la combinación de ambas (audiovisual), son los útiles con que se cuentan, sin
soslayar los resultados afines o disímiles que pueden producir en los receptores.
Sin embargo, el poeta piensa y transmite los sentimientos a través de las
palabras. No obstante, la sensibilidad, observación e imaginación del cineasta se
completa con la agudeza visual regida por el espectador. De la inexplicable
inspiración del poeta, a aquello que Gustavo Adolfo Bécquer se refirió como: «(...)
deformes siluetas / de seres imposibles... Memorias y deseos / de cosas que no
existen (...)»; el cinematurgo las metaboliza y las hace proyectar en una sala a
oscuras sobre una pantalla blanca y armónica... para que los iconos, por arte de
magia, adquieren movimientos, inclusive vida, porque existen, además de hablar
porque piensan y actuar porque sienten. La fábrica de sueños comienza a funcionar
...