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Comentario Crítico n°4 Epicuro y Epicteto


Enviado por   •  5 de Mayo de 2018  •  Reseñas  •  926 Palabras (4 Páginas)  •  88 Visitas

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Comentario Crítico n°4

Epicuro y Epicteto

Álvaro Silva

Sec 35

                       Alejandro Magno, el joven tirano que llevo la cultura griega a casi todo el mundo conocido hasta esa fecha (principios del siglo III a.C), en un afán imperialista por la gloria y honores, produjo un sincretismo socio-cultural; la unión de la cultura griega, junto con la civilización persa, y además otras culturas orientales, produjo en el mundo un cambio gigantesco. Tras la muerte de Alejandro, el mundo griego se caía a pedazos, pues todo lo que construyó este no fue auto-suficiente, además de que nadie poseía la facultad de gobernar como lo podría haber hecho Alejandro. Este hecho histórico produjo en la filosofía griega un giro drástico, tomo un enfoque en un saber más práctico, y en esto es en lo que se basan las “escuelas” de pensamiento helenísticas.

               El epicureísmo y el estoicismo son unas de estas corrientes filosóficas, ambas buscan lo que en ese tiempo se llamaba la ataraxia, la imperturbabilidad del temple, un estado de armonía entre el cuerpo, la mente y el alma. Ambas proponen metafísica materialista; esta es una de las principales diferencias con Platón, pues él creía en un mundo de ideas inteligibles, y que este no es el real. “Es bueno siempre partir preguntándose: ¿a qué moral quiere llegar con esto?”[1], pues, tanto en Epicuro y como en Epicteto su ética está basada en que el mundo real es este; por medio de sentencias, aforismos y máximas, proponen una ética practica que busca constantemente la felicidad, además de tener una relación directa entre el placer y el dolor en la búsqueda de esta.

             Pero existe una gran diferencia entre ambas escuelas, a tal punto de que llegan a considerarse opuestas. Por un lado en el estoicismo su principal idea de vida es la privación de los placeres, y la constante exposición del dolor, para que así, en un futuro, no entristecernos si sufrimos algún malestar. Además de ser determinista, afirma que no depende de nosotros lo que nos suceda, pero “todo beneficio o daño lo espera de sí mismo”[2], pues está en nuestro albedrio el cómo nos afecten las cosas, ser indiferente a lo que pasará, ya que sucederá de todas maneras; enfocarse  en lo que si depende de nosotros, tomar las supersticiones y ponerlas a tu favor, cuidarse de cometer actos que obturen nuestras potencias, no perder de vista nuestro regente, pero si este se vuelve inalcanzable, dejarlo de lado. Siempre está en nosotros la facultad de deliberar, ya que “es dueño de cada uno el que tiene la potestad sobre lo que él quiere o no quiere para conseguírselo o quitárselo”[3].

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